16 Dic Los 7 principios básicos que no debes olvidar para educar a tus hijos.
El profesor Toni García explica las claves que hay que aplicar para que los niños se eduquen en emociones.
Laura Peraita
Educar en emociones es una de las máximas tanto de padres como educadores. Pero no siempre es fácil y para ayudar en esta árdua tarea, Toni García, profesor de Educación Infantil y autor de «La Educación de las fortalezas», enumera siete principios básicos para que no caer en el fracaso.
En primer lugar, menciona la necesidad de ser sinceros, «el más importante de los principios para educar emocionalmente». Explica que si los padres o docentes no dicen las cosas tal y como las piensan o sienten, siendo respetuosos con los demás, están conduciendo al engaño de hijos y alumnos. «Si observan que no estamos siendo sinceros, o que no decimos exactamente lo que pensamos, desconectarán de nuestra conversación o contestarán lo primero que piensan que queremos oír. Podemos perder toda nuestra credibilidad».
La escucha es, según este docente, otra de las claves, por lo que es necesario saber de la persona a la que educamos cuáles son sus intereses, inquietudes, sueños, miedos, frustraciones… Las prisas, el estrés, el trabajo… puede jugarnos una mala pasada y «hacernos olvidar que los más pequeños y jóvenes también tienen una opinión y ganas de expresar lo que sienten, de participar en lo que se habla…».
También destaca la importancia de reforzar las virtudes «porque los padres y educadores, en la mayoría de las ocasiones, llaman la atención casi exclusivamente sobre los errores que comenten los niños. Si no podemos valorar lo bien que ha hecho un examen de matemáticas, seguro que podemos decirle lo que ha mejorado la letra, lo mucho que se ha esforzado, lo bien que ha coloreado un dibujo, lo amable que es con los demás… A todos nos gusta que nos valoren, y eso nos predispone de manera inmediata a intentar mejorar, aunque solo sea por seguir agradando a quien lo valora».
En opinión de Toni García, «los hijos no están en la vida para agradarnos ni para ser como nosotros, sino para desarrollarse tal y como son». Por ello propone que «debemos comprender que sus intereses sean diferentes a los nuestros, que sus mejores habilidades no sean cognitivas, que piensen de forma diferente y crear un clima de confianza y seguridad. Debemos entender que comprender no es juzgar», matiza.
En quinto lugar propone buscar la autocrítica. Explica que los menores deben desarrollar la reflexión y la autocrítica para que ellos mismos puedan valorar sus actitudes y la de los demás de manera objetiva. Los padres y docentes debemos ofrecer a los niños las herramientas adecuadas para que aprendan a usarlas. A través de esta autocrítica estamos enseñando a nuestros hijos a decir «no» a la droga, al alcohol, a las apuestas, a la violencia…».
También considera muy importante crear un clima de seguridad para que puedan opinar libremente y equivorcarse. «El error es el inicio de cualquier aprendizaje. No podemos incidir todo el tiempo negativamente sobre el error, ya que ese tipo de situaciones conducen a la frustración, que es la gran barrera para seguir evolucionando».
Por último, pero no por ello menos importante, destaca la importancia de «ser ejemplo». Gran parte de los aprendizajes de los hijos se producen por imitación, «por eso es muy importante que seamos un buen ejemplo en el que nuestros menores puedan mirarse y copiar».