27 Dic «El mayor error de las mujeres al cumplir los 40 es ignorar las señales de su cuerpo».
Marta León, autora de ‘La revolución invisible’ explica que es importante que conozcamos más sobre el climaterio «antes de que llegue».
Laura Peraita
A lo largo de la vida de una mujer se producen numerosos cambios físicos, emocionales y hormonales. Sin embargo, Marta León, ingeniera química, médico naturista y psiconeuroinmunóloga, reconoce que a partir de los 40 años comienza una nueva etapa de la que no se habla lo suficiente para que las mujeres puedan vivirla con total plenitud. Tanto es así que acaba de publicar el libro ‘La revolución invisible: Cuida tus hormonas a partir de los 40’.
-¿Sigue siendo realmente la década de los 40 un momento de grandes cambios para la mujer o se ha adelantado, tal y como sucede con la llegada de la regla en niñas que parece que les llega a edades más tempranas?
A partir de los 40-45 años, efectivamente, se producen cambios en nuestra vida hormonal que nos indican el inicio de lo que será la transición hacia el climaterio. Colectivamente tendemos a pensar que la llegada de la menopausia es repentina y, sin embargo, es un proceso que se cuece a fuego lento. Por ello es importante que conozcamos más sobre esta etapa desde antes de que llegue.
Asimismo, en los últimos años han adquirido mayor visibilidad los casos de mujeres con insuficiencia ovárica prematura, también llamada menopausia precoz que se diagnostican cuando los niveles de la hormona foliculoestimulante (FSH) están anormalmente por encima de su valor de equilibrio, en edades tempranas (es decir, antes de los 40-45 años). Y este es un tema muy complejo de abordar, sobre todo a nivel psicoemocional al plantearse en una época en que la edad de la maternidad se ha atrasado.
-¿Qué tipo de cambios corporales puede empezar a apreciar la mujer? ¿Cuáles son las pistas que nos dan las hormonas de que algo está cambiando en nuestro interior? ¿Cómo avanza el proceso?
Normalmente los cambios comienzan siendo muy sutiles, tanto que a veces pasan inadvertidos: como la alteración en la duración de los ciclos (que se acortan o se alargan), la cantidad de flujo menstrual, la hidratación de nuestra piel que solemos notar más seca o un ligero aumento de la caída del cabello.
Uno de los cambios corporales que más nos preocupan generalmente es la distribución de grasa corporal que ahora comienza a acumularse más en el abdomen.
El proceso no es de un día para otro, normalmente todos estos cambios van sucediéndose lentamente, de ahí la importancia de prestar atención al cuerpo para tener margen de maniobra
-¿Cómo afecta emocionalmente toda esta revolución invisible?
La mente forma parte del cuerpo; por ello, lo que pasa en el cuerpo siempre tiene un componente psicoemocional. A partir de los 40, estos cambios nos llevan a la necesidad de ocuparnos más de nuestro autocuidado, nuestro cuerpo nos habla con mucha más claridad de lo que necesita y de lo que ya no tolera (a nivel digestivo pero también a nivel metabólico, y esto puede notarse en el peso).
Cuando el retraso en la edad de maternidad se combina con la aparición de estos cambios hormonales iniciales (disminución de la reserva ovárica, alteraciones en el ciclo, etc.), la carga emocional asociada, hace difícil que entremos en esta nueva etapa con optimismo.
-¿De qué manera podemos mejorar el autocuidado? ¿O ya es tarde?
No, nunca es tarde para cuidarnos. La clave está en estar muy atentas a lo que nuestro cuerpo nos dice. Por ejemplo, si notamos que nuestros niveles de energía decaen y nos sentimos cansadas desde la mañana, pues tratemos de mejorar nuestra higiene del sueño. Y no sólo yéndonos a la cama más pronto, también apagando los dispositivos electrónicos al menos una hora antes de dormir, o cambiando las luces del dormitorio por unas más amarillas y tenues, para permitir que nuestro cuerpo tenga más fácil producir melatonina, la hormona del sueño.
-¿Cuáles son los mayores errores que se cometen en esta etapa en cuanto al cuidado de la salud?
El mayor error que cometemos es mirar para otro lado y no atender a estas señales del cuerpo, negar esta etapa en lugar de hacer lo que esté en nuestra mano para cuidar nuestras hormonas. Es lógico pensar que si ya no tenemos 20 años, no deberíamos seguir tratando a nuestra salud con la misma despreocupación de los 20 y, sin embargo, nos resistimos a aceptar que ahora nuestro cuerpo tiene otras necesidades. Hasta que la situación se vuelve innegociable porque la salud nos frena.
-¿Existen diferencias en este sentido en el proceso de la mujer en un medio rural y urbano?
En realidad existen diferencias entre una mujer y otra porque la transición hacia el climaterio es única en cada mujer. Aunque es cierto que hoy sabemos que la exposición a la contaminación medioambiental de las zonas urbanas se comporta como disruptora endocrina, alterando nuestra salud hormonal (con la aparición de menstruaciones más dolorosas, problemas de fertilidad, etc.). Al igual que puede ocurrir en el medio rural con mujeres que estén expuestas a altas dosis de herbicidas o pesticidas durante años.