“Mamá, ¿por qué no podemos ir al colegio?.

“Mamá, ¿por qué no podemos ir al colegio?.

Las familias de alumnos de educación especial se sienten “abandonadas” y piden instrucciones específicas para septiembre.

Juan Manuel García

El confinamiento ha sido duro para todos los niños y sus familias, pero muy especialmente para los menores con algún tipo de discapacidad o trastorno de conducta. En las primeras y más estrictas semanas de cuarentena, Pol Martínez (10) y su madre sufrieron no sólo la severidad de las medidas de prevención –que provocaron alteraciones del sueño y diversas crisis de ansiedad al pequeño–, sino también la intransigencia de los guardianes de los balcones. “Nos insultaban y hasta nos tiraron piedras”, explica Cris (49).

La familia de Pol ha vivido una situación similar. El niño tiene trastorno del espectro autista (TEA), hiperactividad y una discapacidad del 80%. No entiende por qué lleva tanto tiempo sin ir a la playa o ver a sus abuelos, que viven La Pineda (Tarragona). Pero lo que más le angustiaba hasta hace unos días era no poder asistir a sus clases en el Centre d’Educació Especial Pedralbes. ¿Mamá, por qué no podemos ir al colegio?”, preguntaba nervioso.

Allí tiene su zona de confort. Echaba de menos a Núria, su tutora; a Eloy, Lucía y el resto de sus compañeros; llegar a casa y hacerse la mochila para el día siguiente; la ruta en el autobús escolar; y los macarrones blancos que le preparan en el comedor. En definitiva, las rutinas que necesita para que sus condiciones de salud no empeoren.

Una vuelta al cole efímera

Casi tres meses después, Pol pudo volver al colegio el lunes 8 de junio. No hubo autobús ni macarrones blancos –por las medidas de prevención que aún imperan en Barcelona–, pero volvió a ver a Núria y a Lucía, y eso bastó para devolverle una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, la alegría solo durará dos semanas y cinco días lectivos. El próximo día 19 acaba el curso escolar y la institución cerrará sus puertas.

Al contrario que ha sucedido en la escuela ordinaria, la asistencia en la mayoría de los centros de atención a la diversidad educativa ha sido alta. En el Centre Pedralbes los alumnos han tenido que rotar para asistir a clase, ya que cada tutor solo puede atender a un par de alumnos. Las medidas de seguridad tampoco han podido ser muy estrictas porque muchos de los menores rechazan la mascarilla.

Las direcciones de los centros, las familias y las organizaciones que velan por los derechos de las personas con discapacidad lamentan que se han sentido “abandonados” por el departament d’Educació. “Es inaceptable que no se hayan dado instrucciones específicas para la apertura de los centros de educación especial para los territorios que entraron en fase 2”, critica Mariona Torredemer, de Dincat. En junio, cada escuela ha establecido su propio plan de reapertura en coordinación con los inspectores territoriales. No ha habido más supervisión de la Administración ni consenso entre los distintos centros.

Inquietud por la falta de información sobre el próximo curso

La vuelta al cole en septiembre genera una gran inquietud en el colectivo. Los alumnos tienen condiciones especiales. “Necesitan el contacto físico con sus tutores. Algunos alumnos no tienen control salival, por lo que generan más secreciones”, advierte Elisa Llopis, directora del Centre Pedralbes. Por tanto, las medidas de higiene se tendrán que extremar.

El Govern tiene que establecer criterios claros. La terapia es clave para nuestros hijos. No nos pueden meter en el mismo saco de los centros ordinarios”, argumenta Miquel Àngel Vadell, padre de una alumna de la Escola Arboç de Mataró.

La directora general de Currículum i Personalització del departament d’Educació, Maite Aymerich, admite que la situación ha podido originar incertidumbre en el colectivo, pero asegura que se enviarán instrucciones específicas “a finales de junio o principios de julio”, y que antes se consensuarán con todos los actores del sector.

Hasta entonces, las familias tendrán que lidiar otros tres meses con la ansiedad. La mayoría de las colonias y casales de verano se han restringido o cancelado. Afortunadamente la entrada en la nueva normalidad permitirá a Pol y a muchos niños y niñas como él recuperar algunos hábitos. Para empezar, una visita a la playa y un abrazo de sus abuelos.

La escuela compartida, en el aire

Uno de los principales motivos de malestar de las familias y escuelas de educación especial es la decisión tomada por la Generalitat y el Consorci de Educació de Barcelona de anular la modalidad de escuela compartida para el próximo curso. Esta tipología de enseñanza permite a un estudiante asistir de forma alterna a una escuela ordinaria y a una de educación especial.

Se trata de una de las principales claves de inclusión del alumnado con discapacidad intelectual. Si se mantiene la medida anunciada, los alumnos deberán escoger un único modelo educativo, algo que Dincat califica de “incomprensible”.

Fuentes de Educació afirman que es una disposición que se ajusta a las prevenciones sanitarias, pero mantiene la puerta abierta a que los equipos de asesoramiento pedagógico realicen “nuevas orientaciones” a las familias si la situación epidemiológica sigue mejorando, lo que sugiere que podría haber un cambio de criterio.

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