31 May España registró más de 400 denuncias en 2020 por ataques a los derechos de personas con discapacidad intelectual.
El año 2020 concluyó con más de 400 denuncias por vulneración de los derechos de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, según apuntó este jueves Tomás Sancho, vocal de la Junta directiva de Plena inclusión Madrid, en referencia a la agresión contra un niño con autismo y su madre en el parque Warner de Madrid.
Servimedia
El año 2020 concluyó con más de 400 denuncias por vulneración de los derechos de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, según apuntó este jueves Tomás Sancho, vocal de la Junta directiva de Plena inclusión Madrid, en referencia a la agresión contra un niño con autismo y su madre en el parque Warner de Madrid.
Desde luego que “es un caso muy grave, pero no es algo aislado”, destacó Sancho en declaraciones a Servimedia.
Mayte, que así se llama la mujer agredida, se encontraba junto a dos amigas y a otros niños –dos de ellos con discapacidad—en una de las “colas rápidas” para acceder a una de las atracciones del parque. Varios hombres les acusaron de querer “colarse” y cuando éstas les mostraron sus pulseras distintivas y les explicaron que tenían derecho a estar ahí por las características del niño, uno de ellos, empezó a burlarse del pequeño, al que llamó ‘mongolito’. El niño se obsesionó con este incidente, y cuando horas después volvieron a coincidir con la familia en cuestión, empezó a gritar. Fue entonces cuando Mayte se acercó al hombre para recriminarle su actitud, y éste le empujó y le tiró al suelo. Ella se revolvió contra él y el hombre volvió a golpearla, cayó al suelo y perdió el conocimiento.
POLICÍAS DE BALCÓN
Según Sancho, “este año pasado, con la pandemia, hemos tenido muchos problemas”.
“Padres e hijos insultados por salir a realizar ‘paseos ‘terapéuticos’, personas con discapacidad que son increpadas por no llevar mascarilla…”, detalló, pero también otros clásicos que “nada tienen que ver con el Covid-19, como el típico local comercial o de ocio que impide el acceso a jóvenes con discapacidad”.
En su opinión, “aquí hay una parte muy importante de pedagogía que corresponde hacer a los poderes públicos y a las asociaciones”, y puso como ejemplo el caso de las “salidas terapéuticas”, que durante los primeros meses de confinamiento generaron muchos problemas, pero que poco a poco, gracias a las campañas informativas, “fueron dándose a conocer y resultaron menos conflictivas”.
“Ahora mismo haría falta por ejemplo más sensibilización con el tema de las mascarillas, para hacer entender a la ciudadanía que hay gente que no las puede llevar”, resaltó.
Con todo, señaló que muchos ciudadanos “están dispuestos a aprender”, pero también “hay una parte de la población que simplemente no quiere que le compliquen la vida” o que percibe cualquier adaptación como un agravio.
“Es un poco lo mismo que pasa con los inmigrantes”, declaró Sancho.
No obstante, se mostró convencido de que “poco a poco vamos avanzando”, y citó el ejemplo del propio parque Warner. “Hace años tuvimos una queja porque trataron mal a unas jóvenes. Hablamos con ellos y les explicamos las dificultades que los niños y jóvenes con TEA tienen para mantener la espera, y fue así como crearon las ‘vías rápidas’ para ellos. Además, el parque ha contratado a personas con discapacidad en su plantilla, y colabora con nosotros en muchos eventos”.
El siguiente paso es que la ciudadanía tome conciencia de las particularidades de estos niños y, en el caso que nos ocupa, “entienda por qué necesitan colas a parte para ellos” y lo respeten, indicó.