05 Jun La familia es hoy más débil y está peor tratada que hace 45 años, según lo establecido en la Constitución.
El Informe ‘Constitución y Familia. Un principio fallido’ analiza en qué no protege el Estado a la institución familiar.
2024. ABC
Laura Peraita
El Estado español no protege en cuestiones clave a la familia, que es ahora mucho más débil que con anterioridad a la Constitución de 1978. Así de tajante es la conclusión del último informe ‘Constitución y familia. Un principio fallido’, elaborado por el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social (CEU-CEFAS).
Alejandro Macarrón, autor de este análisis y responsable de Estudios y Análisis Social de CEU-CEFAS, explica en exclusiva para ABC que hay, entre otras, tres cuestiones fundamentales en las que el Estado no se ha preocupado de la familia según lo establecido en la Constitución. «En primer lugar, en relación a su formación, al devaluar el matrimonio (hay muy baja nupcialidad) y respecto a su estabilidad, al facilitar al máximo la ruptura conyugal«.
En segundo término considera que tampoco se ha favorecido la ampliación de las familias con más hijos al haber convertido el aborto en un derecho legal pagado por el Estado, y pagarse asimismo con fondos públicos los anticonceptivos. «Y, por último, destacaría que tampoco se la protege económicamente, ya que contamos con una presión fiscal que duplica la de 1978, mucho más desempleo que entonces, a lo que se añade una enorme deuda pública que se traduce en impuestos, así como un modelo de gestión de vivienda muy intervenido y orientado al ‘pelotazo’ y una inmigración masiva cuando hay tanto paro».
Explica que a igualdad de otros factores y de valores morales, «si las casas son más caras porque la construcción y la vivienda terminada soportan una mayor fiscalidad, y los sueldos reales son más bajos por estar gravados con tipos más altos de IRPF y SS, y por pagar las empresas más impuestos que les dejan menos dinero para pagar mejor a sus empleados y contratar más personal, mucha gente afectada esperará más a emanciparse del hogar paterno o casarse, y se lo pensará más a la hora de tener un primer hijo o los siguientes».
Fragilidad matrimonial
El estudio recoge que los datos desde que el divorcio es legal en España no son precisamente la historia de un éxito en los últimos 45 años -un mandato constitucional- en cuanto a protección de la familia, sino todo lo contrario. La tasa de ‘fragilidad matrimonial’ (número de divorcios por cada cien bodas) ha superado el 60% en 13 de los últimos 18 años. Con las pautas de ruptura conyugal que hay, al menos el 50% de los matrimonios se acabarían separando. De ellos, un tercio se separa antes de los 20 años de casados y la quinta parte, en los primeros 10 años.
Añade Macarrón que en 50 años se ha multiplicado por seis el porcentaje de españoles que viven solos, y los hijos únicos son ahora muchos más que entonces. «Esto tiene tres grandes causas que se alimentan entre sí: menor fecundidad, baja nupcialidad y alto número de divorcios. Y de forma directa, la baja fecundidad conlleva a que haya muchos más niños sin hermanos ( lo que aumenta la tasa de soledad en la infancia), y que cuando una pareja sin hijos se separa, en general, pase a haber dos personas más viviendo solas».
En el informe también se destaca que la sociedad española está envejeciendo de manera acelerada por falta de niños y savia joven. Desde hace más de diez años, el número de nacimientos en España es menor que el de defunciones. En la primavera de 2024 se ha llegado a una pérdida acumulada de 1,5 millones de españoles autóctonos desde 2012, por más fallecimientos de personas nacidas en España que nacimientos de bebés con madres nacidas en España, «una merma tan preocupante como desconocida por los españoles. Es más –matiza este experto–, en ausencia de flujos migratorios, significaría que hacia 2054, en unos 30 años, donde hoy hay 100 adultos de 18 a 40 años, habría sólo 55. Y en 2084, 30. Y en 2114, 17. ¡83% menos adultos jóvenes que ahora en 90 años! –advierte–. Con algunas décadas de retraso, la población total iría menguando a un ritmo similar por la falta de jóvenes. Ya hemos recorrido una parte de esta ruta hacia el abismo demográfico. En enero de 1977 había en España 9,9 millones de menores de 15 años. En enero de 2024 sólo 6,4 millones, de los que 4,5 millones eran hijos de madres nacidas en España. Y el porcentaje de españoles con 65 años o más se ha multiplicado casi por 2,5 en este lapso de tiempo».
En busca de soluciones
Para tender soluciones, Alejandro Macarrón explica a ABC que «las familias necesitan políticas económicas que favorezcan que haya menos paro, que aumente la productividad (sueldos más altos), la vivienda sea más abundante y barata, que llegue a España sólo la inmigración que se precise para cubrir huecos en el mercado laboral… Para lograrlo, es preciso mejorar la educación; dar más libertad y quitar trabas a las empresas; aumentar en gran medida la oferta de suelo urbanizable y eliminar la ‘ocupación’ de viviendas; un Estado mucho más austero que baje apreciablemente los impuestos; energía barata, segura y abundante (es decir, más nuclear); ordenar mucho mejor la inmigración para cubrir huecos en el mercado laboral, etcétera.».
También considera urgente «una mayor concienciación de la población sobre la importancia de este asunto, que pase a ser una preocupación de primer nivel en la agenda política y entre los intelectuales y personas que conforman la opinión pública».
Considera, no obstante, que «aunque los políticos tienen muchísima responsabilidad en el hundimiento de la familia en España, es muy cómodo echarles a ellos toda la culpa, como si los españoles no los votaran y no tuvieran capacidad de actuar en política dentro o fuera de los partidos existentes, como si los políticos les impidieran casarse y tener varios hijos, o el Estado les forzara a divorciarse o a abortar. Y entre los intelectuales y personas influyentes en la opinión pública en la España de los últimos 45 años, solo una exigua minoría ha abogado por la familia estable y por más natalidad. Es más, muchos han apoyado o propiciado lo contrario, de forma directa o indirecta. Finalmente, parafraseando al presidente francés Clemenceau, cuando dijo (de forma algo injusta para con los militares) que «la guerra es un asunto demasiado importante para dejarlo en manos de los militares», aquí cabría decir que «la fortaleza de la familia y la natalidad son demasiado importantes para dejarlas solo en manos de los políticos».
A este respecto, el informe insiste en que la responsabilidad de la poca preocupación hacia la familia se debe también a:
-Excepciones. Los intelectuales, académicos y los creadores de opinión pública influyen mucho en los políticos y el electorado. Con escasas excepciones, poco han advertido sobre el hundimiento de la familia y la natalidad en los últimos 45 años.
-Apoyo ciudadano. En democracia, como decía Winston Churchill, los pueblos tienen lo que se merecen. Y los españoles han apoyado reiteradamente de forma muy mayoritaria en las urnas a políticos que no han sabido o querido defender a la familia ni apoyar la natalidad.
-Libre elección. La política no lo es todo. Los empresarios y trabajadores, y la sociedad civil en general, cuentan muchísimo también en el devenir de las sociedades. Cada español individual ha sido esencialmente libre de querer casarse o no, de divorciarse o no, de tener hijos o no, de abortar o no…
-Libre decisión. Tampoco es culpa de la CE-78 como tal el haber sido incumplida en tantos puntos importantes, salvo en aquellos en que fuera muy complicado cumplirlos por contener mandatos o promesas intrínsecamente difíciles de satisfacer, bien por ser excesivamente buenistas, bien por ser contradictorios con otras partes de la propia Constitución.