01 May Personas con discapacidad piden cambios en las plataformas únicas para desplazarse con seguridad.
Algunas actuaciones urbanísticas en Barcelona han sembrado confusión y un cierto desasosiego.
Rosa M Bosch
Las reformas urbanísticas emprendidas en Barcelona han comportado mejoras y la eliminación de barreras infranqueables para personas con alguna discapacidad física, pero, por otro lado, algunas actuaciones han sembrado confusión y un cierto desasosiego, alerta la Federació ECOM, organización que agrupa a más de un centenar de entidades especializadas en este colectivo. Montserrat García, de la junta directiva de ECOM, expresa su preocupación por las dificultades con que topan los ciudadanos invidentes en algunas zonas de la ciudad con plataforma única, tramos de calles en los que peatones y vehículos están a un mismo nivel.
“El problema para las personas ciegas está cuando acaba la acera y empieza la calzada, en situación normal el bordillo es la señal de alerta, pero no en las plataformas únicas, por lo que sería necesario poner un pavimento táctil que indique los usos de cada espacio, de lo contrario se corre el riesgo de invadir el carril de los coches, con los bolardos no es suficiente”, explica García.
“Lo mejor es que no proyecten más plataformas únicas, son muy peligrosas”, dice Neus Salvat
Neus Salvat, vicepresidenta de la Associació Catalana per a la Integració de les Persones Cegues, urge a la necesidad de poner remedio a este escollo, especialmente evidente “en el entorno de la calle de Sants”. “Lo mejor para nosotros es que no proyecten más plataformas únicas, son muy peligrosas , que solo las hagan cuando sea imprescindible y, en esos casos, que se señalicen táctilmente muy bien”, añade. Estos obstáculos provocan que las personas invidentes se vean obligadas a cambiar sus rutas habituales por otras menos hostiles y a veces más largas.
Xavier Duacastilla, activista del colectivo de personas con diversidad funcional, se trasladó en septiembre a su nueva vivienda, unos bajos en la calle Tenor Masini de Sants. En silla de ruedas desde el 2002, la anchura de la acera de delante de su casa, de apenas 80 centímetros, dificulta in extremis su movilidad. Duacastilla también ha tenido que adaptar sus itinerarios para sortear barreras arquitectónicas.
Montserrat García destaca que Barcelona ha avanzado mucho en el camino para hacer una ciudad más inclusiva para todos los colectivos, pero que todavía queda un largo trecho para culminar la accesibilidad universal. Y cita los ejemplos de los barrios de montaña, “donde algunas paradas de autobús no tienen aceras”. Por el contrario, destaca que Catalunya es la única comunidad en la que “todos los trenes de cercanías están adaptados a las necesidades de los ciudadanos con discapacidad física”.
Desde la ECOM hacen un llamamiento para que las autoridades no pierdan la oportunidad que ofrecen los fondos Next Generation para avanzar en la accesibilidad universal.