30 Abr Tareas pendientes en la España vacía.
Es necesario un pacto de Estado para atender a las urgencias de los territorios despoblados.
El País
La pasada semana se juntaron frente al Congreso unos 50 integrantes de las 160 plataformas de las 25 provincias de la España vacía. Fueron a decir lo que vienen repitiendo desde hace dos años, cuando una manifestación multitudinaria puso en el mapa las reivindicaciones de esos territorios ignorados y postergados, medio abandonados, donde cada vez hay menos gente —y la que queda es cada vez más mayor— y de la que salen a raudales los jóvenes y los profesionales más capacitados. Entonces levantaron el dedo para decir que existían, y apuntaron a la necesidad de un pacto de Estado que ponga en marcha políticas decididas y dotadas de presupuesto para combatir sus ingentes problemas, y que este no quede al albur de posibles cambios de Gobierno. Lo que sostuvieron hace unos días es que no se ha avanzado gran cosa.
Desde hace 70 años, esta España interior ha ido sufriendo una inexorable decadencia. La gente se fue hacia las grandes urbes y hacia territorios que crecían (el arco mediterráneo, la cornisa cantábrica y la zona de Madrid), y fueron perdiendo servicios, se desatendieron las infraestructuras y se redujeron las posibilidades laborables. En este momento, el 90% de los residentes ocupa el 30% de la superficie del país, según el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. El 70% del territorio restante se está quedando en los huesos: tiene solo 10% de habitantes y el reto de sobrevivir.
A mediados de marzo, ese ministerio —que preside Teresa Ribera, la vicepresidenta cuarta— aprobó un plan para la España vacía, con un presupuesto de 10.000 millones de euros y con 130 políticas concretas destinadas a incorporar a sus poblaciones a los retos de la transición verde y digital, mejorar servicios públicos e infraestructuras, reforzar las ayudas a la dependencia, potenciar a mujeres y jóvenes. Se están, por tanto, arbitrando respuestas al hilo de la llegada de los fondos europeos, pero están concebidas para funcionar a medio plazo. Las urgencias de esos territorios son sin embargo de ahora mismo, y habrá que dar respuesta a sus reivindicaciones.