27 Jul Científicos advierten de que el desahogo económico es tan importante como la salud para una vida longeva.
La última investigación del CENIE pone de relieve cómo las decisiones en el ámbito económico marcan la vida de los mayores y apuesta por mejorar la educación financiera. Otros expertos, además, piden a las administraciones medidas para evitar que «nadie contrate nada que vaya contra sus propios intereses».
María Martínez Collado
¿Es suficiente gozar de una buena salud para poder disfrutar en la vejez? Los investigadores del Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE) han puesto en duda esta idea que con asiduidad se repite. Para los expertos, el bienestar de las personas se enraíza con tres ámbitos indisociables: la salud física, la mental y la económica. Precisamente en esta tercera esfera se centra el último informe del instituto, donde se analiza cómo las decisiones en el ámbito financiero marcan la vida de los mayores.
El estudio Salud financiera: nuestras decisiones y el futuro, presentado este martes en el Colegio de Economistas de Madrid, «focaliza su atención en la construcción de la capacidad financiera que da lugar a una buena salud económica de las familias», ha explicado Jaime García, investigador y coordinador del informe en una conversación con Público.
La presentación de la investigación forma parte del proyecto Nuevas Sociedades Longevas que aspira a contribuir a «la necesaria redefinición del Estado de Bienestar en las sociedades actuales», donde la pirámide poblacional cada vez parece más invertida —cerca del 20% de los ciudadanos tienen más de 64 años en España—.
En este sentido, CENIE considera imprescindible poner a la altura de la salud física la influencia de la economía familiar en la felicidad de las personas mayores, sobre todo cuando ya se han jubilado.
El poder adquisitivo al llegar a la vejez influye en la calidad de vida de maneras muy diversas que pueden ir desde poder pagar la vivienda en la que residen, ayudar a los hijos o nietos en situaciones de crisis (como ocurrió en 2008) o algo tan básico como tener la libertad material de poder divorciarse. Muchas personas, sobre todo las mujeres mayores, no pueden hacerlo porque cobran muy poco de jubilación, fruto de las reducciones de jornada, trabajos peor pagados o directamente haber trabajado en la economía sumergida.
Por ello, y por el impacto que los problemas económicos tienen en la salud mental —siendo España el país europeo con la tasa más alta de síntomas depresivos en población de edad avanzada—, los investigadores del CENIE han elaborado, a partir del estudio, «un curso online donde se intenta enseñar a la gente cómo ahorrar».
Un 31% de los mayores de 65 años entrevistados «afirman que nunca han tenido una idea clara» sobre cuál es el momento adecuado para ahorrar de cara a la jubilación. Mientras otro 30% señala que empezó a ahorrar a partir de los 40 años. «Todo ello revela que hasta ahora, no ha habido una organización suficiente», de acuerdo con lo establecido por los expertos del CENIE.
a guía gratuita publicada en la página oficial del centro de investigaciones ofrece una serie de consejos sobre cómo planificarse en base a la administración diaria, la capacidad de generar un fondo de emergencia para poder afrontar imprevistos, el establecimiento de metas a corto y largo plazo, la flexibilidad financiera y la deuda inteligente.
«El objetivo último es dar a la población una herramienta que permita mejorar su educación financiera. Es cierto que en el mercado existen aplicaciones y páginas en los bancos que de alguna manera te enseñan, pero siempre son interesadas. Al final, maniobran en su propio beneficio», ha señalado García.
En la misma línea, María Eugenia Cadenas, coordinadora de Educación Financiera de la CNMV, ha destacado durante la presentación «la estrecha vinculación entre salud y educación financiera, y la importancia que esta tiene junto con la regulación y la supervisión».
A este respecto, se ha centrado en el compromiso asumido por el Banco de España, la CNMV y el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital de impulsar el Plan de Educación Financiera, «cuya principal finalidad es mejorar la cultura financiera de la población española».
A la espera de que las administraciones impidan el fraude
Desde otro punto de vista, el economista Carlos Sánchez Mato apuesta por una acción directa por parte de las administraciones públicas. El que fuera concejal en el Ayuntamiento de Madrid durante el mandato de Manuela Carmena propone entender la cultura financiera como «algo más que saber lo que pone en una clausula», e insiste en que las autoridades públicas deberían influir con elementos proactivos para evitar que «nadie contrate nada que vaya contra sus propios intereses».
«Las administraciones públicas deberíamos, en primer lugar, no contribuir a que sigan circulando productos como las hipotecas invertidas, los fondos de pensiones o los fondos colectivos que fundamentalmente benefician a quienes cobran la comisión de gestión», ha expresado Sánchez Mato a este medio.
El experto en política económica asegura que «este tipo de cosas siguen existiendo porque el marco legal, si bien dificulta considerablemente el fraude directo, sí que facilita que legalmente la gente firme cosas que son claramente contrarias al interés general». Dando lugar a un negocio que, expresa convencido, tan solo provoca «rentabilidades gigantescas a las entidades que lo gestionan, pero a costa del empobrecimiento de quienes lo contratan».
En definitiva, Sánchez Mato considera que «hay muchos más elementos» aparte de las decisiones individuales que influyen en el bienestar económico de las familias y que también «habría que considerar».