11 Oct Sufrir violencia de género aumenta un 44% las probabilidades de morir por enfermedad.
El peaje mortal que se cobra el maltrato va mucho más allá de los asesinatos. Sus secuelas para la salud pueden ser incapacitantes para toda la vida, incluso, acortarla.
Laura G de Rivera
Fallos cardiacos, diabetes, hipertensión, fibromialgia, depresión, insomnio, cáncer cervical, trastornos alimentarios… Son solo algunas de la lista. Las mujeres que tienen o han tenido una pareja física o psicológicamente violenta no solo tienen más papeletas para morir a golpes, a tiros o puñaladas. También las tienen para un tipo de muerte más lenta y más invisible, derivada de enfermedades provocadas por la situación de continua tensión que están viviendo.
Nada menos que un 44% más de probabilidades de fallecimiento por cualquier causa, un 31% más de padecer enfermedad cardiovascular y un 51% de desarrollar diabetes tipo 2. Es lo que concluye el último estudio realizado por las Universidades de Birmingham y Warwick, en el Reino Unido, publicado en el Journal of the American Heart Association, en 2020. Y no son datos aislados, sino que vienen a confirmar investigaciones anteriores realizadas en Estados Unidos, Australia o, a nivel global, por la OMS.
El caldo de cultivo perfecto para enfermar
El equipo británico, liderado por Joht Singh Chandran, del Instituto de Investigación Aplicada a Salud y el Centro para el Crimen y la Justicia de la Universidad de Birmingham, se volcó en analizar la evolución del estado de salud de 90.778 mujeres a lo largo de veintidós años, entre 1995 y 2017. De ellas, 18.547 habían sido víctimas de maltrato machista. Y se comparaban sus registros médicos con los de otras 72.231 participantes –de la misma o similar edad, masa corporal, nivel socioeconómico y hábitos de estilo de vida (fumadoras y no fumadoras, por ejemplo)–, que no habían declarado haber sufrido dicha experiencia.
En estudios anteriores, realizados con la misma muestra de participantes, el equipo de la Universidad de Birminghan descubrió que la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica son dos veces más frecuentes entre las víctimas de maltrato. Pero no solo eso. Según otro artículo que publicaron en British Journal of Psychiatry en 2019, además, se triplican las probabilidades de desarrollar depresión, ansiedad, esquizofrenia y trastorno bipolar entre este grupo de población.
Los resultados hablan por sí solos y, según Chandran, la cifra podría ser mayor, si tenemos en cuenta que «una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia machista, aunque no lo haya denunciado. Por eso, pensamos que muchas de las participantes clasificadas en nuestro estudio como no expuestas a maltrato, podrían haberlo experimentado«. Eso implicaría un riesgo aun mayor que los citados porcentajes.
El estrés traumático, factor de riesgo
¿Las razones? «Todavía es necesario investigar más para determinar cuáles son los factores biopsicosociales claves en la relación entre maltrato y ciertas enfermedades», dice Julie Taylor, investigadora de la Universidad de Birmingham y coautora del estudio. Lo que parece obvio es que «los cambios que ocurren en el organismo como resultado del estrés físico y psicológico, tanto crónico como agudo, que viven las mujeres en estas situaciones pueden provocar multitud de problemas de salud a largo plazo«, añade.
Aunque la solución no parece fácil, con las estadísticas en la mano, tal vez sea más fácil organizar las políticas públicas de salud. Chandran aconseja «invertir más en cuidados a las supervivientes para prevenir el desarrollo de estas enfermedades». Sin olvidar que el riesgo no cesa cuando se rompe la relación tóxica.
Peaje a largo plazo
«La mayoría de las intervenciones se centran en el periodo de crisis y mucha gente cree que si ella sale de ahí, estará bien. Por desgracia, la realidad es que el impacto en la salud física y mental puede durar toda una vida«, denuncia la investigadora Deborah Loxton, de la Universidad de Newcastle, que dirigió un trabajo estadístico en Australia con conclusiones similares, publicado en Plos One. «Necesitamos ofrecer apoyo a estas mujeres que siguen sufriendo secuelas 10 o 20 años después de la relación«.
Eso sí, los investigadores también quieren dejar claro que se trata de una cuestión de probabilidades. «Es importante destacar que no todos los casos de violencia de género acabarán desarrollando una enfermedad a largo plazo. De igual manera, padecer una dolencia como la fibromialgia no significa que la paciente haya vivido necesariamente una relación de maltrato», apunta Chandran.