El simple gesto con el que puedes alargar la esperanza de vida de tu abuelo.

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Una nueva investigación demuestra que las personas que no reciben la visita de amigos y familiares, al menos, una vez al mes tienen un riesgo de muerte prematura mayor.

A.M

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La soledad no deseada afecta de manera negativa a la salud, tanto física como mental, de las personas y, por tanto, a su calidad de vida. Solo en España, se calcula que el 13,4% de los individuos la sufren, afectando más a las mujeres (14,8%) que a los hombres (12,1%), según el Observatorio SoledadES. Además, las personas en soledad no deseada llevan unos 6 años en esta situación y el 22,9% se sienten solas durante todo el día. En la UE, se se estima que unos 30 millones de ciudadanos se sienten solos con frecuencia. Sin embargo, el 80% de las personas cree que la soledad es un problema invisible.

Ante este panorama, cabe destacar la reciente investigación publicada en la revista BMC Medicine en cuanto a las relaciones sociales y su relación con la mortalidad (Social connection and mortality in UK Biobank: a prospective cohort analysis), que arroja cierta luz tras analizar los aspectos cualitativos y cuantitativos de la soledad: con qué frecuencia podían confiar en alguien cercano; con qué frecuencia se sentían solos; cada cuánto veían a familiares y amigos; si participaban en actividades con más personas y si vivían solos.

Y es que, hace ya tiempo, que se sabe que la soledad afecta a la calidad de vida. De hecho, el mayor estudio sobre la felicidad hasta la fecha, realizado por la Universidad de Harvard, concluyó que las relaciones sociales son vitales en un buen estado de ánimo.

Ahora, esta nueva investigación da un paso más allá y desvela que las personas que no se relacionan con otras tienen mayor riesgo de mortalidad prematura debido a la falta de contactos sociales poco frecuentes en combinación con los sentimientos de aislamiento que experimenta la persona y con independencia de que se apunten a actividades grupales.

La investigación dice que tener niveles bajos de conexiones sociales objetivas (como no ver a amigos y familiares con frecuencia) o sentimientos subjetivos de falta de conexión social (como la sensación de no poder confiar en alguien cercano o sentirse solo con frecuencia), aumenta el riesgo de morir de forma prematura.

«Nuestro estudio analiza varias dimensiones de la conexión social y ha descubierto que la combinación de las mismas podría afectar al riesgo de muerte prematura más de lo que se pensaba», explica Hamish Foster, de la Universidad de Glasgow y uno de los autores de esta investigación. «Esto significa que, a la hora de abordar problemas como la soledad y el aislamiento social, debemos evaluar estas distintas dimensiones tanto por separado como combinadas si queremos identificar y apoyar a los más aislados de la sociedad«

La investigación descubrió que las personas que vivían solas y carecían de otros indicadores de conexión social (como tener un contacto poco frecuente con amigos y familiares o no participar en actividades de grupo con regularidad) podían tener un riesgo de muerte especialmente alto.

El estudio se realizó durante casi 13 años con 458.146 personas. A lo largo de él, murieron el 7,2% de los participantes. Durante este tiempo, los investigadores comprobaron que cuando la frecuencia de visitas de amigos y familiares eran al menos mensuales había un menor riesgo de mortalidad. Pero este se disparaba un 39% más entre aquellos que viven solos y no reciben visitas ni siquiera una vez al mes. Con respecto a que socialicen mediante actividades grupales, los investigadores no vieron grandes resultados si no tienen de cerca a sus seres queridos.

Además, el estudio sugiere que los efectos de ciertos marcadores extremos de desconexión social (como las personas que vivían solas y tampoco veían nunca a sus amigos y familiares) podían ser lo suficientemente fuertes como para enmascarar los beneficios de tener algunas conexiones sociales positivas (como participar en actividades de grupo regulares).