02 Ago El sentimiento de soledad se ha duplicado en toda la UE desde el inicio de la pandemia.
Se cuadruplicó entre los jóvenes de 18 a 35 años respecto a 2016, según un estudio de la Comisión que concluye que las restricciones de movilidad y distanciamiento social para contener la propagación del virus han provocado efectos secundarios no deseados, particularmente en forma de soledad y aislamiento social.
Andrés Gil
El sentimiento de soledad se ha duplicado en toda la Unión Europea desde el inicio de la pandemia, hasta el punto de que uno de cada cuatro ciudadanos de la UE ha reconocido sentirse solo durante los primeros meses de la expansión del coronavirus, según un informe del Joint Research Centre (JRC) de la Comisión Europea presentado este lunes. En el caso de España, el sentimiento de soledad ha pasado del 11,6% de los encuestados antes de la pandemia al 18,8%, con un incremento de 7,2 puntos, de los menores de toda la Unión.
El informe cuenta con estudios recientes sobre la soledad y el aislamiento social en la UE, y analiza también la encuesta de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo, que muestra que los sentimientos de soledad se duplicaron en todos los grupos de edad en los primeros meses de la pandemia, si bien se cuadruplicó entre los jóvenes de 18 a 35 años, en comparación con 2016.
La cobertura de los medios de comunicación en toda la Unión sobre el fenómeno de la soledad también se duplicó durante la pandemia, y la conciencia del problema fue diferente entre los Estados miembros.
La vicepresidenta de Democracia y Demografía, Dubravka Šuica, ha dicho: «La pandemia ha puesto de relieve problemas como la soledad y el aislamiento social. Estos sentimientos ya existían, pero había menos conciencia pública de ellos. Con este nuevo informe, podemos comenzar a comprender y abordar mejor estos problemas».
La comisaria de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud, Mariya Gabriel, ha dicho, por su parte, que «la soledad es un desafío que afecta cada vez más a nuestros jóvenes, pero para abordar cualquier desafío de manera eficaz, primero debemos comprenderlo».
El informe presentado este lunes es el primer paso de un trabajo entre el Parlamento Europeo y la Comisión. El proyecto incluirá una nueva recopilación de datos sobre la soledad en toda la UE, que se llevará a cabo en 2022, y el establecimiento de una plataforma web para vigilar la soledad a lo largo del tiempo y en toda Europa.
Las investigaciones muestran que la soledad y el aislamiento social tienen repercusiones nocivas sobre la salud física y mental, así como importantes consecuencias para la cohesión social y la confianza de la comunidad. Así, tanto la soledad como el aislamiento social se reconocen cada vez más como problemas críticos de salud pública que merecen atención y deben abordarse con estrategias de intervención eficaces.
La pandemia de COVID-19 también ha cambiado drásticamente la vida y las prácticas sociales de los europeos. Las restricciones de movilidad y las medidas de distanciamiento social adoptadas para contener la propagación del virus han provocado discusiones públicas sobre los efectos secundarios no deseados, particularmente en forma de soledad y aislamiento social. Algunos temen que el precio de la soledad pueda tener consecuencias mucho después de que el virus retroceda.
Este informe ofrece una descripción general del estado actual sobre la soledad y el aislamiento social en la UE utilizando dos fuentes de información complementarias: encuestas y datos de medios online.
Antes y durante la COVID-19
«La pandemia ha aumentado los niveles ya preocupantes de soledad en Europa», afirma el informe: «Las medidas de distanciamiento social han sido fundamentales para limitar la expansión del virus. Sin embargo, también existe una creciente preocupación por el impacto que la remodelación de la vida social del año pasado podría tener sobre la soledad, en particular para las personas que ya eran más propensas a la soledad en el período prepandémico».
Así, la prevalencia de la soledad aumentó drásticamente en los primeros meses posteriores al brote de la COVID-19. «Mientras que en 2016 alrededor del 12% de los ciudadanos de la UE indicaron sentirse solos más de la mitad del tiempo, esta proporción aumentó al 25% en los primeros meses posteriores al brote de COVID-19. Otras emociones negativas como sentirse tenso o desanimado siguieron la misma tendencia, mientras que las emociones positivas como sentirse alegre, tranquilo, activo o descansado se movieron en la dirección opuesta».
Una gran parte del debate público sobre la soledad se ha centrado hasta ahora en los adultos mayores, ya que a menudo se los considera la población más vulnerable. Esto se debe a que el envejecimiento está asociado con otros factores de riesgo de soledad, explica el estudio. «Sin embargo, durante los primeros meses de la pandemia, los adultos jóvenes han sido, con mucho, los más afectados por las medidas de distanciamiento social», analiza.
Más concretamente, «la proporción de personas de 18 a 25 años que indicaban sentirse solos casi se cuadruplicó en los primeros meses de la pandemia (del 9% en 2016 al 35% a principios de 2020). El trabajo considera que es esperable que este sentimiento de soledad entre los adultos jóvenes «sea de naturaleza transitoria, sin embargo, la edad adulta joven es también un momento asociado a menudo con dejar el hogar familiar y pasar a una nueva etapa en la vida. En este contexto, el impacto de más de un año de reducción de los contactos personales podría seguir sintiéndose mucho después de que la pandemia desaparezca».
«Se deben realizar análisis adicionales para evaluar más a fondo el impacto de la pandemia en la generación joven y diseñar estrategias de intervención apropiadas, si es necesario», afirma el documento.
Las relaciones cara a cara con familiares cercanos reducen la incidencia de la soledad. Pero, dice el estudio, «vivir solo ha hecho que sea más difícil hacer frente a las medidas de distanciamiento social. Las personas que viven solas experimentaron un aumento en la prevalencia de la soledad en 23 puntos porcentuales en comparación con los niveles observados antes de la pandemia». Por tanto, los primeros meses de la pandemia han sido especialmente difíciles para quienes viven solos.
También hay una serie de otros factores de riesgo. Las condiciones económicas favorables (ingresos del hogar) protegen contra la soledad: esto fue igualmente cierto antes y durante la pandemia, según los datos. La mala salud está asociada con la soledad. «En el período previo a la pandemia, alrededor del 32% de los encuestados que indicaron que tenían mala salud también informaron que se sentían solos más de la mitad del tiempo. Esta cifra contrasta con el 8% entre las personas con buena salud. En los primeros meses de la pandemia, la incidencia de la soledad aumentó al 46% para los encuestados con mala salud y al 20% para los que gozaban de buena salud. Por lo tanto, la brecha en los niveles de soledad por estado de salud no cambió mucho después del brote de COVID-19. Esto sugiere que la incidencia de mala salud como factor de riesgo de soledad se aplica en todas las circunstancias», dice el informe.
Finalmente, las mujeres tienen la misma probabilidad que los hombres de sentir soledad. Esto no ha cambiado con las medidas de distanciamiento social. Del mismo modo, vivir en una ciudad o en una zona rural no afectó los niveles de soledad antes o durante la pandemia, según el estudio.
En el periodo previo a la pandemia, la soledad era más baja en el norte de Europa, con alrededor del 6% de las personas que informaron sentirse solas más de la mitad del tiempo. Europa occidental, meridional y oriental exhibió una mayor prevalencia de soledad, que oscilaba entre el 11% y el 13%. Sin embargo, tras el brote de COVID-19, Europa occidental y septentrional experimentaron el aumento más pronunciado de la soledad, si bien el norte de Europa estableció confinamientos más suaves que el sur y el oeste de Europa.
Las características de la población y el contexto social más amplio también explican los patrones macrorregionales y nacionales. De hecho, cuando tenemos en cuenta estos factores, se observa que, en igualdad de condiciones, dentro de cada país, cuanto más duro es el encierro, más agudo es el sentimiento de soledad.
Las conexiones sociales son fundamentales. La angustia experimentada en todo el mundo durante los últimos 16 meses se debe, en parte, a las limitaciones impuestas a las interacciones sociales. El informe analiza cómo la situación actual ha exacerbado los problemas de quienes ya estaban solos y destaca cómo la composición de la población con mayor riesgo de aislamiento social y soledad ha cambiado durante este período. Sin embargo, «hace falta más investigación para evaluar las consecuencias a largo plazo de las medidas de distanciamiento social. Las preocupaciones sobre una posible pandemia de soledad están creciendo. Esta es una oportunidad para desestigmatizar tal angustia y abordarla con intervenciones efectivas».
Los medios de comunicación
El análisis cuantitativo de los informes de los medios sobre la soledad y el aislamiento social en los Estados miembros de la UE, desde el 1 de enero de 2018 hasta el 15 de enero de 2021, muestra que la cantidad de artículos que informan sobre la soledad y el aislamiento social se duplicó con el inicio de la pandemia de la COVID-19 en marzo de 2020 en comparación con los dos años anteriores. Los informes sobre la soledad y el aislamiento social crecieron en volumen con el inicio de la primera ola europea de la pandemia COVID-19 (marzo-mayo de 2020).
La información sobre la soledad varía mucho entre los Estados miembros, según el estudio. Si bien en algunos países se habla mucho del tema en los medios (por ejemplo, Italia, España, Francia, Alemania y Suecia), en otros países el volumen de información en los medios es muy bajo o inexistente (Chipre, República Checa, Grecia, Lituania , Letonia, Malta, Eslovaquia, Eslovenia y Eslovaquia).
La información de los medios sobre la soledad durante la pandemia se centró especialmente en los jóvenes y las mujeres. Esto posiblemente se deba al hecho de que la pandemia afectó más a las perspectivas de empleo de ambos grupos.
Aproximadamente un tercio de los informes de los medios cubren la soledad y el aislamiento social en relación con la salud. La soledad también se menciona en el contexto de la economía, pero con menos frecuencia: alrededor del 10% de los artículos contienen referencias a la economía o al costo de la soledad en los sistemas de salud y protección social. Desde el comienzo del brote de la COVID-19, el impacto del teletrabajo en la soledad también se discute en las noticias de los medios.
El análisis cualitativo de la información de los medios online en términos de narrativas y sentimiento asociado sobre la soledad en los Estados miembros de la UE muestra que el sentimiento predominante en los reportajes sobre la soledad es negativo, aunque el sentimiento positivo está presente en los artículos que se refieren a estrategias para afrontar la soledad. Durante la pandemia de la COVID-19, las noticias positivas también se han referido a la necesidad del aislamiento social para contrarrestar la propagación de la enfermedad.
«Las narrativas sobre la soledad y la salud describen los efectos negativos de la soledad en el bienestar físico y emocional, en términos de baja autoestima, estrés, ansiedad, depresión, problemas para dormir, agotamiento o incluso tendencias suicidas», asegura el estudio: «Los medios de comunicación también destacan cómo la soledad todavía sufre de estigmatización social, mientras que otros problemas sociales y de salud mental se debaten comúnmente y se consideran mucho menos tabú».
«Hay dos tipos principales de narrativas mediáticas que relacionan la soledad con la economía», dice la investigación: «El primero describe la soledad como un fenómeno estructural, a menudo vinculado a una crítica al neoliberalismo y la economía de libre mercado. Algunas narrativas de los medios también se refieren a una planificación y un diseño urbanos deficientes, a menudo vinculados con desarrollos económicos y sociales acelerados, como posibles impulsores de la soledad.
El segundo tipo de narrativa discute la soledad en el contexto de la pandemia que se desarrolla. Describe el vínculo entre el teletrabajo y el aumento del aislamiento social o la soledad tanto en términos negativos (mayor atomización del trabajo que conduce a la soledad y problemas de salud mental) como en términos positivos (mejora del equilibrio entre el trabajo y la vida)».
El papel de la tecnología en la ‘economía de la soledad’ también se describe tanto de forma positiva como negativa en los informes de los medios. El lado positivo se relaciona con «la tecnología como una forma de vincular a las personas, mientras que el lado negativo contiene narrativas sobre la explotación de la soledad en el mundo digital al monetizar las necesidades de compañía de las personas.
Un análisis detallado de las iniciativas para abordar la soledad en la UE revela que hay una mayor conciencia del fenómeno en algunos Estados miembros y que se están proponiendo diferentes soluciones, normalmente a nivel local o regional, que incluyen líneas telefónicas e iniciativas de desarrollo comunitario. En otros Estados miembros, el tema se menciona poco o nada en los medios. «En este caso, se debe hacer un análisis más profundo, para ver si esto se debe a la falta de información de los medios o a la falta de reconocimiento del problema», dice la investigación.
El análisis se realizó mediante la búsqueda en el índice de artículos recopilados por el sistema Europe Media Monitor, un sistema que procesa más de 300.000 artículos al día, en más de 70 idiomas, con una amplia cobertura de fuentes de noticias nacionales y locales de la UE. Su procesamiento automático etiqueta cada artículo por emociones (ira, miedo, tristeza, disgusto, sorpresa, alegría) y valores de sentimiento (positivo, negativo y neutral).
El análisis cuantitativo reveló que ambos temas se han vuelto muy relevantes en el panorama mediático de la UE, especialmente desde el comienzo de la pandemia de COVID-19 en marzo de 2020, y los temas sobre el tema de la soledad registraron una duplicación del volumen en los primeros meses de la pandemia. y siguiendo un patrón similar al de la pandemia en sí: disminuyendo en los meses de verano de 2020 y aumentando a nuevos picos con el inicio de la segunda ola. El análisis cuantitativo también mostró que los volúmenes de informes, sin embargo, difieren entre los Estados miembros de la UE, al igual que el número y los tipos de iniciativas propuestas para abordar el problema.
El análisis cualitativo mostró que las narrativas subyacentes están relacionadas con los efectos negativos que la soledad tiene sobre la salud, tanto emocional como física, y con las consecuencias económicas de la soledad y el aislamiento social en términos de costos de salud, desempleo y el impacto a largo plazo en la salud social y social. desarrollo personal, especialmente de la Generación Z y categorías sociales ya vulnerables. Esto fue especialmente visible durante la pandemia para los jóvenes (19-25) y las mujeres, las categorías más afectadas por la pérdida de puestos de trabajo.
Las narrativas también se relacionan con las causas subyacentes de la soledad, analizando las tendencias individualistas promovidas por las sociedades occidentales, así como la necesidad de nuevos tipos de arquitectura y planificación urbana para disminuir el aislamiento y la soledad.
Problemas críticos
La soledad y el aislamiento social se reconocen cada vez más como problemas críticos de salud pública que merecen atención y deben abordarse con estrategias de intervención eficaces. «Una amplia evidencia científica apunta a los efectos perjudiciales de la soledad y el aislamiento social en la salud física y mental, así como en la cohesión social», dice el informe: «La pandemia de la COVID-19, y en particular las restricciones de movilidad y las medidas de distanciamiento social adoptadas para contener la propagación del virus, ha hecho que la necesidad de abordar la soledad y el aislamiento social sea aún más urgente».
La dirección general de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión Europea, en colaboración con el JCR, ejecutará el proyecto piloto del Parlamento Europeo Proyecto exploratorio: Seguimiento de la soledad en Europa. Este proyecto piloto tiene como objetivo, entre otros, recopilar datos completos y comparables en toda la UE, analizar datos nuevos y existentes, posiblemente incluyendo también nuevas fuentes de datos que se expandan desde los medios tradicionales en línea hasta los datos de las redes sociales, para evaluar el impacto de la crisis de la COVID-19, para establecer una web, monitorear la soledad y el aislamiento social a lo largo del tiempo y en los Estados miembros de la UE, y para proporcionar recomendaciones para combatir la exclusión social y los problemas de salud mental relacionados con la soledad.
«La evidencia científica puede contribuir a diseñar intervenciones efectivas, mejorando la comprensión del problema y sus efectos, así como evaluando qué intervenciones funcionan para abordar la soledad y el aislamiento social», dice el informe, «y contribuir a construir una Europa más cercana a los ciudadanos».