Sobre la educación se asienta el futuro. Una sociedad educada es una sociedad con los conocimientos, las capacidades y los valores necesarios para tener una vida fructífera y digna.
Uno de los pilares esenciales de cualquier sociedad es la educación. La educación pública, universal y de calidad es la mejor inversión de futuro. A día de hoy, los avances alcanzados son importantes pero todavía 57 millones de niños y niñas en el mundo, en edad de escolarización primaria, siguen sin ir a la escuela. Se estima que la mitad de ellos residen en zonas afectadas por conflictos y que son las niñas las que sufren más este problema.
Según el ODS 4, es vital que en los próximos años se aumenten los esfuerzos encaminados a reforzar la función que ejerce la educación en la plena realización y el respeto de los derechos humanos, la paz y el ejercicio responsable de la ciudadanía local y global. Los contenidos de dicha educación, han de ser adecuados y contemplar aspectos tanto cognitivos como no cognitivos del aprendizaje.
Los conocimientos, capacidades, valores y actitudes que necesitan todas las personas para vivir una vida fructífera, tomar decisiones fundamentales y asumir el papel activo, tanto a nivel local como global a la hora de afrontar y resolver los problemas planetarios, pueden adquirirse a través de la educación para el desarrollo sostenible y para la ciudadanía global. Es fundamental educar y formar a las futuras generaciones con la mentalidad puesta en los objetivos de la Agenda 2030.
¿Las carencias en educación solo afectan a los menores?
Pues no. Los más mayores siguen quedándose excluidos de la formación y el aprendizaje, incluso en países desarrollados. Es vital en el marco de la Agenda 2030 aumentar los esfuerzos encaminados a garantizar una formación inclusiva y equitativa, así como reforzar el valor de la educación pública y gratuita y su papel imprescindible en formar a las personas del futuro en todas las etapas de la vida.
El ODS 5 tiene un peso importante dentro del 4 y se relacionan mutuamente. ¿Cómo? La educación es la base para lograr la igualdad de género. En los países menos desarrollados, son las menores las que primero abandonan la escuela para ayudar en casa, de forma que cuando crecen tienen peores condiciones laborales y menos salidas profesionales. Las niñas deben tener referentes mujeres en las que reflejarse con liderazgo en cualquier disciplina y en los altos cargos de las empresas e instituciones. Es imprescindible trabajar para que ellas también se especialicen en carreras técnicas y científicas al igual que los hombres han de poder decidir otras carreras de letras y de cuidados, por ejemplo.
Se sabe que antes de los 6 años ya hemos decidido si tenemos capacidad o no para realizar determinadas carreras profesionales, y ello está muy influido por el ambiente donde vivimos.
¿Qué pasa con la educación en España según los Indicadores de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible?
En España los principales problemas en torno a la educación son la desigualdad, el fracaso escolar, la falta de financiación y la segregación escolar por motivos socioeconómicos. Nuestro país se sitúa entre los países de la OCDE con mayor segregación escolar por motivos socioeconómicos en los alumnos de primaria, según el estudio “Diversidad y libertad: Reducir la segregación escolar respetando la capacidad de elección de centro”, elaborado por Álvaro Ferrer.
La tasa de población que completa la segunda etapa de la educación secundaria es del 73,4% entre los 20 y los 22 años. Este indicador parte del 68,7% del año 2015, por lo que subió un 4,7 hasta 2019. El objetivo es llegar al 100% en 2030.
El Índice de Paridad de Género marca un 1,12 en 2019, según el INE. Esto supone que hay un mayor número de mujeres que estudian, pero aún están muy por debajo en cuanto carreras científicas y técnicas.
El Índice de Paridad entre las zonas rurales y las urbanas estaba en 0,86, lo que refleja que las personas de los pueblos tienen más complicado el acceso a los estudios.
No podemos dejar a nadie atrás, y más en este momento de cambio donde la necesidad de aprendizaje continuado afecta a todas las edades, incluidas las más avanzadas. El aprendizaje en TICs por ejemplo es básico para la inclusión social de las personas y con ello se facilita el envejecimiento activo, saludable y se favorece la transmisión de conocimientos entre generaciones, dando valor a lo analógico y a lo digital. Que la diferencia de edad nunca nos aleje de los demás, que sea un incentivo para aprender de sus experiencias.