Los niños pequeños comen más verduras si se les ofrecen recompensas a cambio.

Los niños pequeños comen más verduras si se les ofrecen recompensas a cambio.

Según un estudio, ofrecer una pegatina o cualquier otro tipo de premio divertido, anima a los pequeños a adquirir hábitos alimentarios saludables.

S.F

Enlace noticia original

Una nueva investigación que se presenta en el Congreso Europeo sobre Obesidad de este año en Maastricht (Países Bajos) ha descubierto que los niños pequeños comen más verduras si se les recompensa por probarlas.

Los hábitos alimentarios saludables pueden reducir el riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares y cáncer. Pero, como muchos padres saben, a los niños pequeños a menudo no les gusta comer verduras.

«Es importante empezar a comer verduras desde una edad temprana», afirma la investigadora Britt van Belkom, de la Universidad de Maastricht. «Sabemos por investigaciones anteriores que los niños pequeños suelen tener que probar una nueva verdura entre ocho y diez veces antes de que les guste«, añade.

«Por eso, nos interesamos por saber si pedir a los niños que prueben repetidamente algunas verduras les haría estar más dispuestos a comerlas», comenta la investigadora, para agregar que también les interesaba saber si ofrecer una recompensa «divertida» marcaría la diferencia.

Así, 598 niños (de 1 a 4 años) de guarderías de Limburgo (Países Bajos) participaron en el programa ‘La caja de verduras’. Van Belkom y sus colegas los asignaron al azar a uno de los tres grupos estas etiquetas: exposición/recompensa, exposición/sin recompensa o control (sin exposición/sin recompensa).

Los niños de los dos primeros grupos tuvieron la oportunidad de probar una serie de verduras todos los días que asistieron a la guardería durante tres meses. Los del grupo de «recompensa» recibieron premios divertidos, no alimentarios, como una pegatina o una corona de juguete, cuando probaban algunas verduras.

El conocimiento de las verduras y la disposición a probarlas se midió al principio y al final del estudio. Este primer aspecto se midió mostrándoles 14 verduras diferentes y preguntándoles cuántas podían nombrar, que fueron: tomate, lechuga, pepino, zanahoria, pimiento, cebolla, brócoli, guisantes, coliflor, champiñones, judías verdes, escarola, calabaza y espárragos.

El consumo se midió dándoles la oportunidad de probar trozos del tamaño de un bocado de seis verduras (tomate, pepino, zanahoria, pimiento, rábano y coliflor) y contando cuántos estaban dispuestos a probar.

En la prueba previa del grupo de control, los niños podían identificar alrededor de 8 verduras, y en la prueba posterior esta cifra aumentó a alrededor de 10. En los grupos de exposición/sin recompensa y de exposición/recompensa, en la preprueba los niños podían identificar unas 9 verduras y después unas 11.

En cuanto a la disposición a probar las verduras, la puntuación máxima fue de 12 (los niños recibieron 2 trozos del tamaño de un bocado de 6 verduras diferentes). En la prueba previa estaban dispuestos a probar unas 5-6 verduras en todos los grupos. Esta cifra disminuyó en el grupo de control, no cambió en el grupo de exposición/sin recompensa y aumentó hasta 7 en el grupo de exposición/recompensa.

«Ofrecer regularmente verduras a los niños en las guarderías aumenta significativamente su capacidad de reconocer diversas verduras, y recompensar a los pequeños por probar las verduras parece aumentar también su disposición a probarlas«, comenta van Belkom. »El tipo de recompensa es, sin embargo, muy importante: debe ser divertida, pero no comida«, destaca.