02 Dic “Para entender la España vacía hay que ir y escuchar”.
Laura Uranga y Pablo Ferrer recorren 731 municipios en ‘Aragón, pueblo a pueblo’, premio Ortega y Gasset a la mejor cobertura multimedia.
Rosario G. Gómez
Durante dos años, Laura Uranga (Pamplona, 32 años) y Pablo Ferrer (Zaragoza, 49 años) recorrieron los 731 municipios de la comunidad de Aragón. En total, 75.000 kilómetros. El reto era reflejar localidades diversas y dispersas, muchas de ellas prototipo de la llamada España vacía, desde una perspectiva humana, rememorando el trabajo que en los años setenta realizó el venerado periodista Alfonso Zapater, que invirtió tres lustros en diseccionar la región para ofrecer un minucioso retrato costumbrista en el diario Heraldo de Aragón. Su actual director, Miquel Iturbe, quiso recuperar aquel espíritu con un enfoque netamente periodístico, buscando historias humanas, proyectos de emprendimiento o elementos distintivos en una región de extenso territorio y corta población.
Con una muy exigente planificación, la serie multimedia Aragón, pueblo a pueblo va más allá de la descripción del patrimonio cultural o natural. Ofrece, como refleja el fallo del jurado, una variedad de perfiles y una mirada solidaria. De los valles del Pirineo a Albarracín, el empeño era contar “la realidad de los pueblos, incluso de aquellos en los que apenas viven dos personas, y prestar atención a sus voces”, comenta Uranga, encargada de fotografiar los parajes y a sus habitantes. Y también de conducir durante el largo periplo.
Todos los pueblos fueron tratados por igual: una doble página para cada una de las tres capitales de provincia y también para poblaciones como Maicas, con apenas un matrimonio octogenario como moradores. Las historias de cada uno de los pueblos se publicaron a diario entre agosto de 2017 y julio de 2019 y tuvieron una cobertura extra en la web. Muchas se recopilaron en un libro y saltaron a una exposición fotográfica en las calles de Zaragoza.
“Una de las cosas que más nos ha sorprendido es el carácter cambiante de la gente, desde el norte de la comunidad hasta el sur”, asegura Uranga, que destaca por encima de todos los rasgos la “hospitalidad” de los habitantes. “Se trataba de que todos se sintieran estrellas por un día y comprobaran que los periodistas no iban solo a su pueblo cuando ocurría una desgracia o un desastre natural”, añade Ferrer.
Ninguno escatima críticas hacia la manera en la que desde lejos se observa la España vacía. “Es muy fácil teorizar en las aulas o en las grandes ciudades. Para comprender hay que patear las calles de los pueblos. Ir y escuchar. No se puede hacer periodismo de salón”, explica Ferrer, convencido de que el fenómeno de la despoblación debe ser tratado “sin prejuicios”.
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