22 Dic La merienda escolar perfecta existe: estos son los dos ingredientes que debe llevar.
A los siete años los niños o dejan de hacer esta ingesta en la tarde o consumen una alternativa poco saludable.
Carlota Fominaya
La opción más extendida de las meriendas infantiles en España es el bocadillo, normalmente con embutido, que los niños toman varias veces a la semana y muchos de forma diaria. En concreto, entre los 7 y los 17 años, esta opción está presente en la mitad de las meriendas (49,9 por ciento) mientras que la bollería y las galletas se sitúan en el 37,1 por ciento.
Así lo constata el ‘Libro Blanco sobre Meriendas infantiles’ elaborado por un equipo de dietistas-nutricionistas e impulsado por la Asociación Española de Fabricantes de Yogur y Postres Lácteos Frescos (AEFY), que concluye que esta toma de la tarde se caracteriza en nuestro país por su «gran aporte calórico y baja calidad nutricional, lo que puede influir directamente en la salud durante la infancia e impactar en la edad adulta y ser motivo de sobrepeso, obesidad, diabetes o patologías cardiovasculares e, incluso, cáncer».
Los expertos que han participado en este informe han llamado la atención sobre lo que los padres dan a sus hijos al salir del colegio, «ya que representa, aproximadamente, el 10 por ciento del total del valor energético (calorías) que se consumen al día. «Este momento es una gran oportunidad para mejorar la calidad de la dieta, incorporando alimentos con un perfil nutricional adecuado».
En este sentido, según las evidencias científicas de la investigación, se prueba que una de las mejores opciones para la merienda es elegir los alimentos recomendados en la dieta mediterránea. Así, estos expertos han señalado que «una buena combinación sería un lácteo, como el yogur, junto con un poco de fruta, frutos secos… y así ayudar a cubrir los requerimientos calóricos y nutricionales necesarios para el normal crecimiento y desarrollo de los niños».
El Libro Blanco señala que el consumo adecuado de alimentos lácteos y, en particular, del yogur, se asocia a una mayor calidad de la dieta. El yogur, explica De Cangas, «es una buena opción para los niños y jóvenes por su contribución al valor energético total de la dieta y por su aportación de calcio y vitamina D, los cuáles intervienen en la salud ósea, metabólica y función antioxidante».
Igualmente, prosigue este doctor, «el yogur contiene baterias ácido lácticas que ayudan a una mejor digestión del alimento, además de otros beneficios como la acción inmunomoduladora». La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), recuerda, «recomienda el consumo de dos raciones de alimentos lácteos al día, siendo una ración equivalente a dos yogures naturales».
El Libro Blanco también hace un llamamiento sobre la dieta de los niños y adolescentes españoles, que se caracteriza por una elevada ingesta proteica y baja ingesta de hidratos de carbono aunque, por otro lado, refiere un adecuado consumo de grasa. Sin embargo, señala De Cangas, «resulta llamativo que la ingesta de Vitamina D y Calcio sigan siendo insuficientes desde hace dos décadas».
De hecho, es importante señalar, prosigue, que «una alimentación deficitaria puede ocasionar falta de crecimiento, emaciación (pérdida de peso patológica) y un desarrollo inadecuado de los órganos vitales, así como un deficiente funcionamiento del sistema inmune que los haga más susceptibles a enfermedades infecciosas y crónicas a lo largo de su vida».