19 Ago Los beneficios de la musicoterapia en personas con demencia.
Escuchar música ayuda en el procesamiento de las emociones, lenguaje y memoria.
Marta Vicente
La música es una de las formas de expresión de la humanidad más universal. Es el lenguaje de las emociones: el sonido rítmico nos hace evocar recuerdos e, incluso, puede hacer que pasemos de sentirnos tristes a alegres. La musicoterapia consiste en que los profesionales utilicen la música con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Tal y como explica Nieves Fernández Letamendi, geriatra en el Hospital Quirónsalud Zaragoza (@quironsalud), no debemos confundir la música recreativa con la musicoterapia. Esta última «está englobada dentro de las terapias no farmacológicas de la demencia (entre otras patologías neurodegenerativas)» y «utiliza la música como herramienta fundamental dentro de un tratamiento implementado por un profesional (musicoterapeuta) que trabaja aspectos físicos, psicológicos, cognitivos o sociales concretos», indica.
La integración de esta terapia es todavía incipiente en el Sistema Nacional de Salud. La doctora declara que «en España, está registrada como ocupación laboral desde el año 2011, y su formación reglada se imparte como estudios de posgrado (Master) en diversas universidades y centros privados, de acuerdo con el Sistema de Acreditación Europeo de Musicoterapeutas Profesionales, amparado por la European Music Therapy Confederation».
A pesar de ello «sabemos que escuchar y producir música provoca la activación de varias zonas del cerebro y trabaja el procesamiento de las emociones, la percepción, la atención, la memoria, potencia la integración neurosensorial, la plasticidad y ayuda en el procesamiento del lenguaje», asegura Letamendi.
El efecto positivo en pacientes con demencia
Nieves Fernández Letamendi destaca lo beneficiosa que es la musicoterapia para las personas que padecen demencia.
La doctora comienza afirmando que, durante las primeras fases, la enfermedad puede afectar a la prosodia y a la sintaxis, lo cual puede conducir a la dificultad de interpretar un mensaje, así como al tono y a la intencionalidad del mismo.
Esto se puede equiparar a lo que ocurre cuando somos niños. Durante los primeros años de la infancia, el cerebro adquiere y procesa la música como un tipo de lenguaje. Tanto es así que no aprende a diferenciar ambos hasta más adelante, cuando ya separa la interpretación de los dos dominios. «Además de potenciar emociones positivas, la música prácticamente nunca despierta ciertas emociones como culpa, vergüenza o ira. Por ello, la música ayuda a obtener resultados en la rehabilitación del lenguaje en daño cerebral adquirido», señala la geriatra.
Las personas con demencia, dadas las dificultades que tienen para procesar y recibir ciertos estímulos medioambientales, pueden reaccionar en varias ocasiones como si estuvieran en una situación de amenaza, según han desvelado varios estudios. Estas investigaciones han avalado en varias ocasiones el efecto positivo de la musicoterapia en estos pacientes, demostrando que la música es capaz de reducir los síntomas ansiosos y depresivos, así como los episodios de agitación y agresividad que pueden sufrir.
¿Qué se debe tener en cuenta si se utiliza la música en el ámbito de la geriatría?
La geriatra del Hospital Quirónsalud Zaragoza revela que «la herramienta principal de la musicoterapia es, obviamente, la música, pero presentada a través de diferentes técnicas». Para que la terapia sea todo un éxito, es fundamental que el personal cualificado cuente con la situación basal del paciente, obtenida tras una valoración geriátrica integral, y con su historia musical.
Manuel Sequera Martín, coordinador del grupo de Musicoterapia de la Sociedad Española de Geriatria y Gerontología (SEGG), explica en ‘Musicoterapia en la demencia del paciente anciano: fundamentos, aplicaciones y evidencia científica actual’, que recoge la revista Psicogeriatría, los aspectos especiales que se deben considerar a la hora de utilizar la musicoterapia en el ámbito de la geriatría:
Repertorio: es necesario que se extraigan las canciones de los cuestionarios realizados a los participantes, destacando especialmente aquellas que formen parte de su época de juventud (el que integra desde los 18 hasta los 25 años).
Ritmo y tempo: a pesar de que el envejecimiento suponga un enlentecimiento de las funciones motrices, esto no impide que se pueda jugar con el tempo de las canciones, poniéndolo más acelerado o ralentizado. Eso sí, Sequera Martín especifica que es un factor muy personal, por lo que el musicoterapeuta deberá ajustarlo dependiendo del paciente y de si trata a uno solo o a grupos determinados.
Música en vivo: tiene mucha más aceptación junto con una gran capacidad de adaptación al momento. Sin embargo, es cierto que determinadas grabaciones son una herramienta indispensable para trabajar, por ejemplo, la reminiscencia.
Extensión vocal: con el paso de los años, la voz de las mujeres se suele volver más grave, en cambio, en los hombres, se eleva hasta volverse más aguda. Por lo tanto, el experto defiende que el acompañamiento debe adaptarse para que las personas puedan participar cómodamente en el canto.
Volumen: se debe adecuar la intensidad del sonido a las necesidades del paciente, teniendo en cuenta su capacidad auditiva.
Instrumentación: por último, Sequera Martín expresa que las personas mayores suelen preferir música melódica acompañada de manera sencilla con acordes que hacen destacar la melodía y la voz frente a la armonía y el ritmo. Igualmente, a la hora de ofrecer instrumentos para acompañar o realizar improvisaciones, se debe considerar la capacidad auditiva y motriz de cada paciente.