06 Mar Violencia obstétrica y matronas insuficientes: el escenario del parto en España.
Los cambios y mejoras en el desempeño del trabajo de estas profesionales no han llegado con la celeridad esperada 15 años después de la creación de la Estrategia de Atención al Parto Normal. Y sus cometidos no se limitan a la atención de la gestante, también a la educación reproductiva.
Diana Oliver
Mucho ha cambiado la atención a la mujer en las últimas décadas, sobre todo en cuanto a los procesos de embarazo, parto y posparto. Con la creación de la Estrategia de Atención al Parto Normal (EAPN) en 2007, propiciada por la lucha de colectivos como El parto es nuestro —asociación sin ánimo de lucro y feminista que pretende mejorar las condiciones de atención a madres e hijos durante el embarazo—, y por el deseo de mejora de muchas profesionales sanitarias, se dieron grandes pasos en cuanto a derechos sexuales y reproductivos. Según la federación de matronas, tras la entrada de la EAPN se observó, por ejemplo, un descenso en los datos de cesáreas realizadas en España, especialmente en la sanidad pública.
En la actualidad, en opinión de Soledad Carreguí, matrona y supervisora de partos en el Hospital de La Plana (Vila-real), ya cumplidos 15 años de la aprobación de la Estrategia, la situación sigue estancada: “Cuando se redactó en 2007 hubo un fuerte impulso para que algunas malas prácticas clínicas fueran abandonadas o para que otras que tenían claros beneficios para la madre o para el bebé se pusieran en marcha. Esta estrategia al principio caló, impactó, hizo que los profesionales se actualizaran y se cuestionaran las cosas”.
Según Carreguí, también a nivel social hubo un despertar por parte de las mujeres, que empezaron a demandar autonomía en la toma de decisiones a la hora de solicitar lo que esperaban para su parto. En la propia estrategia se elaboraron documentos como la Guía de Práctica Clínica de Atención al Parto Normal, que apoyó mucho a las matronas y profesionales que querían cambiar la forma de acompañar los nacimientos, o el plan de parto: “Gracias a este último, las mujeres han ganado cierta autonomía en su proceso de parto y posparto inmediato”.
La matrona considera que aunque ha habido grandes avances, los cambios no han llegado con la celeridad que profesionales y gestantes esperaban, no solo en cuanto a atención al parto sino también en cuanto a las infraestructuras y los entornos en los que acontecen los nacimientos. “Hoy seguimos con espacios que no están pensados para el desarrollo de un parto normal y con una mala práctica clínica; fruto de ello son las denuncias de las mujeres relacionadas con la violencia obstétrica, un concepto que el sistema y los propios profesionales siguen sin reconocer”. Para la experta, uno de los factores importantes para que este cambio no haya ocurrido ha sido una falta de evaluación y un seguimiento continuo de la EAPN.
Gemma Olivera, matrona en Atención Primaria en Mollet del Vallès (Barcelona), comparte la idea de ese estancamiento de la estrategia. “A nivel hospitalario se han hecho muchos cambios para intentar mejorar la atención al parto y, sobre todo, para dotar a las embarazadas y sus parejas de más autonomía, pero los cambios son lentos y a veces han sido boicoteados por el propio sistema. Las direcciones médicas no acaban de creer en la labor de las matronas, ni en los hospitales ni en Atención Primaria”, señala.
Olivera recuerda que las matronas tienen un importante papel en los centros de salud, acompañando otros procesos y situaciones como la anticoncepción, la fertilidad, el seguimiento de embarazo, la lactancia y el posparto, las enfermedades de transmisión sexual o la menopausia. Con respecto a la atención más allá de los hospitales, estas profesionales también están presentes en cursos de preparación al nacimiento y de acompañamiento para la crianza e imparten talleres formativos en institutos sobre sexualidad y equidad menstrual: “Somos un colectivo muy valorado por la sociedad. Quien ha tenido una matrona cerca en su vida como usuaria sabe el valor que aportamos a un sistema sanitario caótico y sin rumbo”, asegura.
Pocas, invisibles y sin competencias
Las matronas son enfermeras especialistas desde el año 1994. Sin embargo, Olivera sostiene que sus competencias se ven amenazadas en más de una ocasión: “En los últimos tiempos hemos visto cómo compañeros, ginecólogos, han denunciado competencias aprobadas por el BOE y la OMS, como es la inserción de los DIU”. Además, esta matrona lamenta el cierre de la Casa de Nacimientos de Martorell, pionera en España: “No por falta de matronas, sino por condiciones laborales precarias y una Administración que nuevamente da la espalda. Y vemos cómo las salas de partos de hospitales privados empiezan a no tener matronas a bordo y la suplen con otros profesionales sanitarios”.
Desde la Associació Comares Comunitat Valenciana, su presidenta Susi Obiol considera que para que se produzca un cambio real es necesaria una representación efectiva de la figura de la matrona en los órganos gestores y consultores en los aspectos legislativos: “Si otros profesionales deciden sobre nuestro trabajo, difícilmente pueden entender nuestras competencias y atender a nuestras sugerencias o planes de intervención. A pesar de lo que organismos como la OMS recomiendan y lo que la evidencia científica avala, se queda en un simple reconocimiento”.
Por otro lado, Obiol señala que es necesaria la creación de un grado específico de matrona que permita aumentar el número de estas profesionales en la sociedad, porque la formación actual (EIR) limita el número de ellas con titulación a corto, medio y largo plazo. Además, cree que la independencia en su formación ayudará a su visibilización como colegio profesional. El número de matronas formadas actualmente es insuficiente para poder llegar a cubrir las próximas jubilaciones. Según ha manifestado en diversas ocasiones Salomé Álvarez, presidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España, existe un peligro real de que no haya reemplazo por la pérdida del 40% de las profesionales en los próximos cinco años.
Carreguí ve necesario que desde las políticas de igualdad y sanitarias se apoye un cambio de modelo para una mejor atención a las mujeres. Pero también considera fundamental un cambio en los propios profesionales sanitarios y el apoyo de las pacientes: “Veo como muchos anestesistas y médicos nos desacreditan en redes sociales, pese a nuestra preparación y a todo el esfuerzo que hacemos para mejorar la atención. Entre que somos pocas y que nadie pelea por nosotras, lo único que nos queda es que las mujeres nos apoyen y nos defiendan. El cambio vendrá de la mano de aquellas que se atrevan a denunciar la violencia obstétrica y a reclamar una mejor atención”.