José Tubío, investigador del CiMUS: «Acabaremos viendo el cáncer como una gripe».

José Tubío, investigador del CiMUS: «Acabaremos viendo el cáncer como una gripe».

Su equipo ha formado parte del mayor estudio del genoma de la enfermedad realizado hasta la fecha.

Miguel Ruiz de Arcaute

La noticia llegó el pasado 5 de febrero, una jornada después del Día Internacional contra el Cáncer. Los resultados del mayor estudio sobre la genómica de la enfermedad realizado hasta la fecha veían la luz a través de las prestigiosas publicaciones «Nature» y «Nature Genetics». Con ellos se arrojaba al conocimiento científico algunos de los descubrimientos más importantes realizados hasta la fecha en ese campo. Entre ellos, que las primeras mutaciones que originan el cáncer pueden aparecer décadas antes de ser detectadas, lo que abre la puerta a una posible prevención a través de tratamientos personalizados.

El equipo que dirige José Tubío (Santiago, 1978) en el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) fue parte fundamental de este proyecto y contribuyó a su desarrollo a través del estudio de los retrotransposones, regiones de ADN que, ahora se sabe, pueden causar grandes pérdidas de material genético, incluidos genes supresores de tumores.

¿Cuál es la pregunta sobre el cáncer que siempre le hacen y cuál es su respuesta?

A cuánto estamos de curarlo. La respuesta es que ahora mismo somos capaces de curar, aproximadamente, un 55% de los tumores. Si se duplica la financiación dedicada a su investigación, esa cifra podría elevarse al 70% en un plazo de 10 a 15 años. Lo que ocurre es que, si queremos cubrir el 100%, la curva va a ser más compleja porque cada tumor es diferente. Un cáncer es una enfermedad genética y cada masa tumoral es muy heterogénea. Esto quiere decir que, aunque dos tumores diferentes puedan tener unas mutaciones en común, va a haber otras que los diferencien. Por tanto, va a ser muy difícil, por no decir imposible, encontrar un tratamiento universal que pueda servir para todos los tumores. La batalla va a ser tumor a tumor. Va a haber que desarrollar tratamientos para cada una de esas mutaciones y eso va a llevar tiempo, porque aún hay que analizar más individuos e identificar todas las mutaciones que son importantes en la enfermedad, y esto va a llevar mucho tiempo. Nuestro trabajo va siempre muy por delante de los tratamientos; cuánto tiempo se pueden tardar en conseguirlos es una cosa que no se sabe. ¿Seremos capaces de curar el cáncer? Probablemente sí, pero no es muy razonable dar un plazo, porque nadie lo sabe y por todas estas dificultades. Aun así, estamos en la buena dirección.

Su equipo se centra ahora en mejorar el diagnóstico –a corto plazo– y el pronóstico y el tratamiento –a medio– de las mutaciones causadas por los retrotransposones. ¿De cuánto tiempo podríamos hablar?

Calculo que de cinco a diez años se podrían encontrar tratamientos eficaces para combatir las mutaciones que se producen por ese mecanismo. Con toda probabilidad, lo que acabará ocurriendo es que la enfermedad se cronifique y que, lejos de curar a un paciente, se le trate según el cáncer se vaya inhibiendo o surja de nuevo. Le habremos ganado la batalla igual porque, aunque no consigamos que desaparezca, el hecho de que se convierta en algo crónico hará que lo acabemos viendo como una gripe. Cada recaída requerirá un nuevo tratamiento y así hasta que nos muramos de otra cosa.

¿Qué retos hay ahora por delante?

El mayor ahora mismo es, probablemente, el diagnóstico precoz porque, si lo detectamos a tiempo, lo podemos curar. Habrá que buscar, por tanto, la forma de desarrollar métodos que no sean muy peligrosos para el paciente y que permita identificar cuanto antes que un tumor está surgiendo y dónde lo está haciendo. Otro es la metástasis, porque más del 90% de los pacientes que mueren de cáncer fallecen por ella. Sabemos que son muy heterogéneas y diferentes al tumor donde se originaron. Esto conlleva ciertas dificultades para el tratamiento porque normalmente, cuando una persona es diagnosticada con cáncer y tiene metástasis, lo que se hace es «biopsiar» el tumor primario y, según las mutaciones que tenga, darle un tratamiento. Pero este puede ser ineficaz porque las metástasis son muy diferentes genéticamente al tumor primario. El otro que destacaría, por último, es mejorar los métodos para aumentar la supervivencia de pacientes con cánceres muy mortíferos, como es el de páncreas.

«La batalla va a ser tumor a tumor; un tratamiento universal es imposible»

Se ha avanzado mucho en el estudio de la enfermedad. ¿Qué interrogantes quedan aún por despejar?

Cuáles son las principales rutas y qué mecanismos mutacionales faltan por conocer. Hasta ahora hemos descubierto un 95% de ellos; nos queda el 5%. Ese el mayor interrogante que destacaría desde mi área de conocimiento, que es la genómica del cáncer.

¿Cuáles van a ser los pasos del consorcio internacional que ha elaborado el estudio a partir de ahora?

Va a pasar de llamarse «Pan-Cáncer» a llamarse «Argo», y lo que va a intentar es caracterizar genéticamente 100.000 tumores. Hablamos ya de números mucho más grandes que van a requerir fórmulas nuevas de análisis, como la inteligencia artificial. Ese es también, de hecho, uno de los próximos retos: encontrar métodos con los que poder analizar de una forma mucho más eficaz cientos de miles de tumores. El proyecto «Pan-Cáncer», en el que se analizaron 3.000 genomas, llevó siete años. Para elevar ese número a 100.000, tiene que haber un cambio de planteamiento, sobre todo de análisis bioinformático y computacional. Al fin y al cabo, es ahí donde se invierte la mayor parte del tiempo y del dinero.

La financiación suele ser uno de los mayores problemas que afronta la ciencia a la hora de investigar. ¿Qué otros hay?

Mi grupo de investigación, que está formado por 27 personas, cuesta unos 300.000 euros anuales de mantenimiento. Sin tener financiación europea es muy complicado, porque la que se consigue a nivel estatal es bastante más baja. En mi caso, tengo que estar preocupado constantemente de adelantarme para poder conseguir nuevos proyectos. Otro caballo de batalla importante es tener gente de calidad y bien formada, algo que, por otra parte e inevitablemente, también se consigue con dinero. Hay perfiles que son muy difíciles de conseguir; más aún aquí, en Santago, en la esquina de Europa. Hemos demostrado con este estudio que hacer una investigación de calidad es algo que también se puede conseguir en Galicia y en España, y que si hay financiación se pueden hacer cosas al igual que en cualquier otro lugar del mundo. Las ideas las tenemos, pero aquí sigue costando muchísimo conseguir proyectos millonarios.

Ha dicho en alguna ocasión que el problema no es solo de la financiación, sino que también los propios científicos deben hacer autocrítica. ¿A qué se refiere exactamente?

A que los científicos no siempre sabemos o queremos trasladar a la sociedad nuestro trabajo. Al final, si los políticos no ponen más dinero en investigación es porque existen otras preocupaciones sociales más inmediatas. Y si nosotros no sabemos exponer la importancia de invertir en ciencia, los políticos no van a hacerlo. Yo, por ejemplo, llevo 24 horas dando entrevistas sin parar y estoy convencido de que cualquier otro compañero de mi centro de investigación pasaría, ya que lo ven como algo secundario. Pero yo pienso que no, que es muy importante aprovechar todas las oportunidades que se nos presentan para llegar a la sociedad y las posibilidades que ofrece invertir en nuestro campo de trabajo.

https://www.abc.es/espana/galicia/abci-jose-tubio-investigador-cimus-acabaremos-viendo-cancer-como-gripe-202002100149_noticia.html#vca=rrss&vmc=abc-es&vso=fb&vli=cm-general&_tcode=NzZ6YmUz