08 Ene Dormir poco y mal aumenta el riesgo de diabetes en las mujeres.
Una reducción de 1,5 horas de sueño puede aumentar el nivel de glucosa e insulina en sangre.
Laura Campillo
Según un estudio financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, el sueño insuficiente crónico puede provocar un aumento en la resistencia a la insulina en mujeres sanas, con efectos más marcados en las mujeres posmenopáusicas. Los resultados del estudio, publicado en la revista Diabetes Care, subrayan la importancia del descanso adecuado para minimizar los riesgos de padecer diabetes tipo 2.
«Las mujeres duermen peor que los hombres, por lo que es fundamental comprender cómo afectan los trastornos del sueño a su salud a lo largo de la vida, especialmente en el caso de las mujeres posmenopáusicas«, explica la doctora Marishka Brown, directora del Centro Nacional de Investigación sobre Trastornos del Sueño del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI).
Investigaciones anteriores se han centrado en cómo afecta la restricción de sueño al riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, hipertensión y trastornos del metabolismo, que pueden provocar resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. Sin embargo, estos estudios se han realizado únicamente en hombres, en personas que ya padecían diabetes o en la restricción severa de sueño a corto plazo.
En el estudio actual sólo participaron mujeres y se estudió las consecuencias de una restricción leve y prolongada del sueño. Una reducción de 1,5 horas cada noche aumentaba el nivel de glucosa e insulina en sangre de las mujeres. La insulina ayuda a regular la glucosa en el organismo, si las células del cuerpo desarrollan resistencia, se vuelven menos capaces de utilizar la insulina eficazmente y puede hacer que aumente el riesgo de sufrir prediabetes y diabetes tipo 2.
Para la muestra, los investigadores reclutaron a 40 mujeres de entre 20 a 75 años con patrones de sueño saludables (al menos 7-9 horas por la noche), con niveles normales de glucosa en ayunas, pero con riesgo elevado de padecer enfermedades cardiometabólicas por tener sobrepeso u obesidad o antecedentes familiares de diabetes tipo 2, aumento de lípidos en sangre o enfermedades cardiovasculares.
Las mujeres llevaron un sensor en la muñeca para registrar su sueño y determinar sus patrones típicos durante dos semanas. A continuación, las mujeres completaron dos fases de estudio en seis semanas en orden aleatorio: una en la que continuaron sus patrones de sueño saludable y otra en la que se les restringió el sueño. Entre medias, hubo un descanso de seis semanas para recalibrarse.
Durante la primera fase de sueño adecuado, las participantes mantuvieron sus horarios habituales de sueño (7,5 horas de media por la noche). En la fase de restricción del sueño, las participantes retrasaron la hora de acostarse (1,5 horas), durante esta fase dormían 6,2 horas por la noche, la media del sueño de los adultos estadounidenses con sueño insuficiente. Al principio y al final de cada fase, las participantes realizaban una prueba oral de tolerancia a la glucosa e insulina en sangre, junto a una resonancia magnética para medir la composición corporal.
Los resultaron mostraron que cuando las participantes dormían 6,2 horas por la noche, su resistencia a la insulina aumentaba un 14, 8% entre las mujeres premenopáusicas y posmenopáusicas, con efectos más grandes para las posmenopáusicas (hasta un 20,1%). Los investigadores observaron que, en las mujeres premenopáusicas, aumentaron los niveles de insulina en sangre en ayunas, como respuesta a la restricción de sueño, mientras que en las mujeres posmenopáusicas aumentaban sus niveles de insulina y glucosa en ayunas.
«Lo que estamos viendo es que se necesita más insulina para normalizar los niveles de glucosa en las mujeres en condiciones de restricción del sueño, e incluso entonces, la insulina puede no haber estado haciendo lo suficiente para contrarrestar el aumento de los niveles de glucosa en sangre de las mujeres posmenopáusicas», ha destacado el profesor asociado de medicina nutricional y director del Centro de Excelencia para el Sueño y la Investigación Circadiana en la Universidad de Columbia Vagelos Colegio de Médicos y Cirujanos y autor principal del estudio.
«Si eso se mantiene en el tiempo, es posible que la insuficiencia prolongada de sueño entre individuos con prediabetes pueda acelerar la progresión a diabetes tipo 2«, añade.
Los investigadores analizaron si los cambios en el peso corporal explicaban las alteraciones en la insulina y la glucosa, puesto que las personas tienden a comer más en estados de sueño restringido. Sin embargo, descubrieron que los efectos sobre la resistencia a la insulina eran independientes de los cambios en el peso corporal. Una vez que las mujeres empezaron a dormir sus horas típicas, los niveles de glucosa e insulina volvieron a la normalidad.
«Este estudio proporciona nuevos conocimientos sobre los efectos en la salud de incluso pequeños déficits de sueño en mujeres de todas las etapas de la edad adulta y orígenes raciales y étnicos» subraya Corinne Silva, directora del Programa en la División de Diabetes, Endocrinología y Enfermedades Metabólicas del NIDDK.
«Los investigadores están planeando estudios adicionales para comprender mejor cómo la deficiencia de sueño afecta el metabolismo en hombres y mujeres, así como explorar las intervenciones del sueño como una herramienta en los esfuerzos de prevención de la diabetes tipo 2″, concluye.