06 Mar María Velasco: «¡Qué tontería es esta de creernos que podemos trabajar fuera de casa, dentro y estar perfectas!».
Durante un encuentro organizado por Fundación Redmadre se analizó cómo deben gestionar las mujeres sus miedos en la maternidad.
2024. ABC
Laura Peraita
Alejandra Corsini perdió a su bebé en la semana 14 de su embarazo. «Estaba prácticamente recién casada y mi marido y yo lo habíamos concebido con muchísima ilusión, por lo que fue un aborto muy traumático. A pesar de nuestros miedos ante la posibilidad de volver a pasar por un trance tan duro, decidimos seguir en nuestro empeño de tener hijos. Y llegó Felipe, que es un bebé arcoiris por toda la alegría que supone tenerle en brazos tras la pérdida de un hijo anterior».
Y la familia siguió creciendo. Un año más tarde nació la segunda hija de este matrimonio. Pero su llegada no fue como esperaban. No respiraba y se la llevaron urgentemente los médicos. Informaron a los padres de que la bebé tenía una cardiopatía incompatible con la vida y que habría que operarla a vida o muerte y, si sobrevivía a la operación, tendría posibilidades de vivir. «Fueron 10 horas de operación. Todo salió bien, pero se quedó en el hospital ingresada. Al año y medio la volvieron a operar. En esta ocasión mis miedos fueron insoportables. Yo ya había tenido experiencias vividas con ella (algo que no tuve con el bebé que murió en la semana 14 de embarazo) y al volver a casa veía su cunita, sus juguetes y cositas y me aterrorizaba perderla. Fueron momentos de mucho miedo en los que hace falta mucho apoyo para soportarlo y superarlo».
Alejandra Corsini contó su historia durante la celebración del V encuentro ‘Influencers & Maternidad’ de Fundación RedMadre centrado en ‘La gestión de los miedos en la maternidad’. Tampoco dudó en trasladar su experiencia Rocío Martínez de Tejada, madre de cinco hijos. Aseguró que su mayor miedo como madre es «a faltarle a mis hijos», y eso que sabe muy bien lo que es perder a un bebé porque sufrió dos abortos.
En su testimonio, confesó sus miedos desde dos vertientes distintas. «Cuando nació mi cuarto hijo tuve una infección muy grave con fiebres tan elevadas que un día, al llegar mi marido a casa después de llevar a los tres hijos mayores al cole, me encontró inconsciente, desangrándome y al bebé a mi lado. Me llevó una ambulancia al hospital donde estuve 20 días ingresada y, posteriormente en casa dos meses muy débil. En ese momento yo solo quería recuperarme, sobrevivir porque había estado muy mal. Sin embargo, poco después me empezó a entrar mucho miedo por la idea de faltar a mis hijos, no poder cuidarles… no poder quererles cuando son todo para mí. Desarrollé ese miedo».
Corsini aseguró que no fue el único miedo que le asaltó. «Poco después me empecé a preocupar por faltar a mis hijos, pero de otra manera. Es decir, a no poder atender por igual a los cuatro hermanos, a que cuando me metía en la cama recordaba que no había preguntado a uno de ellos sobre su examen. Vivir de forma paralela todas las edades de mis hijos mientras compaginas todo con tu vida laboral es complicado y me da miedo perderme algo de su infancia porque disfruto mucho de ellos».
El enfoque de los temores en la maternidad que declaró Lorena Salazar fueron bien distintos. «El embarazo produce en la mujer cambios que afectan al físico, pero también a las emociones por la revolución hormonal a la que está sometida la mujer. Muchas, aunque no lo reconozcan -puntualizó- no se sienten apoyadas por su pareja, siendo uno de los momentos vitales en los que más ayuda se necesita. Esta situación puede generar distanciamiento y a mí me costó separarme de mi pareja en mi primer embarazo, y casi en el segundo, porque volví a vivir las mismas sensaciones».
Recordó que en su segundo embarazo publicó una carta en redes sociales contando esta situación y cómo afrontar esta falta de apoyo en un momento crucial de estrés, incertidumbre, emociones a flor de piel… «y fue brutal la cantidad de mujeres que manifestaron sentirse identificadas conmigo. Es importante que al hombre también se le informe de los cambios físicos, pero sobre todo psicológicos de las mujeres en estado para que pueda afrontarlos de otra manera y vivirlo de manera conjunta con conocimiento, apoyo y voluntad».
Tras escuchar estos testimonios, María Velasco, psiquiatra del Hospital Ramón y Cajal y autora de ‘Criar con salud mental’, aseguro que, efectivamente, la maternidad cambia la vida de la mujer para siempre. «Nuestro cerebro se modifica porque hay hormonas que son las que permiten que se produzca ese embarazo y, además, cambian la estructura cerebral. Hay que ser una madre suficientemente buena, no perfecta. Ese es nuestro lema. Es necesario atender nuestras necesidades físicas y emocionales, pero también las relaciones de pareja, y facetas como la laboral y la propia identidad como persona. Reconozco que es algo muy complicado porque la sociedad es muy individualista y las mujeres han dado un salto generacional enorme respecto a sus madres y abuelas. Estamos en una transición en la que hemos ganado cosas, pero también hemos perdido otras muy buenas. Las mujeres nos hemos vuelto ambiciosas, pero esto es un cuento chino. La crianza es una relación humana de cuidados. Primero debemos conocer a nuestro hijo, porque cada uno es diferente y llega en etapas vitales distintas. Esto es un trabajo; la familia es una empresa. ¡Qué tontería es esta de creernos que podemos trabajar fuera de casa, dentro y, además, hacerlo perfecto. Y, por si fuera poco, estar perfectas. ¿Qué brutalidad de nivel de exigencia tenemos?».
Añadió que estas exigencias hacen que «todos estos miedos que se viven en la maternidad se hagan más grandes. ¿Cómo los evitamos? Sintiéndonos acompañadas, cuando recibimos el abrazo de alguien, nos dan recomendaciones… Estamos muy solas ante tanta exigencia y nos callamos porque quizá, cuando miramos a la de al lado, pensamos que si ella puede con todo, no le voy a contar yo mis pesares».
Ante esta situación planteó la necesidad de crear «una tribu, una red de madres de distintas edades para que contemos lo que nos pasa, que nos ayudemos las una a las otras, que seamos ese hombro para compartir las preocupaciones laborales, de pareja, con los hijos, el miedo a no estar, a no ser suficiente a saber qué hacer si nos ponemos tristes, a valorar si es normal o no… No hay que olvidar que este tipo de aspectos van a marcar el estilo de familia que estamos creando. No es lo mismo una familia donde la madre está serena y hay una buena relación de pareja y con los hijos, que una familia en la que cada uno está metido en su habitación intentando no hablar de los problemas, porque todo el mundo tiene problemas, pero prefieren no sacarlos para vivir en modo huida. A la familia la creamos cada día y es difícil, muy complejo porque estamos hablando de relaciones humanas. Y esta red puede ayudar a que las madres se sientan mejor y a que su salud mental y la de sus hijos se fortalezca».
Recalcó que por su profesión es testigo de cómo se han triplicado las consultas de adolescentes en psiquiatría «y esto se debe a que los menores no tienen un sostén en sus casas porque nosotras no podemos estar bien porque nadie nos sostiene y el sistema nos exige. Entonces -puntualizó- vamos a parar, vamos a ser valientes y hacer nuestro propio sistema de valores y ver qué puedo postergar porque ahora estoy en la crianza de mis hijos. No es lo mismo en los primeros años que cuando son adolescentes. Cada etapa va a requerir determinadas atenciones y conocer qué necesitan nuestros hijos».
Durante el acto, María Torrego, presidenta de Fundación RedMadre, destacó que en el corazón de esta organización, además del acompañamiento a las madres que finalmente desean no abortar y se sienten solas y perdidas, «les apoyamos también con un acompañamiento inspirado en dar un cambio a sus vidas ayudándolas a descubrir sus talentos de cara a lograr un empleo digno que las haga crecer como personas».
Añadió que «sólo he elegido un mensaje: Fundación Redmadre tiene una misión muy concreta de acompañamiento y hay una complementariedad preciosa que es inspirar al cambio y al crecimiento a través del empleo; por ello hace años surgió un proyecto de empleabilidad para ayudar y acompañar en esta línea porque una vez que tienes a tu hijo la vida sigue y ahí es importante que la mujer tenga la posibilidad de trabajar y de formarse. Nosotros colaboramos a ello a través de unos talleres internos que imparten voluntarias profesionales que ayudan a las madres que nos piden apoyo a conectar con sus talentos para que pueden elegir mejor qué estudiar y abrir las puerta al mundo profesional».
Torrego hizo una mención especial a dos organizaciones que apoyan este proyecto, Fundación Adecco y Formación Universitaria, que ofrecen cursos y formación profesional a las mujeres colocándolas en otro lugar. María Torrego terminó su intervención diciendo: «Gracias por influir y difundir la belleza de la maternidad con todo lo que envuelve y, por supuesto, con todo lo que conlleva, que muchas veces son dificultades y para esas situaciones están las fundaciones como Redmadre. Por eso es importante que se conozca nuestra labor».