“El machismo perjudica seriamente la salud”

“El machismo perjudica seriamente la salud”

Entrevista a María Pazos, escritora y activista. La autora ha dado inicio al diploma de Género y Salud de la EASP y la UGR con una conferencia sobre los riesgos reales de ser mujer.

ALBA RODRÍGUEZ

El machismo perjudica gravemente su salud y la de los que están a su alrededor. Esta advertencia no aparece en la puerta de las oficinas, en el metro o en las discotecas. Esa conciencia, como sucediera con el tabaco, está aún por asimilar. El patriarcado perjudica seriamente su salud es el título de la conferencia con la que el pasado lunes dio inicio María Pazos el curso de Diploma de Especialización en Género y Salud, que imparte la Escuela Andaluza de Salud Pública y está avalado por la UGR. Autora de Contra el patriarcado. Economía feminista para una sociedad justa y sostenible, quiso empezar haciendo un homenaje a Silvia Contreras, la mujer asesinada por su pareja el pasado domingo día 20 en la Zubia. El primer crimen machista de este año producido en Granada.

–¿Por qué es necesaria una especialización concreta en la salud de la mujer?

–Precisamente lo primero que voy a compartir es por qué estamos aquí, por qué existe un diploma de Género y Salud. Parece que existe la salud y al margen la salud de las mujeres y con perspectiva de género. De hecho apuesto a que el público igual que las organizadoras, son mujeres. ¿Por qué no existe otro curso que se llame la salud de los hombres? Porque la salud de ellos es la salud. Es como el fútbol, que guarda un apartado pequeño para el femenino, pero el ‘real’ es el masculino. Parece que el mundo es de los hombres y las mujeres clamamos por un poco de atención. Se nos permite hacer cosas mientras nos quedemos al margen y no queramos cambiar la corriente principal y no vayamos demasiado lejos.

–¿Cuáles son las injusticias en la salud para las mujeres?

–El sistema patriarcal relega la salud biológica de las mujeres, las enfermedades de las mujeres y todo lo específico. De tal forma que por ejemplo en la investigación hasta la década de los 90, el patrón médico eran los hombres. Por ejemplo, tenemos un hígado diferente por lo que las medicaciones deberían ser distintas en la posología y no lo era, eso conducía a una sobremedicación de las mujeres. También está el tema del infradiagnóstico de infartos porque sus síntomas en mujeres son distintos a los de los hombres y se acababa por achacarlo a la histeria o llegaba esa vieja leyenda que decía que las hormonas nos protegían de los infartos.

–¿Y a nivel social?

–Los riesgos psicosociales y físicos que vienen de la posición que tienen las mujeres en el sistema son tremendos, porque este sistema es muy peligroso para las mujeres. Mire lo que le ha pasado a Silvia Contreras en la Zubia. Por otro lado aparece la salud sexual, porque la sexualidad es como siempre: la de los hombres y las mujeres somos un elemento a su servicio. El sistema patriarcal establece que ellos mandan como grupo y las mujeres estamos para complacerles. La sexualidad es un campo minado para las mujeres, porque tal y como se establece es una sexualidad muy peligrosa que implica mucha violencia. También entraña mucho machaque psicológico por la insatisfacción sexual, la sexualidad de la mujer es algo prácticamente inexplorado, el clítoris se ‘descubrió’ en 1976. La sexualidad femenina no existía y ahora es una ficción que los hombres necesitan. ME refiero a la pornografía, los vídeos son cada vez más violentos y los más vistos son los de violaciones en grupo. Así se forman los jóvenes. También las violaciones dentro del matrimonio, antes tampoco se hablaba de ello y se pensaba que la mujer tiene que satisfacer al marido.

–¿Ser feminista es también incómodo y cuesta contradecir el patrón a todas horas?

–Efectivamente, estamos formateadas para dejarnos llevar y si no te dejas llevar qué haces, dar por saco y enfrentarte al sistema sin parar. La gente necesitar conservar la integración en la comunidad y ser una Pepita Grilla es trabajoso y te expulsa de la sociedad. Pero si somos una masa crítica será más fácil y eso es lo importante, que estemos juntas.

–¿Cuáles son los retos y las rémoras de esta tercera o cuarta ola de feminismo?

–Para mí es tercera ola y claro, lo alcanzado en comparación con como estaban antes es mucho pero son muchos los retos que tenemos. El mayor de ellos es muy importante, hemos conseguido superar el patriarcado coercitivo que era muy visible porque funcionaba a base de prohibiciones y desigualdades explícitas y ahora estamos en el patriarcado de consentimiento, que parece que todo lo que nos pasa es porque nos lo buscamos. Como ya tenemos libertad y no nos discriminan parece que queremos todo: ser prostitutas, estar en la familia como estamos, será que hemos buscado mal el marido, tenemos la libertad de dar nuestro vientre en alquiler… Todas esas patrañas que nos dicen qué somos y lo que deseamos. Esto es más profundo y sutil y muy difícil de superar porque son mecanismos menos evidentes a simple vista. Eso es un grave problema. Por otro lado el neoliberalismo asociado con el patriarcado de consentimiento son la horma del zapato el uno del otro porque todo es mercancía.

–¿El patriarcado es capitalista?

–Siempre ha habido esa alianza aunque el patriarcado es preexistente y metaestable, se adapta a todo. También determina los regímenes y ahora tenemos el patriarcado neoliberal donde la familia nuclear ha saltado por los aires porque la mujer ha abandonado la posición de ama de casa. Ahora lo que tenemos es otras formas de dominación mucho más generales como la precariedad laboral, la prostitución o los vientres de alquiler.

–¿Por qué tiene que hacerse la revolución feminista?

–Porque tenemos que cambiarlo todo, así no se puede seguir. Lo más importante ahora mismo es el deterioro ecológico y todos los riesgos que nos están matando la salud. ¿Pero qué tenemos que cambiar? Porque hay que ir a otro forma de vida, donde los valores y todo sea diferente: la forma de divertirnos, transportarnos… todo. Tenemos que relocalizar y rehacer el resurgimiento de las comunidades locales. Y esto tiene mucho que ver con los cuidados. Los hombres están en la tecnología, están en los combustibles fósiles pero no en cómo podríamos vivir de otra manera y en el bienestar de las personas y las familias. Todo esto supone cambiar los empleos, y fíjate, que todos los que tienen que ver con el cuidado, la salud, la educación y la cultura son trabajos femeninos. Los hombres están a por uvas en estas cosas. ¿Quién lucha ahora mismo contra el fascismo? Son manifestaciones de mujeres, como en Brasil o en Estados Unidos. Somos nosotras quienes ponemos la solidaridad en el primer plano.

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