03 Feb «No sé qué me pasa, últimamente se me olvida todo».
Fórmulas para prevenir y retrasar el deterioro cognitivo sin tratamientos farmacológicos.
Laura Peraita
«No sé qué me pasa últimamente que se me olvidan las cosas… ¡Tengo un despiste tras otro!». Quien tiene alguien mayor a su lado, seguro que le ha escuchado decir esta frase en alguna ocasión. No son pocos los que se alarman pensando en la enfermedad de Alzheimer, que puede empezar a manifestarse a partir de estas primeras lagunas de memoria que conllevan dificultad para recordar acciones recientes, fechas, citas…
Es frecuente escuchar en la consulta del médico quejas de ese estilo sobre todo en personas de avanzada edad, «pero no debemos alarmarnos porque no todos los problemas de memoria son Alzheimer. Trastornos como la depresión y la ansiedad, la falta de vitaminas, el hipotiroidismo, entre otras, así como los efectos secundarios de ciertas medicaciones pueden causar este tipo de olvidos diarios», apuntan la neuropsicóloga Anabel Campos y la psicóloga Edurne Otegui, ambas socio-fundadoras de Cuadernos Akker.
Los primeros signos de una demencia son, en ocasiones, bastante inespecíficos. Según apunta Enrique Arrieta Antón, médico de Familia y Secretario del Grupo de Trabajo de Neurología de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), con frecuencia no se les da la importancia que merecen y se atribuyen a la edad o a las pérdidas y procesos de duelo que acompañan al envejecimiento (familiar, laboral, social, económico, de salud, etc.). «Cuando una persona detecta un problema de funcionamiento cognitivo propio o (como ocurre con más frecuencia) en un familiar consulta con el nivel asistencial más cercano y accesible, y es en Atención Primaria donde hay que valorar estas quejas, determinar si hay una posible causa distinta de una demencia (depresión, cuadros confusionales, complicaciones de otros problemas de salud, infecciones…), y con esta información valorar la importancia y las repercusiones de problema e iniciar el estudio derivándolo al especialista correspondiente. El diagnóstico temprano del Alzheimer es la condición indispensable para que los pacientes accedan a tratamientos eficaces (como los que parece que van a estar disponibles a corto plazo) y mejora su calidad de vida y la de sus familias».
Anabel Campos añade que el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer u otra demencia, puede ser devastador para el paciente y su familia. «En consulta muchos familiares aseguran sentirse como “perdidos”, ya que en ocasiones no saben si será bueno para el paciente ser conocedor de su diagnóstico y de qué manera trasmitirle esa información. Muchas familias lo viven como un proceso de duelo en el que pasan por todas sus fases hasta llegar a la aceptación. En otros casos, sin embargo, han vivido la enfermedad de cerca y por su sintomatología la han podido identificar, por lo que el diagnóstico es recibido con mayor serenidad. Cuanto más formadas e informadas están las familias sobre esta enfermedad, más fácil es el manejo de los cambios involutivos que se van produciendo en el paciente».
Explica esta neuropsicóloga que a medida que envejecemos, nuestro cerebro y sistema nervioso pasan por cambios naturales, pierden peso, neuronas y esto se traduce en una atrofia. «El cerebro pasa a tomar un aspecto de nuez con una reducción en el pensamiento, la memoria y la capacidad cognitiva, cambios que se producen en diferente medida en cada persona. Cuando los olvidos no interfieren en las actividades de su vida diaria estaríamos hablando de lo que se denomina como Deterioro Cognitivo Leve (DCL), que es un estado transicional entre el envejecimiento normal y la demencia leve, aunque no todos los pacientes con DCL evolucionan a demencia, únicamente alrededor de un 20%», matiza.
Antes de que aparezca esta enfermedad «podemos prevenirla, y en el caso de la enfermedad de Alzheimer está bien establecido que un estilo de vida saludable, el ejercicio físico, mantener los contactos y la implicación social y el control de los factores de riesgo vascular pueden prevenir la aparición de la enfermedad o enlentecer su desarrollo», puntualiza Enrique Arrieta.
Sin embargo, cuando los problemas de memoria se intensifican y comienzan a interferir en la vida diaria de la persona, es habitual que se produzca un proceso vital en el que pierden su independencia en las tareas llamadas instrumentales como pueden ser, planificar compras, manejar el dinero, cocinar, realizar gestiones domésticas y bancarias, utilizar transportes públicos, manejar la medicación. «Es cuando hablamos de un posible inicio de demencia —explica Anabel Campos—. En estos casos, será el médico el encargado de realizar exámenes y pruebas clínicas —como analíticas, pruebas de neuroimagen y exploraciones neurológicas— para descartar que tales síntomas sean causa de otra patología».
Aseguran que se estima que entre un 10% y un 30% de las demencias son potencialmente reversibles, dependiendo de la fuente que se consulte. «Son aquellas en las que al tratar al paciente se puede recuperar el estado cognitivo previo al cuadro demencial producido por X causa —concreta Otegui—. Lamentablemente, la mayoría de las demencias son irreversibles (degenerativas), lo que implica que los cambios en el cerebro no pueden detenerse ni revertirse y la Enfermedad de Alzheimer es el tipo más común de demencia».
Edurne Otegui es consciente de que cuando un doctor transmite a su paciente la noticia de que padece Alzheimer, tanto el enfermo como el familiar que le acompaña lo viven como un verdadero duelo. «Aunque el paciente es la misma persona que ayer, se cae en el error de tratarla como si de repente no entendiera nada, como a un «tonto». No debe ser así. Es más, muchos doctores, incluso, caen en el error de ni siquiera explicar el diagnóstico al enfermo, o no mirarle a los ojos, lo hacen dirigiéndose al acompañante, lo que genera gran frustración en el paciente».
Aún así, esta psicóloga quiere ser positiva y asegura que cada vez el sector sanitario es más consciente de la enfermedad y de este tipo de detalles para no perjudicar a las personas condeterioro cognitivo. «Además, estoy segura de que en poco años, de 5 a 10, el diagnóstico y tratamiento de este tipo de enfermedades estará muy avanzado porque se están dedicando muchos esfuerzos en su investigación».
Factores protectores para el cerebro
Mientras tanto, ambas expertas apuntan que hay ciertos factores protectores y beneficiosos para el cerebro que pueden ayudar a ralentizar este proceso de deterioro, como son el ejercicio cognitivo regular, al menos 20 minutos diarios o educación reglada, el ejercicio físico diario, una dieta saludable —dieta mediterránea, consumo de ácidos grasos omaga 3, vitaminas del grupo B y antioxidantes—, una vida social activa y el control de los factores de riego vascular.
Conscientes de las necesidades de prevenir este deterioro, esta neuróloga y psicóloga decidieron además poner en marcha un proyecto que llevaban algún tiempo madurando tras la experiencia diaria de tratar con este tipo de pacientes. Fue así como nacieron los cuadernos Akker. «Se trata de unos materiales que, según niveles de deterioro cognitivo, permiten al paciente realizar actividades para preservar sus capacidades cognitivas el máximo tiempo posible y ralentizar cualquier demencia o deterioro. Se trata de una herramienta muy útil con la que se trabajan distintas capacidades cognitivas».
Aconsejan que se realicen las actividades que marcan los cuadernos de forma regular, entre 3 o 4 días a la semana durante unos 30 minutos, para crear un hábito. «No pasa nada si hay ejercicios que no se saben hacer o se responden mal —puntualiza Edurne Otegui—. Lo importante es el esfuerzo mental que realizan al pensar y concentrarse, lo que supone un entrenamiento para el cerebro muy positivo. Este es el motivo por el que desde las consultas de los especialistas, hospitales como La Fe de Valencia u organizaciones como Cruz Roja, recomiendan estos cuadernos para ralentizar el avance de este deterioro de la memoria».
Según David A. Pérez Martínez, patrono de la Fundación Alzheimer España (FAE) y jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, las evidencias de que las demencias, y el Alzheimer en particular, pueden ser prevenidas son relativamente recientes. «Hay estudios que estiman que si pudiéramos evitar ciertos factores de riesgo y potenciar actividades de prevención se podría evitar o retrasar la aparición del Alzheimer hasta en la mitad de los casos. Una de las intervenciones mejor estudiadas —informa— es el control de los factores de riesgo vascular, tanto la hipertensión arterial, como la hipercolesterolemia y la Diabetes Mellitus (DM)».
La actividad física, clave de la prevención
Matiza que un buen control de estos factores no solo evita complicaciones vasculares como ictus o infartos cardiacos, también ha demostrado un beneficio en la prevención del Alzheimer. «La actividad física es clave en todas las edades para prevenir el deterioro cognitivo, aunque quizás sean la edad media de la vida donde mayor beneficio puede producir. Evitar el sendentarismo y el simple hecho de caminar genera ya un beneficio apreciable. No está claro cuánto es el ejercicio suficiente; pero no parece que sea necesario hacer ejercicio de manera intensiva. La OMS ha recomendado tradicionalmente unos 10.000 pasos diarios, pero posiblemente el beneficio sea evidente ya con la mitad de esa cifra. Un factor a tener en cuenta es la actividad intelectual y el grado de educación recibido. La participación en actividades sociales, culturales y de estimulación cognitiva aportan beneficios».
Asegura, además, que recientemente ha tomado también un interés especial el tipo de dieta. «Existe una evidencia creciente sobre el beneficio de la dieta mediterránea. Como sabemos, se trata de una dieta rica en fruta, verduras, frutos secos, pescado y aceite de oliva; junto a un consumo moderado o reducido de carne roja. Como conclusión, —concluye jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid— se podría decir que existe un estilo de vida neurosaludable que incluye múltiples medidas como el ejercicio físico regular, una dieta equilibrada de tipo mediterránea y actividades intelectuales interesantes. Todo este conjunto debería asegurarnos un envejecimiento saludable».
Preservar y potenciar las actividades cognitivas
Según Juan Lahuerta Dal-Ré, secretario de la Federación de Asociaciones de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias de la Comunidad de Madrid (Fafal) el tratamiento no farmacológico de la persona con demencia supone, incluso en mayor medida que el tratamiento con medicamentos, el pilar de la atención a las necesidades y problemas que esta presenta. «Así, las actividades psicoterapéuticas encaminadas a preservar y potenciar las actividades cognitivas afectadas por la enfermedad: memoria, orientación, lenguaje, y las alteraciones conductuales, del sueño, de la alimentación, etc., han demostrado su eficacia y ser el complemento adecuado a otras medidas sanitarias».
Muchas de las asociaciones de familiares de personas con Alzheimer ofrecen este tipo de actividades a las personas afectada, bien en un centro de día en el que profesionales adecuados (psicólogo sanitario, terapeuta ocupacional, gerocultor, etc.) dirigen y acompañan a dichas personas en tareas de orientación a la realidad, ejercicios de orientación y memoria, etc., bien en los domicilios de los pacientes. «En este último caso, —matiza Lahuerta Dal-Ré— las actividades se deben adaptar al entorno y a la capacidad del cuidador de participar en la administración de la actividad y en el mantenimiento de la motivación y perseverancia. Es esencial una supervisión profesional de las actividades para enfocarlas adecuadamente a las necesidades de la persona enferma, así como una evaluación periódica de las funciones cognitivas y de la conducta a mejorar».
En opinión del secretario de Fafal, las actividades cognitivas requieren en muchos casos de unos materiales de apoyo para la realización de la tarea, es decir de láminas con figuras, textos, operaciones aritméticas simples etc. «Es importante que estas herramientas estén bien diseñadas y adaptadas a la etapa evolutiva de la enfermedad, así como del nivel educativo de la persona. Los cuadernos AKKER constituyen una herramienta de ejercitación cognitiva que ha sido desarrollada siguiendo criterios establecidos y reconocidos de la efectividad de la estimulación neuropsicológica en esta población de pacientes».
La Fafal ha promovido, en un número importante de personas asociadas a las asociaciones, un estudio prospectivo para evaluar la viabilidad de la intervención cognitiva individual con estos cuadernos en pacientes con enfermedad de Alzheimer no institucionalizados y valorar la aceptación de la intervención cognitiva e identificar los motivos de falta de adherencia a dicho tratamiento. «Otros objetivos del estudio son evaluar posibles diferencias entre las personas participantes de acuerdo a su nivel educacional e investigar, de modo exploratorio, posibles modificaciones, cognitivas, conductuales, funcionales y en la calidad de vida del paciente tras 6 meses de la intervención cognitiva. Es importante —puntualiza— la colaboración entre entidades que realizan actividades de investigación y las asociaciones de familiares de Alzheimer para avanzar en el conocimiento y solución de problemas y necesidades que sufren estas personas y sus cuidadores».