22 Dic Cuáles son las discapacidades “invisibles” y por qué hay «falta de concienciación y sensibilización» sobre ellas.
Autismo España denuncia la «falta de conciencia y sensibilización» sobre ellas.
Redacción
Tener una discapacidad va mucho más allá de usar silla de ruedas, caminar con muletas, llevar audífono en las orejas o ayudarse de un bastón blanco en la calle. Decenas de miles de personas en España cuentan con una discapacidad reconocida oficialmente y sin embargo no cumplen ninguna de las condiciones mencionadas. En cambio, padecen un daño orgánico, una enfermedad severa, algún problema de salud mental o por ejemplo tienen inteligencia límite.
Las conocidas como discapacidades “invisibles” no llevan asociadas ningún rasgo físico y diferenciador que sea perceptible a simple vista. Es el caso, por ejemplo, del autismo, una condición de origen neurobiológico que “solo se manifiesta a nivel de las competencias cognitivas de las personas y del comportamiento”, según explica la psicóloga del área de Investigación de Autismo España María Valverde. Lo mismo sucede con otras discapacidades relacionadas con patologías cardiovasculares, auditivas o psicológicas.
De hecho, el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la población con discapacidad en España cuantifica que existen 4,3 millones de personas mayores de seis años con algún tipo de discapacidad.
Principalmente tienen algún problema de movilidad, audición o visión. Pero al menos un 16% cuenta con problemas de «aprendizaje, aplicación del conocimiento y desarrollo de tareas» y a alrededor de un 14% le afecta en su interrelación con los demás o relaciones personales.
La imagen creada de las personas con discapacidad generalmente se asocia al uso de productos de apoyo, como una silla de ruedas o un bastón. Pero no siempre es así. “Hay muchas discapacidades que no se aprecian a simple vista y pueden ser tan incapacitantes o más que las que se perciben de manera externa”, aduce el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) . Como ejemplo, señala la discapacidad orgánica, auditiva, el trastorno del espectro autista, patologías de salud mental o incluso dolor crónico.
Esto supone un obstáculo añadido “al libre ejercicio de sus derechos que se acentúa por tener que enfrentarse a la negación o minimización de su discapacidad por parte de otras personas, incluso por profesionales de la salud”, según denuncia el Cermi.
La discriminación y los prejuicios se traducen en que a veces hay que justificar constantemente que realmente hay una limitación. “Es habitual verse obligado a mostrar la tarjeta acreditativa de discapacidad, lo cual limita de manera considerable su independencia y autonomía”, agrega la entidad que representa a las organizaciones de la discapacidad.
Una de las grandes dificultades a las que se enfrentan las personas diagnosticadas con discapacidades “invisibles” es la falta de conciencia y sensibilización, según explican diversas asociaciones de la discapacidad consultadas por Maldita.es. La educación también es fundamental para paliar las dificultades a las que se enfrentan las personas con discapacidad no visible.
Por eso, el Cermi también explica que es fundamental “hacer incidencia política para que toda la normativa que protegen a las personas con discapacidad se aplique de igual forma, sea o no sea visible”.
En este sentido, la legislación española se centra en garantizar los derechos de las personas con discapacidad en general, sin distinguir específicamente entre discapacidades visibles e invisibles.
Para apoyar a las personas con discapacidades invisibles, la asociación Perkin Access, que trata de construir un mundo digital accesible, y Harvard Business Review ofrecen en sus páginas web consejos para apoyar a este colectivo. Entre otras cuestiones, recomiendan asumir que todas las discapacidades pueden no ser tan obvias y que ninguna discapacidad se considera más importante o merecedora de apoyo porque «todas exigen respeto, dignidad y empatía».
También piden no hacer suposiciones, dado que es habitual no percatarse de estas patologías y es necesario tomarse tiempo para conocer a la persona y los desafíos a los que se enfrenta. Además, piden no generalizar las discapacidades porque cada persona diagnosticada con una discapacidad vive su propia realidad y no puede ser comparada al resto.
Finalmente, apuntan que la ausencia de síntomas visibles no significa que su discapacidad sea inexistente y apuestan por comunicarse abiertamente y con empatía mediante una comunicación abierta y honesta.