13 May Cuando las mujeres están bien, el país está mejor.
Ante una situación de violencia generalizada y normalizada contra las mujeres y las niñas, existen, convenciones, tratados regionales y leyes nacionales, pero no parecen ser suficientes. Un nuevo primer borrador global exclusivamente dedicado a poner fin a la violencia de género podría cambiar la situación.
Yael Marciano y Marysela Zamora
Ante una situación global de violencia generalizada (y a veces normalizada) contra las mujeres y las niñas, existen, convenciones, tratados regionales y leyes nacionales, pero estas provisiones, como lo refleja el auge de violencia durante los encierros de la covid-19, no parecen ser suficiente. Es por eso que, en noviembre de 2021, luego de ocho años de trabajo de campo y centenares de consultas, con Every Woman Treaty (EWT) en representación de 1.700 activistas de 128 países y con el apoyo de 840 organizaciones de la sociedad civil, hemos hecho público el primer borrador de un tratado global exclusivamente dedicado a poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas.
ONU Mujeres define que este tipo de violencia equivale a una “pandemia en las sombras”, menos evidente, pero que no deja de ser terrible. Por otro lado, la OMS ha declarado que es “devastadora y generalizada” y estima que afecta a una de cada tres mujeres a nivel global.
Estas cifras no deben ser una fatalidad. Así lo afirma la jueza afgana Najla Ayoubi, cofundadora de EWT y víctima ella misma del sistema patriarcal talibán: “La violencia contra la mujer se puede prevenir. Las activistas por los derechos de las mujeres se juegan la vida luchando cada día en primera línea para acabar con ella, pero no pueden hacerlo solas: necesitan leyes y políticas públicas”. Palabras que la misma Najla volvió a pronunciar el pasado 15 marzo en la sede central de la ONU defendiendo los derechos de las afganas en el marco del sexagésimo sexto período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
A la fecha, existen tres tratados regionales que tienen como objetivo combatir la violencia contra las mujeres: la Convención de Belém do Pará en América Latina, el Protocolo de Maputo en África, y la Convención de Estambul en Europa: tratados que representan un gran logro, pero que excluyen a las tres cuartas partes de la población femenina a nivel mundial.
A nivel global, solo la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), adoptada en 1979 por la Asamblea General de la ONU y ratificada por 189 estados, trata de dar protección a las mujeres globalmente. Sin embargo, la CEDAW tiene 43 años y los esfuerzos por adaptarla, incluyendo las nuevas fronteras modernas de violencia, han tenido éxito parcial.
Una posición ratificada por Jane Hodges, Asesora de Política Global de EWT, quien explica: “Este borrador de tratado global será el primero en consolidar todas las definiciones dispersas de violencia contra las mujeres y las niñas. Combina los mejores elementos de todas las definiciones en una tipificación completa y amplia que habla de interseccionalidad, subrayando cómo algunos grupos corren más riesgo que otros”.
Por otra parte, ya son decenas las beneficiarias de nuestra Beca 1000 Voices. Mil voces (por su traducción al español) es uno de los proyectos centrales de nuestra organización, enfocado en la capacitación avanzada en línea, interregional y entre pares para activistas de todo el mundo. Una oportunidad única de crecimiento personal, de mejora del impacto en la sociedad, volviéndose aún más dinamizadoras de cambio. Todos pasos necesarios y urgentes porque, como hemos recordado en un evento reciente de EWT en Costa Rica, “si no está bien una, no estamos bien todas”.
Desde EWT hemos construido un importante consenso internacional sobre la necesidad de frenar la violencia contra mujeres y niñas, y continuamos incansablemente nuestra labor de incidencia: ejemplo de esto es el evento celebrado el 16 marzo en Katmandú (Nepal) con la participación de la científica ecofeminista india, Vandana Shiva. Además, ya cuatro premios Nobel se han pronunciado a favor de este tratado global. Sumándose a los avales de los presidentes de Nigeria y la República Democrática del Congo, del secretario general de la OEA y de la exministra de Asuntos de la Mujer de Afganistán.
Hemos volcado también nuestros esfuerzos en América Latina y en el Caribe, región donde la interseccionalidad juega un papel clave y en la que los índices de violencia contra mujeres y niñas son alarmantes.
La próxima cita para nosotras será la Cumbre de las Américas prevista en Estados Unidos en junio, espacio diplomático de máximo nivel donde promoveremos la necesidad del tratado y procuraremos recibir avales por parte de los estados de la región. Un apoyo que se construye desde ángulos distintos, firmando la petición a nivel personal, realizando actividades de incidencia como la carta enviada al presidente Joe Biden por más de 200 activistas afganas el pasado 15 de febrero y creando y fortaleciendo coaliciones de organizaciones locales e internacionales.