Beber sin sed

Beber sin sed

Fuente: Beber sin sed: entrevista a Julio Basulto y Carlos Casabona (webconsultas.com)

Lo que bebemos es tan importante como lo que comemos; el problema, según los autores de Beber sin sed (PAIDÓS, 2020), es que no somos conscientes de nuestro consumo poco o nada saludable de líquidos. No ayuda nada el arraigo en nuestra sociedad de determinadas costumbres que no son recomendables, pero tampoco la maquinaria publicitaria que sigue confundiendo a todos los grupos de edad de población en lo que respecta a hábitos saludables. Julio Basulto, dietista-nutricionista, y Carlos Casabona, pediatra especializado en alimentación infantil, nos ofrecen a través de sus páginas una guía para que podamos tomar decisiones informadas sobre lo que bebemos. Lo hacen basándose en los últimos estudios científicos sobre esta cuestión y aportando todas las respuestas a las preguntas que podemos hacernos sobre la ingesta de líquidos; y, como se puede comprobar en libros anteriores de ambos autores, a través de un lenguaje sencillo y un tono ameno que consigue enganchar al lector página a página.

¿Por qué es importante tanto lo que comemos como lo que bebemos?

Porque buena parte de las calorías que nos hacen engordar, y buena parte de las sustancias peligrosas que ingerimos (por ejemplo, bebidas alcohólicas) provienen de lo que bebemos. El problema es que no somos conscientes de ello.

En el libro decís que debemos beber agua en función de la sed. Lo de beber dos litros de agua al día, ¿de dónde venía? ¿Por qué se hacía esa recomendación?

La recomendación de que hay que beber más allá de la sed viene de los fabricantes de bebidas embotelladas, ya sean agua, bebidas azucaradas (mal llamadas “refrescos”), o bebidas deportivas.

Lo mejor que se puede hacer con el zumo de frutas, aunque sea casero, es evitarlo

Cuando participé en la primera edición del libro Nutrición y dietética clínica (Elsevier, 2000), un libro de referencia en habla hispana en dietética académica, en un capítulo titulado ‘Nutrición y deporte’ yo mismo decía que los deportistas debían beber antes de tener sed porque era lo que encontraba en la literatura científica de aquel momento. ¿Qué ocurrió? Que después con el tiempo me di cuenta de que la literatura en este sentido estaba comprada por los fabricantes de bebidas azucaradas. Conflictos de interés se llama. No tiene ningún sentido recomendar beber por encima de la sed: ¿un perro o un gato beben antes de tener sed? No. ¿Dónde está la justificación de esto? No tenemos que vivir pegados a una botella de agua.

El zumo de fruta, aunque sea casero, no cuenta como fruta (de la que deben consumirse varias piezas enteras a lo largo del día) pero, ¿podemos considerarlo como una opción saludable, o es mejor evitarlo?

La respuesta es no. Lo mejor que se puede hacer con el zumo de frutas, aunque sea casero, es evitarlo; y, si lo tomamos, que sea pocas veces al año. Tiene un halo de salubridad que no se corresponde con la realidad, todo lo contrario. Los zumos de frutas producen caries y, especialmente en niños, contribuyen a las terribles tasas de obesidad que tenemos en España. Aunque sean caseros.

Mencionáis la preocupación en el ámbito científico por el efecto de las “calorías líquidas” en nuestro peso corporal. Destacan aquí las procedentes del alcohol. ¿Aumenta el alcohol el riesgo de obesidad aunque “cuidemos” lo que comemos?

Si llevamos una dieta saludable, no bebemos alcohol. El concepto es incompatible. Una de las razones que nos llevó a escribir este libro es que la población no computa lo que bebe. La gente es más o menos consciente de lo que come, pero de lo que bebe no. Y con el alcohol ocurre mucho esto: hay personas que están comiendo saludablemente, pero luego están tomando alcohol a diario. En España tomamos más calorías a partir del alcohol que de las legumbres.

La gente es más o menos consciente de lo que come, pero de lo que bebe no, y con el alcohol ocurre mucho esto

La realidad es que cualquier dosis de alcohol perjudica tu salud. Por un lado, está el aporte de calorías vacías: 1 gramo de azúcar aporta 4 Kcal., 1 gramo de alcohol aporta 7 Kcal. Casi el doble de calorías vacías. Pero es que, además de esto, el alcohol es una sustancia dañina para la salud.

Desmentidas quedan entonces ideas como que el vino es bueno para el corazón, o que el consumo de alcohol es beneficioso…

Aún habrá quien lo recomiende –por pseudociencias o conflictos de interés–, pero es totalmente falso que el vino sea bueno para nuestra salud. Lo único que podemos decir del alcohol es que perjudica tu salud cardiovascular; de hecho, la European Heart Association considera que el vino es perjudicial para el corazón. Y no sólo para la salud cardiovascular, existen evidencias científicas sólidas de que el alcohol aumenta el riesgo de varios tipos de cáncer como el de mamabocahígado o estómago.

Antes de la educación hay que poner las normas, y las normas sobre el alcohol funcionan

Entiendo que se necesitan más campañas informativas sobre los riesgos del alcohol pero, ¿qué más sería necesario para que haya una mayor concienciación?

Lo que hace falta es ley, y que se cumpla la ley. Que no salgan personajes famosos, youtubersinfluencers… promocionando bebidas alcohólicas, por ejemplo. Muchas veces lo hacen de forma encubierta, y esto hay que controlarlo.

Antes de la educación hay que poner las normas, y las normas sobre el alcohol funcionan. La primera ya la hemos dicho: prohibir la publicidad del alcohol; y esto incluye el producto que aparece en una serie de televisión o en una película. Segundo: subir el precio. Está demostrado que en los países que han bajado el precio de las bebidas con alcohol han aumentado los accidentes de tráfico, las agresiones, los suicidios, los cánceres relacionados con el alcohol. Y sucede justo lo contrario cuando se aumenta el precio de las bebidas alcohólicas: se ha demostrado que disminuyen todas las consecuencias asociadas con su consumo: desde una disminución de cánceres, hasta de abortos y de niños con síndrome alcohólico fetal, accidentes…

Y, por último, disminuir la disponibilidad. Cuando tú entras en una gasolinera, detrás de la persona que te está atendiendo hay bebidas alcohólicas. Cuando entras a un supermercado tienes un pasillo entero dedicado a bebidas alcohólicas. ¿Sería normal encontrar tabaco? Entonces, ¿por qué normalizamos que esto sea así? Y voy más allá, tal es la disponibilidad que los niños a los 13 años de media ya están tomando alcohol.

Efectos sobre la salud de la cafeína y las bebidas energéticas

¿Debemos preocuparnos por la cantidad de cafeína que contienen bebidas como el té o el café?

No. En los adultos no. No hay una media poblacional que nos deba preocupar en cuanto a un consumo perjudicial para la salud. No es que lo esté recomendando, pero simplemente esto es algo que no debe preocuparnos ahora mismo. En niños, en algunos países sí es cierto que se les dan elevadas dosis de cafeína a través de determinadas infusiones. En este caso sí que se debería prestar una mayor atención porque en los niños sí puede tener efectos para la salud, pero en España a día de hoy esto no es motivo de preocupación ni en adultos, ni en niños.

¿Y en el caso de las bebidas ‘energéticas’?

En cuanto a las bebidas ‘energéticas’ –y hay que ponerlo siempre entre comillas porque es un nombre impostado que ni siquiera la legislación le permite– sí que hay que preocuparse. En el libro tenemos una gráfica que muestra una bebida de este tipo y a su lado tres cafés y quince sobres de azúcar. Pues esa es la equivalencia. Imagina que tú te tomas eso, cómo estarías. O mejor aún, imagina que se lo toma tu hijo o tu hija. Pues esto está pasando en España: el 18% de los niños de menos de 10 años están tomando dos litros de estas bebidas al mes.

El 18% de los niños es una cifra alarmante. ¿Qué consecuencias tiene? ¿Hay estudios que hayan analizado esto?

Sí, desde luego, diversos estudios han encontrado problemas de sueño, de aprendizaje, cardiovasculares, y también otros problemas como un aumento de la agresividad, de caries, de obesidad… No hace falta ser nutricionista para saber que estos productos, con esas dosis de azúcar, buenos no pueden ser. El poder del marketing es más potente de lo que pensamos y eso explica el éxito que han tenido estas bebidas. Los ídolos de los adolescentes publicitan estas bebidas, y sus fabricantes los eligen porque son su público objetivo.

La publicidad sobre bebidas azucaradas, un riesgo para los niños

Un reciente estudio de unas investigadoras españolas ha demostrado que el incremento en gasto publicitario de las marcas de bebidas azucaradas, y el lenguaje usado, tienen un impacto directo en las tasas de obesidad infantil y juvenil. ¿Existe una correlación entre la presencia recurrente de esos anuncios y el consumo de esos productos?

Por supuesto. Una empresa no se va a gastar millones de euros en publicidad si eso no se va a traducir en un aumento del consumo. Cuando la industria alimentaria se gasta un dineral tenemos que tener claro que lo hace porque sabe que lo va a recuperar, si no, no lo gasta. A más anuncios, más obesidad y más caries.

¿Por qué niños y adolescentes son un público más sensible a esta publicidad?

Sobre esto hemos escrito Francisco José Ojuelos, abogado experto en derecho alimentario y autor del libro El derecho de la nutrición (Amarante, 2018) y yo un artículo en la revista Pediatría de Atención Primaria. Y, en resumen, lo que hemos encontrado es que la ciencia dice que los niños son mucho más vulnerables que los adultos en cuanto a los mensajes publicitarios porque ellos consideran que la publicidad no miente. Se lo está diciendo un referente, un adulto, y ellos lo creen. Pero es que además estos anuncios están diseñados al milímetro para engañar. No es que el niño sea tonto, es que la publicidad lo sabe hacer muy bien.

Los niños son mucho más vulnerables que los adultos en cuanto a los mensajes publicitarios porque ellos consideran que la publicidad no miente

Y la publicidad no sólo engaña a los niños, a los adultos también nos engañan y los consumidores acaban tomando malas decisiones como consecuencia de la desorientación que les genera.

Imponer una tasa a las bebidas azucaradas ha demostrado que consigue que la población reduzca su consumo. En Cataluña se ha hecho y ha funcionado. ¿Cuándo va a ocurrir esto en el resto de España?

Ese impuesto llegará a toda España porque ha demostrado ser muy efectivo. En el libro demostramos que ha funcionado, y la prueba es que la industria alimentaria está muy enfadada, y ya ha puesto denuncias para evitarlo.

¿Qué otras medidas se deberían tomar, además de prohibir la publicidad y aplicar una tasa, para acabar con esa enorme presencia de estos productos en la cesta de la compra?

Sería fundamental la utilización de etiquetas que muestren claramente que estamos ante un producto nada recomendable. Es decir, una advertencia sanitaria como la que encontramos en los paquetes de tabaco. Esto funciona. La gente no es tonta y si nos indican que un alimento no es aconsejable y que tiene consecuencias para nuestra salud, deja de comprarlo. Esto debería estar ya en un producto como el alcohol: ¿cómo es posible que aún no se haya hecho?

Sería fundamental la utilización de etiquetas que muestren claramente que estamos ante un producto nada recomendable

Por último, y aunque lo recogéis en el libro, ¿qué recomendaríais beber en reuniones o salidas que sea realmente aceptable como una bebida saludable, además del agua, obviamente?

Pues puedes tomar agua con gas, cerveza 0,0 (mejor que la “sin”), té, café, infusión, zumo de tomate… Y sobre todo funciona ser el primero en pedir cuando salimos con amigos a tomar algo. Si todos tus amigos han pedido una bebida alcohólica o azucarada acabas sintiendo vergüenza de pedir un agua y terminas pidiendo lo mismo que los demás. Sin embargo, si eres el primero seguramente ya no serás el único en pedir cualquier otra opción mejor.