Cuatro de cada diez mayores siguen usando las cartillas o libretas de ahorro.

Cuatro de cada diez mayores siguen usando las cartillas o libretas de ahorro.

La cartilla o libreta de ahorro fue uno de los productos estrella de la banca española hace ahora 30 años, pero con el paso del tiempo y el desarrollo tecnológico ha ido desapareciendo progresivamente en la mayoría de entidades, aunque sigue siendo usada por cuatro de cada diez mayores.

Elena Ramón

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Las primeras que se pusieron en funcionamiento fueron una revolución y eran los empleados de las sucursales los que se encargaban de actualizarlas para registrar todos los movimientos de una cuenta asociada a un cliente, con el detalle de fecha, concepto y cantidad de dinero que entraba o salía.

Con la aparición de los cajeros, estas mismas cartillas podían utilizarse a modo de tarjeta de débito para sacar dinero, pero nunca para hacer pagos en comercios, por lo que su principal uso se reducía a conocer los movimientos, algo que con el auge de internet se puede hacer en cualquier momento desde cualquier lugar.

Aunque no hay una estadística oficial que recoja el número de libretas operativas en España, la asociación de usuarios financieros Asufin ha llevado a cabo un estudio en el que constata que es la vía para que muchos mayores puedan gestionar sus ingresos y gastos actualizándola, ya sea en ventanilla o en cajeros habilitados.

Sin embargo, las restricciones en los últimos años en su uso están siendo mayores, tanto por la retirada de las libretas por parte de algunas entidades (BBVA, Abanca o Bankinter, por ejemplo) como por su coste asociadoAun así, más de 4 de cada 10 mayores sigue usándola.

La OCU, la Organización de Consumidores y Usuarios, recogía hace unos meses que entre las entidades que ofrecían libreta, Kutxabank cobraba una comisión de 3 euros por emisión a todos sus clientes, que en el caso de Sabadell era de 10 euros para los menores de 65 años, y en Ibercaja Banco de 2 euros para los menores de 70, según recoge la agencia Efe.

La inmensa mayoría de los clientes que usan las libretas de ahorro son mayores y existen diferencias muy importantes entre entidades.

Casi el 74% de los clientes de CaixaBank consultados por Asufin señala que sigue operando con libreta, seguido por Unicaja, donde el 66,9% de los mayores continúa usándola, Kutxabank (61,1%), Ibercaja Banco (55,5%) o Banco Santander (44,1%).

En lado contrario estaban Abanca, donde solo la usaba el 7,3% de los clientes mayores y BBVA, con el 13,4%. Bankinter lleva más de una década sin emitirlas.

Otro dato curioso del trabajo de Asufin son las diferencias del uso de las libretas de ahorro entre comunidades autónomas, que vienen muy marcadas por el peso de las entidades. Así Andalucía y Cataluña, con un 45,1% y un 44,1%, respectivamente, son las que reflejan un mayor uso, frente al 36,4% de Baleares y el 29,9% de Galicia.

Por tamaño de oficina, las libretas de ahorro se usan más en las de menos empleados, con un 42,1% frente al 40,1% de las que tienen más de 6 trabajadores. Y por ubicación, los resultados son similares, tienen algo más de peso las grandes ciudades con un 41,5% y las que menor peso tienen son las ciudades pequeñas con un 40,4%.

Desde CaixaBank defienden la utilidad de este servicio para muchos clientes sénior y prueba de ello, explican, es que han habilitado todos los cajeros para que las libretas puedan usarse en ellos.

Pero ante la posibilidad de que sigan desapareciendo, desde la asociación de consumidores Adicae destacan que siempre han rechazado cualquier método de exclusión financiera, no solo para los usuarios más mayores, que son los más perjudicados por la retirada de las operaciones con las libretas, sino para todos los consumidores.

La exclusión financiera, consideran, la padecen también aquellos usuarios que, por ejemplo, viven en las zonas rurales, donde no llega internet, y que han visto «cómo la banca les arrebataba la única oficina o cajero disponible».

A la banca, el avance de la digitalización, motivado por la pandemia del Covid, les ha venido muy bien para sus intereses. Las entidades financieras siempre han querido un proceso de digitalización rápido y barato para que los usuarios no acudan a las sucursales, añaden desde la asociación.