03 Oct La complejidad de educar a un niño de voluntad firme: poner límites claros en lugar de castigos y trabajar la paciencia y empatía.
Las familias no pueden caer en el estigma de pensar que un menor con mucho carácter, que lo vive todo con elevada intensidad y siempre quiere salirse con la suya es un niño malo o mal educado, porque es su carácter quien le hace actuar de una manera inadecuada e impulsiva. Es algo que se puede trabajar.
2024. El País
Sonia López Iglesias
Si educar a un hijo resulta en muchas ocasiones complejo, hacerlo cuando este es un niño de voluntad firme lo complica mucho más. Niños que desde temprana edad muestran mucho carácter, viven con elevada intensidad todo aquello que les pasa y siempre quieren salirse con la suya. Que tienen a menudo rabietas, muestran malos modos y cambios continuos de humor. Un niño de voluntad firme muestra dificultades para respetar los límites, seguir instrucciones y respetar las normas. A menudo, intenta hacer lo que le apetece sin tener en cuenta lo que los otros precisan y desafía al adulto hasta que consigue lo que quiere. Le cuesta mucho hacer frente a la frustración e identificar y gestionar correctamente sus emociones y las de los que lo rodean. Unas emociones que experimenta a alto voltaje y le producen mucho malestar provocando que actúe de forma inadecuada e impetuosa.
Ante las equivocaciones, cuando no le dan la razón o no le dejan hacer lo que desea, tiene grandes arrebatos de ira que le cuesta mucho controlar. Una rabia que le lleva a romper cosas, a utilizar palabras malsonantes, a llorar y mostrarse violento física y verbalmente. Necesita siempre saber el porqué de las cosas, tener una respuesta inmediata a sus inquietudes y sentir el control sobre los demás. Si no lo consigue, se enfada y se muestra irrespetuoso e imprudente. Puede tener comportamientos imprevisibles que le provocan conflictos con los otros niños y le cuesta crear o mantener sus amistades.
Las familias no pueden caer en el estigma de pensar que un niño de voluntad firme es un niño malo o mal educado, porque es su carácter quien le hace actuar de una manera inadecuada e impulsiva. No es alguien que tenga la intención de complicar la vida a sus padres, hermanos o profesores, sino que por sus rasgos de temperamento se muestra terco cuando quiere conseguir algo y genera una lucha de poder con los adultos hasta que lo consigue.
Empatizar con sus inquietudes, contagiarle tranquilidad y dar respuesta a sus necesidades emocionales será básico para conseguir un buen vínculo con él. Una relación basada en el afecto y el respeto que le ayudará a ir modulando su comportamiento. Conocer las características específicas de este temperamento permitirá al adulto entender sus reacciones sin perder la serenidad.
Claves para acompañar a un niño con voluntad fuerte
- Los padres y madres deben identificar las situaciones que más frecuentemente desatan luchas de poder. Esto ayudará a prevenir o evitar muchos de los conflictos en casa. El momento de cumplir con sus responsabilidades, de irse a la cama o de hacer las tareas escolares serán algunas de ellas. Anticipar y realizar actividades que hayamos pactado dará mucha seguridad al menor y le ayudará a disminuir su ansiedad e incertidumbre.
- Los progenitores tienen que consensuar límites claros y consistentes, lo que ayudará al niño a saber lo que debe o no hacer en cada momento, regalándole estructura y rutina. Será muy importante que el adulto sea firme y amable a la hora de hacer cumplirlos. Unos límites bien establecidos permitirán a las familias crear una dinámica armónica y adecuada, donde el niño se sienta escuchado, respetado y protegido, donde se reduzcan los conflictos, mejore la comunicación y se genere confianza y amor.
- Los adultos tienen que conectar con todo aquello que el pequeño sienta. Esto será fundamental para su bienestar y crecimiento personal. Observar y escuchar de manera activa todas las emociones por las que el niño transita sin cuestionarlas o juzgarlas si no acompañándolas. Ayudándole también a tomar conciencia de lo que le está sucediendo, a significar lo que siente y desarrollar estrategias que le permitan hacerles frente para conseguir sentirse bien. Validar sus emociones desde el amor y la empatía hará sentir al niño que le comprendemos y que tenemos muy en cuenta todo aquello necesita.
- Otro consejo que se puede seguir es aprender a negociar y ceder desde la tranquilidad, algo que será básico para establecer en casa una buena de convivencia. Las amenazas o los castigos no conseguirán mejorar la conducta del niño porque carecen de aprendizaje. El refuerzo positivo y la comunicación basada en el respeto y la asertividad ayudará a padres e hijos a establecer una buena relación. Dar diferentes opciones para poder encontrar la solución a los conflictos será muy útil.
- Un ejercicio es practicar respiraciones y yoga porque permitirá al niño encontrar esa tranquilidad que tanto necesita para relajarse, liberar y reducir la ansiedad, los miedos y el estrés, adoptando una actitud más serena y sosegada ante las dificultades. También le posibilitará canalizar mejor la energía, reafirmar su autoestima y mejorar su capacidad de atención y concentración, contribuyendo a un mayor equilibrio de sus emociones y conductas.
Educar a un niño de voluntad firme puede convertirse en un gran desafío porque requiere de mucha paciencia y autorregulación para conseguir solucionar los conflictos desde la serenidad y la calma. Será necesario que las familias sean firmes y persistentes a la hora de poner límites y de hacer cumplir los acuerdos para poder construir una relación fuerte y amorosa con su hijo.