La leche, tan sana, tan polémica

La leche, tan sana, tan polémica

La necesidad de consumir tanta leche como se toma divide a los especialistas, aunque no hay guía profesional que desaconseje los lácteos

FERMÍN APEZTEGUIA

La leche es uno de esos productos sobre los que uno, muchas veces, no sabe a qué carta quedarse. En nutrición pasa con frecuencia, que lo que hoy es un veneno –«¡y no se pase usted con los huevos y el aceite de oliva!»–, mañana se le da la vuelta y se convierte en dogma de fe. Pero con la leche el debate sobre el eventual beneficio de incluirla en la dieta diaria viene ya de lejos. Los críticos tienen sus razones. Dicen que no es un alimento esencial, salvo para los bebés, porque todas las vitaminas y nutrientes que aporta pueden obtenerse de otros productos. Las guías alimentarias, todas sin excepción, aconsejan sin embargo el consumo de tres raciones de lácteos diarios. Y una y otra opinión se basan en criterios científicos. ¿Qué hacer entonces?

Los lácteos en general están considerados como una importante fuente de proteínas de elevada calidad, de vitaminas y, sobre todo, de calcio, importantísimo para la formación de los huesos, los dientes y en la prevención de la osteoporosis. La médico nutricionista Ana Tellería es de las que considera que se trata de un alimento muy interesante, pero «desde luego no básico», porque las muchas propiedades que se le atribuyen también pueden obtenerse de otros alimentos. El principal de sus nutrientes, que es el calcio, bien se gana, según explica, mediante el consumo de frutos secos, especialmente las almendras y el sésamo, y verduras crucíferas como el brócoli, las coles y la coliflor.

También se obtiene de las sardinas en lata, los berberechos y, ojo, muy importante, del caldo de huesos. «Es algo que hemos perdido de nuestra cultura culinaria», destaca la especialista de la red IMQ. «Ha caído en desuso y es una pena, porque tiene una larga lista de propiedades añadidas como el magnesio, el fósforo y el colágeno, todas interesantes».

«No es necesaria»

La leche, para que realmente resulte saludable, ha de tomarse, según Tellería, sola, sin cacao soluble, ni mucho menos azúcar, y con moderación. También puede uno beneficiarse de sus beneficios nutricionales si la consume en forma de queso fermentado. Pero tiene que ser un buen queso, un Idiazabal, un Manchego, Camembert o Rochefort, no queso en lonchas, «que es un producto ultraprocesado que ni debería llamarse así».

La leche, a su entender, es un alimento del que el ser humano bien podría prescindir. No sólo porque sus beneficios nutricionales pueden obtenerse a través de otros alimentos, sino porque, de hecho, «un 75% de la población mundial presenta algún tipo de intolerancia» hacia ella. La cifra en Euskadi es sustancialmente menor, gira en torno al 15%; y en los países nórdicos cae en diez puntos más. «La intolerancia a la lactosa es una cuestión de evolución de la especie. El ser humano nunca necesitó de la leche, salvo para la primera etapa de su vida. Las sociedades ganaderas la introdujeron en su dieta y en algunos grupos de población se produjo una mutación que favoreció su absorción».

Una solución pragmática

Osakidetza tiene una visión diferente del asunto. Su ‘Guía de Alimentación Saludable’ recomienda consumir entre dos y cuatro raciones al día de lácteos, eso sí, de buena calidad. La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) comparte este criterio. «Comemos mucho producto que no ingiere ninguna otra especie del reino animal, como chocolate negro;y la mayoría cocinados», argumenta un portavoz de la sociedad científica, que reconoce la controversia existente y se posiciona a favor del consumo de leche. «Aporta calcio y vitamina D, dos nutrientes deficitarios en personas de distintas edades», explica.

Lo ideal, según su criterio, sería consumir leche ecológica, procedente de ganado que vive en condiciones de libertad y se alimenta de pasto. Ese tipo de leche es rica en antioxidantes y tiene un mayor valor alimentario. «Luego siempre hay gente que no sabe si la leche le sienta bien y si es causa o consecuencia de su enfermedad. Yo les doy una recomendación pragmática: ‘Deje de tomarla 40 días, que es el tiempo necesario para medir hasta qué punto le afecta su consumo. Si pasado ese tiempo mejora, déjela;y si no, adelante con ella».

https://www.elcorreo.com/jantour/leche-sana-polemica-20191115163921-nt.html