02 Ago Las pautas de una experta para los padres que reconocen que no pueden controlar el uso de pantallas de sus hijos.
Según un informe de Qustodio, ‘De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales’, durante los meses de julio y agosto aumenta hasta en un 66% el promedio de minutos que los niños usan apps.
2024. ABC
Laura Peraita
Según el informe de Qustodio, ‘De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales’ de 2023, durante los meses de julio y agosto aumenta hasta en un 66% el promedio de minutos que los niños usan apps. ¿Son realmente conscientes los padres de este aumento en el tiempo de uso? ¿Cómo deben acompañarlos los padres en esta misión? Para Ainhoa Marcos, VP Education Spain de ODILO, la participación de los padres es fundamental en la educación de sus hijos, especialmente en la gestión del uso de pantallas. En su opinión, «los padres deben no solo guiar y supervisar el uso adecuado de estas tecnologías, sino también controlar el tiempo que se les dedica. Reconocen que se enfrentan a dificultades para monitorear el empleo diario de pantallas por parte de sus hijos debido a compromisos laborales o momentos en que los adolescentes están solos en casa. Por ello, es crucial acompañar a los jóvenes desde el primer día que utilizan una pantalla».
Explica que este acompañamiento debe incluir tanto la supervisión del uso como la educación sobre los beneficios y riesgos asociados a la tecnología. «Un punto de partida eficaz es establecer un diálogo claro y constante, centrado en los objetivos del empleo de dispositivos digitales, tales como el desarrollo de habilidades educativas, la búsqueda de información y el entretenimiento responsable. Además, es fundamental acordar y respetar límites de tiempo para el uso diario de estas tecnologías. Estos límites deben contemplar tanto el tiempo dedicado a la educación como el tiempo libre, asegurando un equilibrio saludable entre actividades digitales y otras actividades físicas, sociales y recreativas. Establecer horarios específicos y reglas claras, fomenta la disciplina y el empleo responsable de la tecnología».
Añade que también es esencial que los padres mantengan una comunicación abierta y flexible, adaptándose a las necesidades y circunstancias cambiantes de sus hijos. Esto implica ajustar las normas y límites según la edad, el desarrollo y las responsabilidades de los jóvenes, promoviendo un uso consciente y equilibrado de las pantallas.
¿Qué consecuencias tiene para los niños pasar más horas con las pantallas? ¿Y con los adolescentes? ¿Cuál sería el tiempo recomendado por edades?
Al abordar las consecuencias del uso de pantallas en los niños, debemos reconocer que los dispositivos digitales son una presencia permanente en la sociedad actual. Los niños de hoy, considerados ‘nativos digitales’, han nacido en una era marcada por la democratización de las innovaciones tecnológicas. El uso de ordenadores, móviles y tabletas para fines educativos, lúdicos, informativos y laborales es una práctica cotidiana. Esta realidad es compartida por toda la población, pero en el caso de los jóvenes, constituye una condición innata que les acompañará a lo largo de sus vidas.
Dicho esto, lo importante es atender a la finalidad con la que se usan estos dispositivos. No es igual destinar un determinado número de horas al consumo de recursos educativos que hacerlo a jugar a videojuegos. En el caso del propósito educativo, el último informe de PISA pone de manifiesto los múltiples beneficios que ofrecen las pantallas en la comprensión y asimilación de los contenidos de los planes educativos. Las pantallas son un canal que responde a la realidad digital de los jóvenes, que aportan nuevas posibilidades de aprender a estudiantes que no encuentran en el libro de texto un recurso suficiente, y que refuerzan las enseñanzas del docente en el aula con contenido adicional que sirve para apuntalar su proceso de aprendizaje.
Es crucial considerar las recomendaciones de los pediatras sobre las implicaciones del uso de pantallas en menores. El objetivo primordial de la sociedad es garantizar que los niños crezcan de manera saludable y feliz. Por ello, la premisa debe ser el equilibrio entre el aprendizaje análogo y a través de pantallas.
¿Es habitual que en verano se relajen las normas y los progenitores permitan que los niños estén más tiempo con pantallas porque, de este modo, los padres se garantizan su propio descanso? ¿Puede ser por falta de información, o los padres ya conocen los riesgos que conlleva dejar barra libre de pantallas?
La receta principal es la formación. Tal como se destinan esfuerzos a la formación de los profesores para el correcto uso de las nuevas tecnologías, es imprescindible la concienciación de los padres en la importancia de la educación respecto a la utilización de pantallas. Es, además, su responsabilidad entender cómo pueden las pantallas ser un recurso aliado que fomente el aprendizaje de sus hijos y saber también cuáles son los riesgos a los que están expuestos los menores con un mal uso de la herramienta.
Lo cierto es que las pantallas constituyen un recurso con altas probabilidades de fomentar un mejor aprendizaje según intereses y necesidades de los niños y adolescente, ya que la tecnología forma parte de su día a día.
Se enfatiza la importancia de un uso moderado y supervisado de las pantallas, guiado por adultos responsables. Durante la etapa de aprendizaje y desarrollo de los jóvenes, que incluye jornadas escolares extensas, la figura del maestro se vuelve, también, esencial para complementar la educación y guiar el uso adecuado de los dispositivos digitales. A pesar de ser ‘nativos digitales’, los jóvenes carecen de conocimientos sobre los riesgos y oportunidades de las pantallas al inicio, por lo que padres y maestros desempeñan un papel crucial al educar sobre su uso correcto. Esta formación digital continúa tanto en el ámbito escolar como en el hogar, donde los padres también deben actuar como guías para asegurar un uso consciente y beneficioso de la tecnología por parte de niños y adolescentes.
¿Cuáles son las recomendaciones más realistas para controlar el uso de pantallas con los niños? ¿Es menos perjudicial si el uso de pantallas está dedicado a tareas educativas? ¿Se complica después, con la vuelta al cole, el hecho de querer limitar de nuevo los tiempos de uso? ¿Hay una vuelta atrás o ya es una misión imposible?
El aprendizaje debe ser mixto, lo que implica que las pantallas deben coexistir con otros recursos educativos tradicionales a los que los jóvenes deben seguir teniendo acceso. Por ello, lo crucial es centrarse en enseñarles a cómo hacer un uso correcto de estos dispositivos. Así lograremos que, cuando se les da acceso con un propósito educativo, los jóvenes cumplan con este objetivo y prescindan de dedicarle tiempo al ocio o para distraerse en clase. Adicionalmente, también evitaremos cualquier problema cuando queramos limitar a la vuelta de períodos en los que priman otros usos, como ocurre en las vacaciones, pero también en los fines de semana.
Por su parte, para gestionar de manera efectiva el uso de pantallas con niños es recomendable establecer límites de tiempo claros y apropiados según la edad y las necesidades individuales del niño, así como definir a qué entornos tienen acceso, no es lo mismo estar en plataformas de redes sociales viendo vídeos que pueden estar lejos de las recomendaciones de contenido por su edad y llegar a ser perjudiciales, que estar en un entorno seguro y protegido, donde se ofrecen contenidos educativos de calidad, basados en los intereses del niño o adolescente, pero siempre asegurando que es un entorno seguro y con contenido de calidad adecuado a la edad.
Esto debe complementarse con la creación de horarios y rutinas estructuradas que incorporen actividades físicas, sociales y educativas fuera de la pantalla. Es fundamental fomentar un uso activo y educativo. Además, es crucial supervisar el contenido al que tienen acceso los niños, utilizando herramientas como filtros parentales y estableciendo reglas sobre qué tipos de contenido son adecuados. Promover el tiempo en familia sin pantallas y modelar un uso equilibrado de la tecnología son prácticas que refuerzan hábitos positivos. La comunicación abierta y constante sobre los beneficios y riesgos del uso de pantallas completa estas recomendaciones, adaptándolas según la edad y el desarrollo individual de cada niño para crear un entorno equilibrado y saludable.