Los cincuenta, una edad estupenda en la mujer.

Los cincuenta, una edad estupenda en la mujer.

Lejos de traumatizarse por cumplir años, los cincuenta deben ser esa edad en la que disfrutes de la madurez y de la compañía de los que te rodean.

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Las etiquetas y los estereotipos de la sociedad suelen avivar la temida crisis de los cuarenta y la compleja llegada de los cincuenta en la mujer.

Ahora bien, hay que tener claro desde el principio que toda edad es fabulosaAdemás, será fantástica si se tiene una actitud fuerte, valiente y entusiasta.

Los cincuenta son una edad estupenda donde ocurren acontecimientos inesperados. Por ello, algunas mujeres la ven como “la adolescencia de la edad madura“.

En esta etapa, se construye una montaña rusa de cambios hormonales y personales. Eso sí, ya con el cinturón puesto, la mente clara y el corazón lleno de ilusiones.

Los 50 no son los nuevos 25: son cincuenta y se llevan con orgullo

“Los cuarenta son los nuevos 20, y los cincuenta los 25”. Esta es otra de esas frases hechas que se dice a menudo y, que en cierto modo, tiende a equivocaciones.

Los cincuenta no son ni serán los nuevos 25 porque la mujer se siente bien por aquello que ha vivido y aprendido. No necesita ni desea aparentar estar en la veintena, ya lleva la armadura de la experiencia.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que, cuando se llega a esta edad, la auténtica felicidad se halla con la aceptación.

Por eso conviene cuidarse, arreglarse y atenderse para seguir viéndote atractiva. Pero la mujer en los cincuenta no tiene la necesidad de aparentar veinte años. En caso de desearlo y buscarlo, solo conllevará sufrimiento.

Los cincuenta y la casa de “los horrores hormonales”

Karen Glaser, socióloga de la Universidad del King’s College de Londres (Reino Unido), explica en sus trabajos que hoy en día se está dando un fenómeno cada vez más común.

  • Las mujeres tienen sus hijos a edades cada vez más tardías. Así, es frecuente que, llegando a los 50, estos estén llegando a la adolescencia.
  • Aparecerá la menopausia con sus cambios, malestares, sofocos, insomnio y cambios de humor. A esto se le añade también la interacción con ese hijo adolescente, en un mismo caos hormonal.

El esfuerzo para armonizar estas nuevas realidades llevan consigo experiencias dignas de incluir en un libro. Asimismo, cada mujer vivirá de un modo diferente esta etapa. Pero afrontar la década de los 5o tampoco es un camino de rosas.

  • Se produce una bajada de estrógenos.
  • Aparece la flacidez, la falta de elasticidad en la piel, la caída del cabello, el cansancio, etc.

Es una dura lucha que vivir y que afrontar día a día. Por ello, los cincuenta no son los nuevos 25. En este sentido, varias mujeres batallarán con esos hijos no emancipados; atendiéndolos y, a su vez, atendiéndose a ellas mismas.

Algunas mujeres, llegada la década de los 50, emprenden un viaje personal tan complejo como decisivo: los divorcios.

Emprender una etapa en soledad o en compañía de los hijos es algo común en las últimas décadas. En esta edad ya no hay dudas, sino claras certezas sobre qué se está dispuesto a perdonar y qué no. 

  • La coraza de la experiencia permite tomar decisiones en base al diálogo.
  • Además, se perciben más seguras.

Por lo tanto, es el momento de confiar en la intuición y de emprender nuevos proyectos personales con convicción de que se van a lograr.

A esta edad se vive una reevaluación de las propias prioridades.

Unas décadas atrás, lo primero era el cuidado de la pareja y los hijos. Llegada la década de los 50, se abre un espacio importante para la mujer.

Todo empieza a reequilibrarse en la mente y, por fin, florecen con mayor fortaleza la autoestima y los sueños que quedan por alcanzar.

Ahora bien, aunque te veas a ti misma como a esa “fruta madura” un poco magullada por las malas experiencias; no olvides que el mejor momento para evolucionar es el “ahora”.

Por ello, no dejes de cuidarte, de atenderte, de luchar por tus sueños y necesidades mientras ofreces felicidad y, a su vez, la recibes de aquellos que están alrededor.