Toque de campanas por la España Vaciada para reivindicar que no se deje «morir» los pueblos.

Toque de campanas por la España Vaciada para reivindicar que no se deje «morir» los pueblos.

Acción promovida por la Plataforma Extremadura Vaciada.

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Los obispos extremeños han convocado a las comunidades cristianas de la región a participar en el toque de campanas de las iglesias promovida por la Plataforma Extremadura Vaciada este jueves, 31 de marzo, para reivindicar un futuro para las zonas rurales y menos pobladas de la región.

«Que las campanas nos recuerden que no debemos dejar morir nuestros pueblos», señala el manifiesto que se leerá este jueves, a las 12,00 horas, tras las campanadas que recordarán el tercer aniversario de la conocida como la revuelta de la España vaciada.

Un manifiesto que ha sido impulsado por las diócesis de Mérida-Badajoz, Coria-Cáceres y Plasencia, a petición de la Plataforma Extremadura Vaciada, el Movimiento Rural Cristiano y los grupos de Pastoral Rural Misionera.

Las campanas de las parroquias sonarán este jueves para animar a «tomar conciencia de la realidad» de Extremadura, «con sus sombras, sus cruces; pero también con sus luces y sus esperanzas».

Cruces porque en los pueblos se vive «la realidad de una Extremadura Vaciada», en la que se ha perdido en los últimos años población, como recuerdan los letreros de casas en venta; pero también servicios, como tiendas, bares o bancos; fuentes de trabajo, como cooperativas o las «pocas fábricas» que hay; e incluso se pierden «día a día costumbres y actividades comunitarias», recoge el manifiesto.

Una realidad que se caracteriza por la «fragilidad», que se constata al ver cada vez menos niños y menos maestros para atenderlos, más ancianos y más dependencia. «Y una buena muestra de nuestra fragilidad la sufrimos cada día, con la precariedad sanitaria», añade el texto.

También hace referencia al déficit de las comunicaciones, «sin tren, sin las autovías precisas, con falta de transporte público», y sin recibir «las ayudas precisas para asentar población». Al contrario, añade, el campo «sufre por la subida de los insumos agrarios».

No obstante, recoge que hay «motivos para la esperanza», al encontrar «signos positivos», pues a pesar de que continúa la pérdida de población, hay gente que regresa a los pueblos y hay también «gente nueva» en las casas y calles de los pueblos, así como se ven promociones de viviendas sociales y «no faltan proyectos de recuperación del entorno y de espacios abandonados».

Por tanto, en los pueblos hay «signos de renovación y de futuro», como los centros para mayores, que suponen al mismo tiempo una «importante fuente de trabajo», o infraestructuras como las piscinas municipales, así como los intentos por solventar la brecha financiera con algunos cajeros automáticos instalados por las administraciones, aunque siguen siendo «insuficientes».

Asimismo, reconocen la existencia de «nuevos nichos laborales», como el turismo rural; y la ampliación o creación de empresas. Y, en algunos lugares, también hay nuevos comercios y tiendas, además de crecer los proyectos de energía sostenible; y actividades que «saben aprovechar» el «mejor recurso» de la región, la naturaleza.

«Ahí están las cooperativas agrarias; y una gran gama de iniciativas emprendedoras, que tienen en común el respeto y el aprovechamiento de nuestro medio ambiente, que valoran más lo de fuera que nosotros mismos. También nuestra universidad se abre al futuro con iniciativas como el Erasmus rural», reza el comunicado.

Pero la «necesidad de reivindicar» va «madurando» en la región, en concreto, para pedir «un hoy más justo para un mejor mañana», a través de plataformas como Extremadura Vaciada, abierta a la participación de los colectivos que tengan como gran objetivo «trabajar contra la despoblación» de pueblos, comarcas y provincias.

Por ello animan a que el sonido de las campanas despierte en las comunidades cristiana el deseo de comprometerse en el esfuerzo por sacar adelante esta tierra, desde una pastoral rural «renovada, misionera, evangelizadora».

De forma que, del mismo modo que Jesús suscitó una nueva vida en Lázaro, los cristianos busquen «vías concretas y realizables para transformar las cruces» de esta tierra en «semillas de futuro y de mañana».