«Hay que atender lo que duele o molesta para mejorar nuestro estado emocional».

«Hay que atender lo que duele o molesta para mejorar nuestro estado emocional».

Anna Alfaro, coach con formación en yoga vinyasa, propone en ‘Yoga para equilibrar tus emociones’ una guía para identificar las emociones y aprender a gestionarla a través de la práctica de posturas y ejercicios concretos.

Raquel Alcolea

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No es una disciplina deportiva, ni una religión, ni tampoco es una escuela filosófica. Lo que busca el yoga es el equilibrio entre la mente y el cuerpo en una suerte de danza entre la respiración y el movimiento. Pero también es un viaje de crecimiento que toca y remueve y una potente herramienta de gestión emocional que puede ayudar a hacer frente a estados emocionales como el miedo, la tristeza o la ira y a potenciar aptitudes y actitudes positivas como la creatividad, la calma o el amor propio. Esto es precisamente lo que propone la coach formada en yoga vinyasa Anna Alfaro en su libro ‘Yoga para equilibrar las emociones’ (Zenith), una guía en la que invita a explorar estados emocionales y propone prácticas para aceptarlos, integrarlos, potenciarlos o atraerlos para vivir de un modo más saludable y equilibrado.

En su 0bra invita a identificar las emociones para saber qué sentimos o qué queremos potenciar con el yoga, pero, ¿es realmente fácil identificar las emociones?

Lo cierto es que no, no es nada fácil. Hace falta mucho conocimiento interno y creo que eso es un camino, un trabajo, un recorrido de toda la vida. Podemos conocernos mucho pero si trabajamos e indagamos siempre podemos descubrir algo nuevo, a menudo sorprendente.

Para identificarlas es importante la escucha interna. Escucha y conexión que conseguimos con prácticas como el yoga y la meditación. Pasar tiempo a solas o con otros pero yendo hacia adentro, simplemente observando lo que se mueve, lo que se expresa, sin tratar de etiquetar, juzgar o analizar. Se trata de ver y preguntarse: ¿Qué hay, qué se siente, qué se mueve? ¿De dónde viene eso? ¿Qué nos está diciendo, a qué responde? ¿Cómo me hace sentir? ¿Puedo moverme a otro lugar quizá más cómodo? Para mí el silencio, el tiempo a solas y las prácticas de introspección son esenciales y por supuesto, el trabajo con profesionales, terapeutas, psicólogas y expertos en coaching.

Propone distintas posturas de yoga para manejar emociones, ¿por qué algunas son más adecuadas para, por ejemplo, situaciones de rabia y enfado y otras encajan más con la tristeza y la apatía o con el cansancio y el agotamiento?

El yoga es una práctica en la que se busca sincronizar nuestra respiración con el movimiento. Estamos moviendo la energía a lo largo de todo nuestro cuerpo y este se moviliza por completo, incluso las partes más sutiles, incluso lo que no se ve y no imaginamos. Y al movernos, al detenernos por realizar más respiraciones en unas que en otras, al potenciar la apertura de pecho o de caderas, al centrarnos más en unos puntos que en otros y movernos de una maneras o de otra se trabajan, queramos o no, distintas emociones, igual que se trabajan distintos músculos y articulaciones.«Los mantras son capaces de cambiar y reprogramar patrones de pensamiento de baja vibración (negativos) y ayudan a equilibrar la mente»

¿Cuál de las emociones resulta más difícil de gestionar a través de la práctica del yoga?

Creo que esto sería hablar de emociones difíciles o fáciles, buenas o malas y aunque si es cierto que ayuda a categorizar, creo que es importante ir un poco más allá. Cada uno tiene su talón de Aquiles, aquello que es un reto, algo que se repite, en lo que te encallas o bloqueas habitualmente, algo que se expresa más… No podemos generalizar, no es algo fijo e igual para todos. Cada uno siente como siente, con mayor o menos intensidad, con más menos frecuencia, con mayor o menor reactividad y esto es algo que solo conoce la persona (o debería conocer pues de nuevo me remito a la importancia de la escucha interna) y por lo tanto, su manera de transitarla, gestionarla, colocar o movilizar será distinta y dependerá de ella y de su trabajo al respecto.

 

¿Qué son los mantras y para qué sirven?

Un mantra es una frase, palabra o sílaba que actúa sobre nuestro cuerpo física y sutilmente mediante su sonido y vibración. Los mantras son capaces de cambiar y reprogramar patrones de pensamiento de baja vibración (negativos) y ayudan a equilibrar la mente. Producen una gran relajación física y mental, permiten la interiorización de emociones y estados e inducen a la concentración de modo que siempre que debamos trabajar en lo anteriormente citado pueden ser de gran ayuda.

En la segunda parte de su libro, denominada «Alcanza tu potencial», invita a explorar posturas y prácticas que aumenten la energía y fomenten estados emocionales positivos, ¿en qué se diferencian de las que buscan gestionar emociones que no son agradables?

Parece más agradable moverse en esta segunda parte del libro en la que hablo de emociones o estados emocionales a los que todos aspiramos porque no incomodan, no molestan, todo lo contrario, las queremos más y en la mayor dosis posible así que, si confiamos en la práctica, uno quizá podría entregarse con más facilidad. Esto es como en la vida, lo agradable, lo atractivo o lo armonioso suele triunfar o apetece siempre más pero no podemos evitar lo que duele, molesta, inquieta… ya que por más que huyamos, si es algo que está en nosotros, que es real y que existe, hay que atenderlo para ir hacia un estado o una posición más equilibrada y, en definitiva, saludable.

En cuanto a las posturas, podría pasar que uno quiera huir para intentar no sentir aquello que molesta o duele, como por ejemplo el miedo o la tristeza, y esto haga que sea más reticente a hurgar en la herida, ya sea huyendo de las posturas que aún le hacen sentir esa emoción o evitando sentarse a meditar para encontrarse cara a cara con ese dolor. Pero la práctica y la experiencia demuestra que justamente se superan las cosas, se mejora, trabajando en ellas, quedándonos en lo molesto. Es necesario atravesarlo para ir hacia la luz, aunque suene muy místico, pero sí, siento que es así.

¿Cómo podemos aprender a observarnos y a escucharnos?

Empezando a pasar más tiempo a solas. Pueden ser unos minutos al día en los que nos sentemos a meditar en silencio, a escribir y a hacernos preguntas o a reflexionar sobre un tema que nos inquiete o sobre cosas de nuestra vida que necesiten revisión, o incluso puede ser un tiempo que dediquemos a practicar yoga…

¿Con qué otras prácticas complementarias podríamos enriquecer el yoga?

Creo en el trabajo y en el beneficio que producen prácticas como la meditación y la escritura. Nos permiten pasar tiempo a solas, en silencio, observarnos y todo eso nos da gran conocimiento y el conocimiento es poder. Este nos permite pasar a la acción, tomar decisiones, movernos si necesitamos cambiar cosas de nuestra vida. Si no sabemos, vamos a ciegas y tanto una práctica como la otra, si se realizan de forma repetida, consistente, con compromiso y con foco, pueden aportarnos muchísimo.