07 Feb España, a la cola de Europa en la calidad de su empleo.
Se sitúa un 10% por debajo de la media de la UE-15 debido principalmente a su alta tasa de temporalidad y a los riesgos laborales, según un estudio de Funcas.
Lucía Palacios
España no es solo el país de Europa con una mayor tasa de paro y de temporalidad, sino también con la calidad del empleo más baja. De los quince Estados analizados, solo Grecia obtiene una peor calificación en el Indicador de Calidad de Empleo (ICE), que recoge variables como las jornadas de trabajo, las condiciones contractuales y las perspectivas de desarrollo profesional, entre otros parámetros. Así lo denuncia la Fundación de las Cajas de Ahorros, Funcas, en un estudio publicado ayer.
España se sitúa entre los países de la UE-15 con valores más bajos en las cuatro dimensiones que se analizan para explorar cómo es la calidad de su empleo comparándola con países de su entorno. Concretamente, España se sitúa un 10% por debajo de la media europea en un ranking liderado por Finlandia y con Grecia en última posición, lo que se explica por el alto índice de temporalidad de nuestro mercado laboral, con uno de cada cuatro puestos eventuales, y por los riesgos laborales.
«El empleo en España, en comparación con el núcleo de la UE, todavía adolece de una peor calidad, especialmente en lo referido a la calidad contractual y las perspectivas de desarrollo profesional», según advierte este ‘think tank’ dedicado a la investigación económica y social, que recalca que «el mercado de trabajo tiene un margen sustancial para mejorar en calidad de empleo».
Los países mejor posicionados son Finlandia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca, mientras que en el lado contrario la peor puntuación se la llevan, además de Grecia y España, Portugal, Italia y Francia, todos por debajo de la media europea.
Cabe destacar, además, que en este índice se tienen en cuenta variables tales como la cualificación, la autonomía, el apoyo social, el tiempo de trabajo y la conciliación (horario, duración de la jornada e intensidad), los riesgos físicos a los que se exponen los trabajadores, pero en este caso no se ha incluido la variable monetaria, es decir, el salario que cobran los ocupados, donde además España, con una nota un 20% inferior a la de Finlandia, tampoco está muy bien posicionada, por lo que incluso podría reducir su calificación por este aspecto.
Asimismo, este estudio señala que, frente a la creencia popular de que se habría producido un deterioro en la calidad de empleo, tanto en el ámbito de la UE como en España, los datos no reflejan dicho empeoramiento, ni siquiera coincidiendo con la Gran Recesión, sino, más bien al contrario, si acaso una «pequeña mejora» en los países periféricos que reflejaría la existencia de una dinámica de convergencia con los países más avanzados.
Por ello, desde Funcas abogan por «propiciar un cambio en el modelo productivo español», tanto en lo que se refiere a la reducción de la alta inestabilidad y estacionalidad del empleo y la comparativamente alta tasa de desempleo existente, como en lo referente al crecimiento de la productividad que impulse una convergencia decidida con los niveles de renta de los principales países de Europa.
Por otra parte, Funcas se distancia de las tesis pesimistas de que la irrupción de la tecnología pueda suponer una amenaza para el empleo. «La penetración masiva de las tecnologías digitales no reduce necesariamente el trabajo humano y, por tanto, el empleo agregado. Sí supone, sin embargo, un cambio en su composición, así como también en los contenidos y condiciones de los puestos de trabajo», indican los autores del estudio, que aconsejan prestar más atención a la calidad y menos a la cantidad.