PALABRAS QUE CONFUNDEN

PALABRAS QUE CONFUNDEN

Ana Isabel Esteban

Presidenta de Solidaridad Intergeneracional

Las palabras solo son palabras podemos pensar, compuestas de vocales y consonantes. Una sola palabra te nombra y te reconoces en ella cuando la oyes o la ves escrita. Las palabras son los algoritmos de la comunicación oral o escrita. Con ellas transmitimos pensamientos, emociones, conocimientos, ideas… y también los prejuicios, estereotipos que vamos asimilando e incorporando. Con ellas amamos u odiamos, pueden provocar desaliento o dolor, pero también compromiso, derechos humanos, convivencia, amistad, cuidado, afecto…

Existen muchas palabras que no nos gustan por lo que significan en nuestro ideario. Palabras con las que no queremos identificarnos porque significaría enfrentarnos a prejuicios o estereotipos que no recordamos que siguen guardados en el fondo de algún cajón del cerebro.

A cada palabra que conocemos, le asignamos un significado que vamos completando y modelando con la experiencia vital. Las palabras, incapaz, deficiente, minusválido, invalido, discapacidad o diversidad funcional, definen situaciones similares que han ido evolucionando para representar, con un enfoque basado en derechos, a las personas que se encuentran en determinadas circunstancias limitantes para desarrollar su vida plenamente.

La discapacidad en la Convención Internacional de Naciones Unidas “incluye a aquellas personas de cualquier edad que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás”.

Podemos mirar para otro lado y creer que solo existe plenitud o muerte como en la selva. O bien, ya que somos seres inteligentes, avanzar en los derechos humanos para proteger lo que la naturaleza desiguala mientras vivimos, e incluso antes de nacer.

La nueva visión de discapacidad remite a la interacción entre personas que tienen algún problema de salud -sordera, ictus, síndrome de Down, depresión, problemas de movilidad, ceguera, etc.- y ciertos factores personales y ambientales -como puedan ser actitudes negativas, medios de transporte y edificios públicos inaccesibles o escaso apoyo social para el desarrollo en igualdad de la vida.

El 65,1% de las personas con discapacidad presentan dificultades importantes en movilidad, el 64,5% tenía problemas relacionados con la vida doméstica y el 48,5% con el cuidado personal en personas de 80 y más años. Además, el 39% de los hombres y el 48% de las mujeres manifiestan tener problemas de accesibilidad para desenvolverse en la vivienda, o edificio donde habita y también en el transporte.

Se calcula que más de mil millones de personas experimentan discapacidad a lo largo del ciclo vital, y es el 15% de la población mundial, nada menos que 190 millones, con 15 o más años las que tienen dificultades importantes para funcionar y precisan servicios de atención y salud. El número de personas con discapacidad va en aumento, lo que se explica por la creciente prevalencia de dolencias crónicas y el envejecimiento de la población al alcanzar la mayoría, altas cotas de longevidad.

Las personas mayores son las más afectadas por dicha Convención, y así se manifiesta en la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia (EDAD) 2020 del INE que indica que 5 millones de personas afirmaron tener discapacidad o limitaciones en 2020 en España y afecta a 3,8 millones hogares (20.56%) donde conviven con una o más personas con discapacidad. De los 5 millones, el 90,36% son personas mayores de 65 años, estando las mujeres más afectadas en todos los grupos de edad y son más de la mitad del tramo de más edad.

El 65,1% de las personas con discapacidad presentan dificultades importantes en movilidad, el 64,5% tenía problemas relacionados con la vida doméstica y el 48,5% con el cuidado personal en personas de 80 y más años. Además, el 39% de los hombres y el 48% de las mujeres manifiestan tener problemas de accesibilidad para desenvolverse en la vivienda, o edificio donde habita y también en el transporte.

Adaptarse es aceptar que a medida que vivimos vamos a experimentar discapacidades, que podrán ser puntuales, por accidente o enfermedad aguda, o bien persistentes con las que hemos de convivir y mejor será en buena compañía. Si cuando perdemos visión nos ponemos gafas, o audífono si no oímos, o utilizamos un bastón si necesitamos apoyo en la movilidad, o prótesis dental cuando existe un problema odontológico, porque nos asusta la palabra discapacidad, si lo ya nombrado puede valorarse como falta de capacidad para desarrollar plenamente ciertas funciones y son los apoyos técnicos los que nos lo facilitan.

Convivimos con las discapacidades, propias y ajenas y por no reconocerlas y aceptarlas, la mayoría de las personas, que si sufren las consecuencias, no realizan los trámites para que la Administración (Centros Base de la Seguridad Social) reconozcan lo que ya existe, y con ello beneficiarse de los recursos y apoyos públicos para las personas con discapacidad, como son beneficios fiscales, ayudas para la accesibilidad en el hogar, en el transporte, plaza de aparcamiento reservado, prioridad en el acceso a determinados recursos, etc. Estos apoyos se complementan con los destinados a las personas con dependencia.

La discapacidad no va a desaparecer por no solicitar su reconocimiento.

Las personas dependientes son personas con discapacidad y la mayoría no ha solicitado la certificación de la discapacidad y no acceden a los beneficios que le corresponden por no hacerlo. No se promociona, ni informa por parte de las administraciones responsables de la conveniencia de solicitar los dos trámites al tiempo –dependencia y discapacidad-, ni tampoco se cuenta con pasarelas que facilitarían la equivalencia sin necesidad de tener que tramitar dos expedientes que se complementan en los derechos que le corresponden a una misma persona.

Con la Ley 8/2021 que renueva el ordenamiento jurídico en relación con los derechos de las personas con discapacidad, derivado de la ratificación de España de la Convención Internacional de la ONU, ha nacido una nueva forma de testar, diferenciando la tradicional distinta en las Comunidades Autónomas, y la nueva que preventiva y voluntariamente se puede dejar indicado como, donde, quién, cuando, y de qué manera se desea vivir, si en algún momento de la vida no se cuenta con la facultad de dirigir la propia vida; es decir se puede elegir el antiguo y el nuevo testamento del Siglo XXI, este último más integral que no solo se encarga del patrimonio, sino también de los cuidados hasta el final de vida. Las personas que tengan el certificado de discapacidad pueden ya beneficiarse, también las personas con dependencia Grado II y III, y voluntariamente todas las personas.

Antes o después vamos a vivir con enfermedades crónicas (alto colesterol, hipertensión…), discapacidades físicas, psíquicas o mentales, qué la administración te certifique lo que ya tienes, te da derechos. Solo tienes que solicitarlo. ¡Que no nos confundan las palabras!

Más información en www.solidaridadintergeneracional.es  y en www.fundaciónpadrinosdelavejez.es



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