La EVAU debe adaptarse a las necesidades de los estudiantes con discapacidad.

La EVAU debe adaptarse a las necesidades de los estudiantes con discapacidad.

Un estudio de Fundación ONCE evidencia la importancia de los apoyos para el rendimiento académico.

SERVIMEDIA

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Las administraciones educativas competentes deben adaptar “en procedimiento, forma y tiempo” las pruebas a las que se enfrentan los alumnos en la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EVAU) para que los estudiantes con discapacidad puedan acceder a ellas en las mismas condiciones que el resto y facilitar así el acceso a la formación superior.

Este es uno de los factores determinantes para no frenar el desarrollo educativo del alumnado con discapacidad. De hecho, las metodologías accesibles y las adaptaciones son claves para el rendimiento académico de los estudiantes con discapacidad, según se desprende de las conclusiones de un estudio elaborado recientemente por Fundación ONCE.

“Los aspirantes con discapacidad deben tener derecho a que las pruebas de acceso a las universidades se adapten, en procedimientos, forma y tiempo, a sus necesidades específicas, y deben poder disponer de los medios humanos y materiales adicionales que les garanticen su efectiva igualdad de oportunidades en los procesos de admisión”, afirma el trabajo ‘El rendimiento académico de los estudiantes universitarios con discapacidad en España’, realizado por Fundación ONCE con datos del curso 2018-19 y presentado recientemente en Madrid.

“Actualmente la EVAU sigue siendo un obstáculo para algunos estudiantes con necesidades educativas especiales que en ocasiones deben aportar miles de justificaciones para que se les adapten las pruebas. Los sistemas de evaluación deberían partir del diseño universal para el aprendizaje y no ser tan estandarizados e inflexibles. No sólo se trata de ofrecer más tiempo sino de hacer accesibles las metodologías”, explica Isabel Martínez Lozano, directora de Programas con Universidades y Promoción del Talento Joven de Fundación ONCE.

Por este motivo, añade, debería haber una eficiente coordinación entre los institutos, las universidades, los profesionales de la orientación y los servicios universitarios de atención a la discapacidad para que ningún estudiante vea mermadas sus oportunidades de acceso, por no tener en cuenta sus características y/o necesidades.

Para la elaboración de este informe, dirigido por Antonio Jiménez Lara, se han analizado los datos de rendimiento académico de estudiantes con discapacidad proporcionados por 21 universidades públicas, que agrupan al 48,4% del alumnado universitario matriculado en programas de grado, máster y doctorado el curso académico 2018-19 en el conjunto del sistema universitario español.

RESULTADOS SIMILARES

El estudio presentado pretende medir el rendimiento de los estudiantes con discapacidad y compararlo con el del resto del alumnado de enseñanzas superiores, para conocer las causas y factores que influyen en los resultados educativos de los universitarios con discapacidad y remover los obstáculos que todavía hoy existen para garantizar la igualdad de oportunidades.

A grandes rasgos, concluye que los estudiantes con discapacidad obtienen resultados académicos similares a los del resto, pese a que el profesorado no siempre reconoce sus necesidades educativas especiales, “que con frecuencia se desatienden”.

La nota media del expediente de los estudiantes con discapacidad egresados, tanto de grado como de máster, es muy similar a la obtenida por el conjunto de estudiantes egresados, con calificaciones medias que son ligeramente mayores en las mujeres que en los hombres. Los obstáculos en el acceso inciden sin embargo en la edad media de acceso y en la edad media del estudiantado universitario con discapacidad y sin discapacidad.

En cuanto a la edad, la media es considerablemente mayor, 31 años en grado y 37 en máster, frente a 22 y 28 años, respectivamente, para el conjunto de los estudiantes.

La mayor edad media de los estudiantes con discapacidad matriculados se debe, por una parte, a que han ingresado más tarde al sistema universitario (con una media de 24 años, cuando la edad promedio de ingreso a la universidad para el conjunto del estudiantado es de 20 años), y por otra a que invierten más tiempo que el conjunto de los estudiantes en completar sus titulaciones, pues una de las estrategias que siguen para adecuar la carga docente a sus necesidades específicas es la de prolongar la duración de sus estudios.

La población universitaria con discapacidad, también como el conjunto del alumnado universitario, presenta patrones diferenciales por género en relación con las ramas de conocimiento en las que se matricula, con una clara feminización de las ramas de Artes y Humanidades y de Ciencias Sociales y Jurídicas, y masculinización de las Ingenierías.

BECAS

Otras demandas del estudio se centran en las medidas de accesibilidad, que, según sus autores, “todavía son poco frecuentes en las universidades”, y en el procedimiento de concesión de becas, muy complejo. “El sistema de becas en España tiene una gran complejidad normativa y de requisitos que obliga a los estudiantes con discapacidad a desplegar estrategias para el cumplimiento de estos requisitos que a veces influyen en su rendimiento”, señala el texto.

En este sentido, el trabajo entiende que es “imprescindible” analizar la influencia de las becas en la trayectoria de los universitarios con discapacidad, ya que “tienen ingresos menores y, a su vez, asumen costes extraordinarios en su vida diaria, lo que repercute en su rendimiento académico. Las becas son, sin duda, un elemento clave para el impulso de la dimensión social y la equidad en las universidades”.

Medidas de accesibilidad, adaptaciones y acceso a becas son algunos de los factores que influyen en la presencia de los estudiantes con discapacidad en las universidades, todavía escasa, según el trabajo.

A este respecto, el texto indica que en función de la información facilitada por las universidades para este estudio y la muestra analizada, las personas con discapacidad matriculadas en estudios de grado representan el 2,06% del total del alumnado, un porcentaje ligeramente inferior al existente en la población general en los grupos de edad universitaria (en torno al 2,5% de las personas de entre 20 y 29 años tienen discapacidad administrativamente reconocida).

Y si baja es la presencia de estudiantes con discapacidad en la universidad en general, baja lo es, sobre todo, en las aulas presenciales, donde los autores la consideran “claramente inferior a lo esperable”. Desde esta perspectiva, entienden que existe “un reto importante en el acceso de las personas con discapacidad a la formación en universidades presenciales, que debe ser enfrentado”.

Por este motivo, incide el informe, las universidades deberían incluir en sus estrategias de orientación y captación de alumnado acciones para promover el acceso de los estudiantes con discapacidad a la educación superior.

Pese al análisis que se hace en este trabajo, Fundación ONCE considera que para poder disponer de todos los indicadores relevantes sobre el rendimiento académico del alumnado universitario con discapacidad, “es indispensable que se incorpore a las estadísticas del Sistema Integrado de Información Universitaria (SIU) la variable discapacidad”.