04 Oct El auge del empleo reduce los jóvenes que ni estudian ni trabajan hasta mínimos históricos en España.
El grupo de personas jóvenes que no cursan estudios ni tienen trabajo, que fue estigmatizado como ‘nini’, ha caído al 11,25% gracias al empuje del mercado laboral y el empleo estable posterior a la pandemia y la reforma laboral.
Laura Olías / Victòria Oliveres
La recuperación del empleo pospandemia ha logrado un hito que ha pasado desapercibido para muchos: España ha alcanzado el mínimo histórico de jóvenes que ni estudian ni trabajan, que cayó al 11,25% en el segundo trimestre del año, destaca Fedea a través de los microdatos de la EPA. En la pasada crisis financiera su número se disparó y se les calificó como ninis, un apelativo contra el que se revuelven. “Era una forma de culpar a los jóvenes, que estaban viviendo una de las peores crisis de la historia”, destaca Juan Enrique Gallo, del Consejo de la Juventud de España. Este 2022, su número se ha reducido de manera notable gracias sobre todo a un gran aumento del empleo joven, que ha ganado en estabilidad y que en patronal y sindicatos ligan a la reforma laboral.
La buena noticia protagoniza uno de los destacados del Observatorio trimestral del mercado de trabajo de Fedea, correspondiente a la última Encuesta de Población Activa (EPA). “Las tasas nini se encuentran en niveles mínimos”, subraya el informe, ya que su cifra no había bajado del 13,3% de 2006 antes de que estallase la Gran Recesión. Entonces, con el paro disparado y elevadas cifras de abandono escolar, el porcentaje alcanzó al 24,4% de los jóvenes entre 18 a 24 años. Casi uno de cada cuatro no se formaba ni tampoco tenía un empleo.
“La situación era tan mala que los jóvenes se cansaban de buscar empleo. Había muchísimo paro, más del 50%, y la gente sentía que no tenía forma de acceder al mercado laboral, no había oportunidades”, sostiene Gallo. Desde 2014, en los años de recuperación económica previos a la COVID, la cifra se fue reduciendo poco a poco, pero no había logrado alcanzar el mínimo previo. Tras el bache de la pandemia, que interrumpió por primera vez su descenso, la tasa de jóvenes que no estudian ni trabajan se ha reducido con intensidad y mayor rapidez en 2022, hasta superar esta barrera.
La economista Raquel Sebastián, investigadora en la Universidad Complutense de Madrid, destaca la relevancia del descenso para España, que tradicionalmente es “el segundo país europeo con más jóvenes que ni estudian ni trabajan”, tras Italia, recordó en la presentación de Fedea.
“Es un dato malísimo para nuestra sociedad, porque estas personas no están acumulando capital humano”, advirtió. Es decir, valor económico a sus habilidades profesionales, ya sea por una suma de experiencia laboral como por un enriquecimiento de su formación a través de los estudios. Un lastre que luego les acompaña durante su vida laboral en forma de peores condiciones y también un peor punto de partida para sus hijos, “con menos movilidad intergeneracional”, añadió la economista.
Raquel Sebastián señaló además otro elemento relevante en un país con importantes diferencias territoriales. “Las comunidades que han mejorado más son las que estaban peor”, entre las que destacó Murcia, Baleares, Canarias y las ciudades de Ceuta y Melilla. Una minoría de territorios en cambio han empeorado sus registros desde 2019, como se puede advertir en el siguiente gráfico.
Menos abandono escolar y auge del empleo
¿Qué explica este descenso de ‘ninis’? Florentino Felgueroso apunta que uno de los motivos radica en el descenso del abandono escolar, otra tarea pendiente en España. Aunque de nuevo es una de las más elevadas de la UE, su tasa se ha reducido mucho desde el 31,7% de 2008 hasta el 13,3% de 2021, según los datos del Ministerio de Educación.
Parte de la responsabilidad de este descenso hay que unirlo al auge de la Formación Profesional, destacan desde los sindicatos y el CJE. “La Formación Profesional se ha desestigmatizado”, indican y cada vez más se ve como “una salida digna”, algo que no ocurría en el pasado.
El alumnado matriculado en Formación Profesional en el curso 2020-21 aumentó un 28,7% respecto a cinco años anteriores, hasta los 985.431 alumnos y alumnas, según los datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional. El alza en FP de grado superior es superior: del 43% en ese periodo. “Todavía hay mucho por hacer, sobre todo para garantizar una oferta de FP con plazas públicas en lugares como la Comunidad de Madrid, pero hay un avance”, reconoce Adrià Junyent, responsable de Jóvenes de CCOO.
En segundo lugar, el investigador de Fedea subraya otro elemento determinante para mermar la cantidad de jóvenes sin estudiar ni trabajar: “La reactivación del empleo postpandemia, con el empleo de los jóvenes mejorando mucho”. Tras el descalabro laboral por la COVID, España ha alcanzado el máximo de personas trabajando, por encima de los 20 millones de afiliados a la Seguridad Social.
Entre los jóvenes, destaca un gran aumento de las personas afiliadas a la Seguridad Social y también el descenso del paro registrado. En agosto, aunque subió, el paro alcanzaba a 197.486 personas menores de 25 años, “su segundo mejor registro de toda la serie histórica”, destacaba el Ministerio de Trabajo.
El empuje de la reforma laboral
En este punto, tanto patronal como sindicatos subrayan la importancia de la reforma laboral para el empuje del empleo joven, que arrancó en enero de 2021, aunque desplegó sus nuevos contratos a partir del mes de abril. Contratos que jóvenes como Lorena, Ismael y Raquel firmaban por primera vez con un apellido: indefinido.
“Para CEOE, esto es un reflejo de la apuesta de las empresas españolas por la formación adaptada a las necesidades reales del tejido productivo, además de una consecuencia de la reforma laboral que ha aportado flexibilidad en el mercado de trabajo con unos contratos de formación orientados a la situación real de las empresas y del contrato fijo-discontinuo. Hecho que se ve reflejado en el mantenimiento del empleo que estamos viviendo en nuestro país, a pesar del contexto de incertidumbre económica”, argumentan desde la organización de empresarios.
“Creo que la reforma laboral es el principal factor que explica el aumento del empleo de los jóvenes”, coincide Eduardo Magaldi, portavoz de RUGE de UGT. “Cuando antes se hacían encuestas, con la inestabilidad de los contratos podían entrevistar a un joven que estuviera trabajando un día sí, pero al siguiente no y que no supiera cuándo iba a volver a trabajar. Ahora, se ha dado más estabilidad al mercado laboral”, destaca, por lo que es más fácil que los jóvenes mantengan sus trabajos durante más tiempo y emerjan en las estadísticas.
Según las cifras de afiliados a la Seguridad Social, la tasa de personas menores de 30 años con contratos indefinidos se ha disparado en “32 puntos porcentuales”: del 37% de promedio de los septiembre de los años 2017-2019 al 69% de septiembre de 2022, según los números presentados a mediados de mes por el Ministerio.
“La reforma laboral está siendo muy importante y se ve en los datos, pero también hay una sensación subjetiva que contribuye”, opina Adrià Junyent. Al igual que durante la crisis la mala situación empujaba a muchos jóvenes al desánimo, recuerda, porque parecía inútil apuntarse a una oferta de empleo o echar un currículum con tasas de paro aplastantes, ahora se genera un contexto de oportunidad que da ánimos al iniciarse en el mercado laboral. “Lo veo en mi entorno, esa sensación de que hay trabajo. La gente busca empleo y lo encuentra, y eso ayuda, es muy importante también”, considera el responsable de Jóvenes de CCOO.
Por su parte, en el Consejo de la Juventud temen que el reflejo de la reforma laboral sea más estadístico que real. “Hay que ver cómo evolucionan los contratos fijos discontinuos”, sostiene Juan Enrique Gallo. También Florentino Felgueroso pide prudencia a la hora de valorar la evolución de empleo con la reforma laboral. “Aún es pronto” para sacar conclusiones sobre sus efectos, precisa.
Aún quedan importantes tareas pendientes, como aprobar el Estatuto del Becario para dar más derechos y evitar el fraude de los falsos becarios, así como el esperado incremento de los renovados contratos de formación. De la Garantía Juvenil Plus, con una gran dotación de fondos europeos hasta 2027, también se esperan mejores resultados que en el pasado, una vez que se exigen unas condiciones laborales mínimas en los contratos subvencionados.
Máximo de jóvenes que estudian y trabajan
Otra de las ideas que celebra el informe de Fedea es el aumento, también hasta rebasar los registros de la serie histórica (en este caso al alza), de la tasa de jóvenes que estudian y trabajan a la vez. En el siguiente gráfico, muestran cómo el descenso en ‘ninis’ se debe sobre todo al incremento de las personas jóvenes trabajando y el importante alza de las que combinan estudios y un empleo.
Florentino Felgueroso, uno de los economistas responsables del estudio de Fedea, valora el incremento de los jóvenes que estudian y trabajan a la vez como un factor enriquecedor y positivo para su futuro laboral, con mejores cifras de inserción en el mercado de trabajo a posteriori y también ventajas en sus futuros salarios.
“Hay bastante literatura sobre esto”, afirma Felgueroso, que explica que también ocurre aunque los trabajos no sean cualificados o relacionados con los estudios de los jóvenes. Estas primeras incursiones en el mercado laboral aportan experiencia en forma de capital humano, por ejemplo respecto a “asumir responsabilidades y trabajar en equipo” que les será de utilidad a lo largo de sus carreras profesionales, argumenta el economista.
Desde el Consejo de la Juventud advierten no obstante de otra cara de la moneda, esta negativa, que puede explicar también el incremento de estudiantes que trabajan a la vez. “Vemos una problemática y es que hay gente que trabaja para poder estudiar dentro de estos ‘sisi’. Su cifra ha aumentado en los últimos años y creemos que la necesidad de algunos hogares que no tiene recursos también es un motivo”, apunta Juan Enrique Gallo. La pandemia incrementó las cifras de pobreza en España y el actual contexto de inflación asfixia más a los hogares más precarios, que no tienen apenas margen para hacer frene al gran incremento de precios.