15 Abr “Parece que todo lo que viene de los mayores no tiene valor y esto hay que cambiarlo, entre todos”.
Ana Margarito, CEO de la plataforma 60 y mucho +, explica que el sénior del siglo XXI no quiere que decidan por él ni vivir en instituciones donde se lo den todo resuelto.
Carolina García
Vivimos en una sociedad donde la belleza y la juventud parecen ser lo único importante, donde parece que la experiencia y el conocimiento de los mayores ha perdido importancia. Pero eso no quiere decir que se les haya acabado su oportunidad, todo lo contrario, las previsiones indican que el sector de los servicios a personas mayores es el que más va a crecer en los próximos años. «El futuro está en el sénior, por tanto, ahora más que nunca debemos aunar esfuerzos para mejorar su calidad de vida», explica Ana Margarito, CEO de la plataforma 60 y mucho +, que ofrece información sobre productos, servicios, noticias, formación, deportes, salud o viajes.
Para la experta, las personas mayores han sido siempre el referente de la experiencia y el conocimiento, de hecho, en muchas culturas sigue siéndolo: «Sin embargo, en nuestra sociedad, parece que todo lo que viene de los mayores no tiene valor, esto es lo que tenemos que cambiar, y tenemos que hacerlo entre todos, jóvenes y mayores, empresas, instituciones, familias. No podemos decir que a los mayores se les acabó su oportunidad, todo lo contrario: el presente y el futuro son del sénior, y nos vamos a poner en marcha para que se reconozca su importancia, 9.000.000 de personas tienen mucho que decir.
Margarito hace un recorrido sobre cómo afronta la persona la vejez y cómo la sociedad puede ayudarles a vivir con calidad.
Pregunta: ¿La jubilación, en su opinión, es un antes o un después en la vida de todas las personas?
Respuesta. En mi opinión, el concepto de la jubilación ha cambiado radicalmente. Hace unos años, suponía para muchas personas la etapa previa a los últimos años de la vida. Un momento difícil en el que los apartaban del trabajo, que era lo único que se había hecho durante toda la vida, y se enfrentaban a una etapa desconocida para ellos. Por primera vez pasaban mucho más tiempo en casa con una familia que apenas conocían. Cuántas veces hemos oído decir a nuestras madres y abuelas que no trabajaban fuera de casa: “Veremos ahora que se jubila, tanto tiempo en casa…”. Se sentían apartados y comenzaban a sentirse inútiles. La depresión era una de las enfermedades asociadas a la jubilación, debido a su baja autoestima y falta de actividad.
En la actualidad, es todo lo contrario, la jubilación representa una etapa más de la vida, un momento en el que disfrutar de los resultados del esfuerzo de toda una vida; un tiempo que te permite llevar a cabo tus aficiones, realizar todo aquello que tus responsabilidades familiares y laborales no te permitieron. Pero también es una etapa en la que tienes que mantenerte activo física e intelectualmente para evitar enfermedades degenerativas.
En la actualidad, una persona que se jubila con 65 años tiene de 20 a 25 años por delante. En muchos casos, disfruta de una excelente salud, poder adquisitivo y muchas ganas de sentirse vivo. El jubilado de hoy quiere seguir estando activo, solo tenemos que prestar atención a la evolución que han tenido las universidades de mayores; solo en la Universidad Complutense hay más de 3.000 personas mayores de 65 años inscritas en los distintos cursos que se imparten. Pero también es una etapa para viajar, practicar deporte, relacionarse socialmente y llevar una vida saludable.
P. ¿Qué beneficios puede tener la jubilación para estas personas?
R. Hay estudios que afirman que finalizar la etapa laboral disminuye la depresión, pues el porcentaje de españoles de 55 a 64 años que presentan síntomas depresivos es un 27% mayor que el de los mayores de 65 años, que ya se han jubilado. Además, el estilo de vida pasa a ser más saludable. No solo porque por fin se deje atrás el estrés que provoca el trabajo, sino porque, tal y como revela el informe de Vivaz, el porcentaje de españoles de 65 a 75 años que realiza ejercicio de forma regular aumenta un 28% respecto a la década previa al retiro. Además, se sigue la dieta mediterránea con más asiduidad (+12%), se fuma y se bebe mucho menos (-61% y -6%, respectivamente) y se está más satisfecho con la vida social (+9%).
P. En su red de servicios para los más mayores, ¿qué es lo que más demandan?
R. El sector sénior incluye perfiles muy diversos, por tanto, sus necesidades también lo son. A nosotros nos demandan desde servicios de asistencia domiciliaria, sistemas de localización, pasando por cursos, viajes, seguros, asesoramientos financieros, jurídicos y actividades que les permitan aumentar sus relaciones sociales. Pero hay algo que se está demandando mucho, y son alternativas que les permitan vivir en lugares distintos de las residencias de ancianos. El sénior del siglo XXI no quiere que decidan por él, ni quiere vivir en instituciones de largos pasillos donde todo esté decidido, cuándo tienen que levantarse, lo tiene que comer, a qué hora tienen que ducharse, etcétera. Quiere tomar sus propias decisiones sobre cómo quiere pasar su vida después de la jubilación.
P. ¿Cómo podemos, como sociedad, mejorar su calidad de vida?
R. Según vamos avanzando en edad, muchos mayores sienten que no cuentan con ellos para tomar decisiones familiares y reclaman más afecto y comprensión. Sienten que solo son importantes en los periodos electorales, porque en esos momentos, su voto sí es importante y atractivo para cualquier partido político. Pero el resto del tiempo son los eternos olvidados. La soledad es una de las peores lacras que tiene nuestra sociedad y el sector que más la sufre es precisamente el del mayor. Por tanto, a su pregunta sobre si la sociedad apoya a los mayores, mi opinión es que no. Tenemos mucho que trabajar para empoderar la figura del mayor hasta posicionarlo en el lugar que le corresponde. Si trabajamos en alternativas que promuevan las relaciones sociales, estamos invirtiendo en sostenibilidad, y, a la vez, estamos creando sociedades más justas y rentables.
Cambiemos el modelo de las residencias, ya hay algunas comunidades que lo están haciendo, entre ellas Castilla y León, y el País Vasco. El modelo de atención que se está implantando se denomina “mi casa”, y está basado en una nueva forma de vivienda alternativa a la residencia, un lugar grato y confortable que se parece más a su hogar, en el que la persona sigue manteniendo el control de su vida, se respetan sus derechos y decisiones, y no se interrumpe de forma brusca su proyecto y forma de vivir anterior. Tenemos que trabajar para que llegue un tiempo donde la persona mayor decida libremente el centro en el que quiere estar sobre la base de que se tengan en cuenta parámetros de calidad de vida. Servicios que permitan potenciar sus capacidades, sus habilidades, y como no, sus formas de ocio; y no será suficiente atender solo sus patologías y déficits. Lugares donde la dignidad no se pierda solo por haber cumplido una edad o por necesitar una atención sanitaria.
Otra forma de mejorar la calidad de vida de la sociedad en general es potenciando la intergeneración, de nada sirve que una sociedad camine de forma independiente en función del sector del que se trate. La intergeneración provoca empatía, cuando conoces los problemas de otras personas y las razones que le llevan a tomar una determinada decisión, eres mucho más comprensivo y los problemas se resuelven de una forma más sencilla. Te pones en los zapatos de la otra persona y eres capaz de entender lo que necesita. Además, las empresas deberían darse cuenta de que un equipo de trabajo intergeneracional, donde la experiencia, el conocimiento, la tecnología, la formación y la ilusión, siempre asegurará el éxito de un proyecto. De nada sirve despedir a las personas por el solo hecho de haber cumplido una cierta edad, ¿qué pasa con su conocimiento y su experiencia? Hasta que cumplieron los 50 eran profesionales de primer nivel y una vez llegados a esa edad, ¿ya no sirven?
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