31 May La natalidad seguirá estancada en España a pesar del «deseo» de ser madre.
La tasa de fecundidad queda truncada por las condiciones laborales, y la situación no mejora a largo plazo con las reformas del Gobierno.
Doménico Chiappe
En el plan ‘España 2050’, los expertos consultados por el Gobierno recomiendan fijar como prioridad que las mujeres «puedan tener el número de hijos e hijas que realmente desean». «Tenemos menos de los que nos gustaría tener», dicen con base en una encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2018. «El 21% de las mujeres de entre 18 y 55 años ha tenido menos hijos de los deseados», especifica el documento. «Desearían tener 1,9 hijos de media por mujer», aseguran, pero tienen 1,2. La tasa de fecundidad cae en picado desde los setenta, cuando era de 2,8 hijos por mujer. El salto al vacío fue en 2008, con la crisis financiera.
En un país que lidera, junto a Italia, la menor tasa de fertilidad dentro de la Unión Europea, las condiciones laborales, como la precariedad y la menor retribución para las mujeres, son las principales responsables de la baja natalidad. La economía manda en la planificación familiar. «Todo depende del mercado de trabajo y cada vez habrá menos empleo», sostiene Pau Miret, investigador de Demografía en la Universidad Abierta de Cataluña (UOC). «Si se cumplieran los artículos de trabajo y vivienda de la Constitución, aumentaría la natalidad».
Para evitar que las mujeres sufran la «penalización que supone tener un hijo» e impide la «participación laboral», los asesores de la estrategia de Moncloa proponen fortalecer las políticas de conciliación, un motivo que impide tener descendencia a una de cada cinco mujeres encuestadas por el INE en 2018, y que también explica el retraso de la maternidad en un tercio de los casos. «La brecha salarial por condiciones de género está lejos de cerrarse» y la maternidad se asocia con un desnivel del 28% del sueldo anual, diez años después del parto, según datos del Banco de España.
«El hecho objetivo es que un 20% de las mujeres nacidas en los 70, ya no tendrán hijos», afirma Miret. «Esa es la infecundidad real». ¿Se incumple un «deseo», como sostiene la premisa del Gobierno? «No se puede saber con esta encuesta del INE cuántas de ellas no querían tener hijos. Pero ese porcentaje es semejante al de las jóvenes que actualmente aseguran no querer ser madres. La franja que hay que estimular es la de los que no tienen hijos».
El Gobierno tiene la intención de tomar medidas para «una mejora de la prestación por cada menor de 18 años a cargo y una reforma de las prestaciones familiares en el IRPF». Las ayudas puede servir de aliciente, dicen los redactores de la estrategia. Cuando se aprobó la ayuda de 2.500 euros por hijo aumentó la fecundidad en un 3% entre 2007 y 2010, pero su eliminación la disminuyó en un 6%, según datos publicados este año en ‘Journal of Human Resources’.
Derecho a la felicidad
El bloqueo a la natalidad no es sólo económico. Hay cuestiones culturales y sociales que constituyen barreras para la maternidad, con raíces dentro de los hogares, como un reparto desigual del cuidado y la responsabilidad sobre los hijos. Las mujeres suelen reducir sus jornadas o abandonan sus carreras, lo que significa una bajada laboral del 9% para ellas, sostienen los autores. Ahora bien «¿hay una necesidad social y económica de aumentar la fecundidad en los próximos años?», se pregunta Miret. «Si la gente fuera más feliz, tendría más hijos. No al revés».
Aunque se propone incentivar la maternidad, los asesores del Gobierno reconocen que «el deseo de no ser madre» también es una causa para la baja fecundidad, además de las restricciones económicas o las dificultades de conciliación de la vida familiar y profesional. «El 24% de las mujeres que al final de su edad fértil no han tenido hijos señalan que no deseaban ser madres», la mayoría por no «encontrar la pareja adecuada», indican. En lo social, la hoja de ruta plantea la oferta pública de educación infantil, para alcanzar la escolarización de la mitad de niños de 0 a 3 años, y más «prestaciones asistenciales» como becas de comedor y cobertura de gastos escolares en esta etapa.
A pesar de todas estas reformas para 2050, «las proyecciones demográficas» hablan sólo de una ligera mejoría, de hasta 1,4 hijos por mujer. «No parece probable que esta tasa vaya a aumentar mucho más y, en cualquier caso, no lo suficiente como para llegar al índice de reemplazo poblacional». También se espera una reducción importante de mujeres en edad fértil. Sin embargo, «con una disminución del trabajo no se precisa más población», sentencia Miret. «Ya no existe una relación entre progreso y mayor natalidad». Cumplir los deseos quizás no sea una cuestión de Estado.