08 Oct ¿Por qué da miedo envejecer si los mayores en España son de los que mejor viven del mundo?.
La gerascofobia vincula cumplir años con la dependencia, la soledad o la demencia, factores que también afectan a personas más jóvenes.
2025. Público
María José Sánchez-Ocaña
El miedo a envejecer crece en uno de los países más longevos del mundo y donde los mayores tienen mejor calidad de vida. ¿Por qué la gerascofobia?
El informe sobre calidad de vida de los mayores en España, de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, destaca que los pensionistas en nuestro país tienen mejor pensión que la media en Europa y también más calidad de vida. Otras investigaciones ponen de manifiesto el poder y la influencia de los mayores, como motor económico y social. Eso no evita, sin embargo, que desde los sectores más jóvenes, envejecer sea una de las cuestiones negativas de vivir.
Para la socióloga y ex secretaria de Estado de Igualdad, Soledad Murillo, este pánico a tener años se explica «por el miedo a perder independencia física y mental». Sin embargo, confirma a Público que «con la edad soy más lista» y defiende el papel de los mayores en la sociedad. A su juicio, «sería importante valorar también en términos económicos el ahorro familiar que ha supuesto para hijos e hijos contar con sus padres y madres al cuidar de sus nietos y nietas». A su juicio, «habría que tener miedo a que los mayores se planten».
Murillo cree que ha habido falta de reciprocidad en la respuesta de los hijos. La generación de los padres contrataba canguros cuando lo necesitaban, ahora negarse a ser abuelas y abuelos full time les crea el malestar de la culpabilidad. Se ha convertido en una obligación».
Por su parte, el recientenente neumólogo jubilado, Miguel Barrueco, profesor emétito de la Facultad de Medicina de la USAL y activista en la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública, considera que «existen diversas razones por las que la sociedad tiene miedo a envejecer, aunque ahora se vivan más años y con mejor calidad de vida». Cree que «el envejecimiento se percibe como antesala de la enfermedad y de la muerte, y despierta una inquietud ontológica – dejar de estar es dejar de ser-. La segunda razón radica en la pérdida de roles y proyectos, que tiene lugar de la mano de la estigmatización por edad (edadismo) y del temor a la dependencia: aunque vivamos más, persiste la idea de que la vejez trae fragilidad, merma de autonomía y la condición de carga para la familia o la sociedad».
Desde la Fundación Pascual Maragall relacionan ese miedo a ser viejo con la tendencia social a la midorexia, una conducta obsesiva por aparentar ser más joven o evitar a toda costa la aparición de signos relacionados con el avance de la edad: excesiva adherencia a ciertos hábitos o rutinas, alta recurrencia a tratamientos estéticos tal vez obviando riesgos, ocultación deliberada de la propia edad.
Mientras esto ocurre, España tiene, según el INE, más de 9 millones de personas mayores de 65 años, lo que supone el 19,9% del total de la población. En un país donde la esperanza de vida es superior a los 83 años, donde cada vez los mayores viven más y mejor, llama la atención el miedo a envejecer.
Frente al edadismo
Los expertos consideran que habrá que ponerse las pilas desde todos los sectores para que el edadismo en todos los ámbitos no impida ver que cumplir años es una oportunidad y no un problema.
El profesor titular de Biología de la Universidad de Granada, Federico Zurita, tiene una explicación más científica de la situación. Según explica a Público, «enfermedades que en el pasado reducían de manera significativa la esperanza de vida ahora pueden manejarse e incluso curarse en muchos casos; el cáncer de mama es un ejemplo notable». Este especialista confirma también que «las terapias de control del dolor también han mejorado considerablemente, lo que contribuye a un aumento sustancial de la calidad de vida. Así, no solo se vive más tiempo, sino que se vive con mayor bienestar y con menos limitaciones funcionales. Basta observar los gimnasios, cada vez más concurridos por personas de más de 70 años, para comprobar esta tendencia».
Estereotipos que no reflejan la realidad
Ese miedo al envejecimiento es el resultado de estereotipos al hecho de envejecer y hacerse mayor, que a menudo se asocian a aspectos negativos como enfermedad, soledad, tristeza o dependencia. Conceptos que en nada se ajustan a la realidad como demuestra, por ejemplo, el Barómetro de la Soledad.
Mientras que la percepción de la sociedad, según se desprende de la encuesta del CIS sobre los mayores, es que la soledad es un problema de las personas de más edad, el Barómetro de la Soledad no Deseada en España indica que este sentimiento está especialmente extendida entre la juventud. La prevalencia en los jóvenes, de hecho, supera en 14 puntos porcentuales a la media y va decreciendo con la edad hasta alcanzar el valor mínimo en la franja de 55 a 74 años.
La ex ministra de Asuntos Sociales y presidenta del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada, Matilde Fernández, ya explicó a Público que «los mayores no somos tan frágiles como parecen».
El dato mata relato también con respecto a los mayores y el envejecimiento. Así, según fuentes oficial del Imserso, podemos ver que aunque el 40% de la población de 65 y más edad es usuaria de los Servicios Sociales, la mayoría lo son por precaución, al engordar este porcentaje los que aceptan contar con el servicio de Teleasistencia (a través de una medalla por si algo les ocurre). De hecho, los servicios más demandados son aquellos que permiten la permanencia en sus hogares y evitan el desarraigo con su entorno de siempre.
Así, el índice de cobertura de las personas asociadas a los Centros de Personas Mayores, que son centros que fomentan el envejecimiento activo y la participación social, es de 40,49. El servicio de Teleasistencia, que cuenta con 934.274 personas usuarias, es el más utilizado entre los servicios de atención social, alcanzando un índice de cobertura de 9,86. Le siguen los servicios de atención residencial, con un 4,20 y el servicio de ayuda a domicilio, que alcanza el 5,34. Es decir, que realmente necesidades especiales solo tienen un 9,54% de los mayores.
