25 Feb ¿Sabemos cómo frenar el envejecimiento?.
La medicina ‘anti-aging’ conoce mecanismos para ralentizarlo. ¡Y es más cuestión de hábitos que de milagros!.
Solange Vázquez
De un tiempo a esta parte, todo es ‘anti-aging’. Las cremas para piel llevan la palabrita, los champús, los maquillajes, algunos de los llamados alimentos milagro, disciplinas deportivas, masajes, técnicas de respiración, infusiones… Ufff, todo este chaparrón ‘anti-aging’ nos recuerda una y otra vez que sí, que nos estamos haciendo mayores, que la lozanía de la juventud es pasajera y que más vale ponerse manos a la obra. Como si pudiésemos hacer algo para parar el tiempo, uno de los sueños (rotos) del ser humano desde que el mundo es mundo. Porque no se puede hacer nada contra esa implacable ley natural, ¿no?
«Todavía no hemos logrado revertir el envejecimiento, pero sí que vamos haciendo avances y logramos ir frenándolo», asegura José Serres, presidente de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL). Porque, sí, también hay una rama de la medicina que lleva la etiqueta ‘anti-aging’. «¡Nosotros preferimos decir antienvejecimiento!», matiza Serres, quien explica que esta disciplina científica está «basada en la prevención y en la personalización: lo que es válido para una persona no lo es para todos», aunque, claro, sí hay unos ejes comunes que vienen bien a todo el mundo. «Hay muchas cosas que están en nuestra mano para parar, hasta cierto punto, el envejecimiento». Aunque no todo depende de lo que nos cuidemos: «Nuestro estilo de vida y las cosas que hacemos para estar mejor influyen un 70% en nuestra esperanza de vida y en el envejecimiento… Pero el 30% restante es genético».
¿Y esos complejos vitamínicos que se venden, el colágeno, el magnesio, los omega-3…? Serres repite que no hay remedios mágicos y que la eficacia de estos compuestos vendría dada sólo si existe una carencia de estas sustancias en el organismo. ¿De verdad que no hay a la venta nada que conserve la juventud? «Mire, sí. Para la piel sí se ha demostrado científicamente que el ácido retinoico y los alfahidroxiácidos sirven. Así lo avalan estudios realizados en Estados Unidos con más de 70.000 personas. Si usted compra una crema y le indica que sus resultados han sido probados en 30 personas… bufff… eso es un camelo».
Según afirma Serres, cuanto antes empecemos a cuidarnos, mejor. «De los 18 a los 22 años es cuando el organismo está en su plenitud. Apartir de ahí, progresiva y lentamente, va envejeciendo». Y luego llega la frontera de los 35, que es cuando algunos factores, como los hormonales, influyen de tal manera en el cuerpo que ya es imposible cerrar los ojos a la realidad… ¡Estamos cambiando! «A ver, un ejemplo, ¿cuántos futbolistas mayores de 35 hay?», espeta Serres. En este sentido, Julio Rodríguez, biólogo molecular, se muestra también tajante: «Si eres un deportista de élite, vas a notar antes el declive de capacidades físicas porque tienes que tener un rendimiento altísimo, y ahí el perder una milésima de segundo ya se nota. Pero la gente de a pie puede que tardemos un poco más en notarlo».
El hecho de que no lo percibamos no quiere decir que el envejecimiento no esté avanzando en las profundidades de nuestro cuerpo. «Básicamente, el envejecimiento humano es el resultado de un balance entre daños y procesos de reparación, influidos tanto por factores ambientales como por factores genéticos. Nuestras células se dividen y en cada división cometen errores, los factores ambientales externos también provocan daños en el ADN. Esos errores y daños son reparados, pero la maquinaria de reparación también falla a veces. Cuantas más divisiones y más factores ambientales dañinos, más errores, y entonces más probabilidad de fallos en la reparación. Cuantos más fallos se acumulen, peor irán funcionando las células, y así progresivamente. Si encima uno de los errores cae en una zona importante, de un gen importante, pues podremos tener una enfermedad grave y acelerará el declive», explica Rodríguez.
Los genes y el sexo, claves
No obstante, Rodríguez matiza que existen diferencias muy grandes entre unos individuos y otros. Y aquí, además de factores ambientales importantes como el tabaquismo, el consumo de alcohol y drogas, la exposición solar o la obesidad, también juegan un papel importante los genes y el sexo. «Las mujeres suelen vivir más y envejecer mejor», subraya. «Y las variantes genéticas que están relacionadas con un envejecimiento peor y más rápido también están relacionadas con enfermedades crónicas como pueden ser la artrosis, el alzhéimer, la obesidad o la diabetes…»
El biólogo molecular recalca que ralentizar el envejecimiento o que este proceso sea lo menos dañino posible «sólo se consigue con prevención y hábitos saludables y, por supuesto, con medicina e investigación». Esto es para ralentizar el envejecimiento de una manera real, fisiológica, biológica. Según él, si lo que quieres es aparentar que eres joven, «te puedes operar, teñir el pelo, ponértelo, echarte cremas…, pero eso será solo superficial: sin las prácticas que tienen un efecto real, tus células y órganos seguirán igual de viejos y tu salud también, ¡por mucho pelazo o bótox que te pongas!».
Pero sí que hay una serie de consejos que médicos y científicos ponen sobre la mesa como la mejor terapia ‘anti-aging’, porque nos cuida por dentro y se refleja en nuestro aspecto. He aquí unos ‘tips’ infalibles y baratos.
1. Un 25% menos de calorías: «Los estudios han demostrado que reducir un 25% las calorías y tener una dieta sana nos hace vivir más y mejor», insiste Serres.
2. 45 minutos de ejercicio: Mantener el cuerpo en forma es fundamental para conservar la fuerza muscular, la flexibilidad, la capacidad cardiovascular… «Basta con 45 minutos tres veces por semana», apunta Serres, quien añade que el sexo, las relaciones afectivas y reírse –en definitiva, lo que nos hace sentir bien– también ‘rejuvenecen’. «Lo que tiene un efecto real en ralentizar el envejecimiento es evitar la obesidad y los agentes tóxicos y aumentar los beneficiosos, como el deporte: con caminar o subir siempre las escaleras ya vale, no hace falta ser un maratoniano», añade Rodríguez.
5. Sueño de calidad: Dormir bien y las horas suficientes nos ‘repara’. La falta de sueño causa, a la larga, problemas de memoria, dolores musculares, debilidad del sistema inmune, pérdidas de tejido cerebral, falta de coordinación o de concentración y… envejecimiento prematuro. Esto se debe a que durante el sueño se liberan hormonas encargadas de la renovación de los tejidos. ¿Cuántas horas deberíamos dormir por la noche? Cada cual sabe con cuántas se encuentra bien, pero lo aconsejable es de 7 a 9. Aunque casi lo más importante es la calidad y que no haya interrupciones que nos impidan instalarnos en la fase REM (cuando soñamos), que es cuando mayor ‘reparación’ se produce. Este secreto de belleza mil veces ofrecido por modelos y actrices no es una milonga para quitarse de encima a los curiosos. ¡Están siendo sinceras!
6. Beber mucha agua: «Si no bebemos agua suficiente para estar bien hidratados, no hay cremas que valgan», afirma el presidente de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad.