Vinculan el consumo de fármacos anticolinérgicos con un mayor riesgo de demencia

Vinculan el consumo de fármacos anticolinérgicos con un mayor riesgo de demencia

Una investigación de la Universidad de Nottingham señala que hasta el 10% de las demencias pueden deberse a estos medicamentos que se usan para la depresión o el Parkinson.

NAIARA BROCAL – MADRID

Los fármacos anticolinérgicos vuelven a relacionarse con la demencia. Investigadores de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) publican en JAMA Internal Medicine los resultados de un amplio estudio que asocia el tratamiento diario con anticolinérgicos potentes durante tres años o más con un aumento del 50% del riesgo de deterioro cognitivo grave.

La investigación, liderada por Carol Coupland, se basó en el análisis de los registros médicos de 58.769 pacientes con diagnóstico de demencia y 225.574 pacientes sin deterioro cognitivo.

Los anticolinérgicos son fármacos que, en el cerebro, bloquean la acción de la acetilcolina, un neurotransmisor del sistema nervioso. Se emplean para el tratamiento de numerosos trastornos, como la depresión o el Parkinson.

En la investigación, los anticolinérgicos en general, y específicamente los antidepresivos, los antipsicóticos, los antiparkinsons, los antiepilépticos y medicamentos para la incontinencia urinaria se asociaron un demencia, tras aislar el efecto de otros factores de riesgo.

Sin embargo, ciertos anticolinérgicos, como los antihistamínicos y los medicamentos gastrointestinales, no se asociaron a este riesgo.

Se investigó la exposición a estos medicamentos durante diez años, de 1 a 11 años antes del diagnóstico de demencia, y se comparó con el grupo de pacientes sin demencia. Durante este periodo, casi el 57% de los pacientes con demencia y el 51% de los controles habían sido prescritos al menos un anticolinérgico potente, con un promedio de seis recetas en el caso de los primeros y cuatro en el de los segundos.

Dado que es un estudio observacional no se puede extraer conclusiones firmes sobre esta posible relación, pero los investigadores apuntan que si se confirma que existe causalidad, un 10% de los diagnósticos de demencia podrían atribuirse a la exposición a fármacos anticolinérgicos, lo que equivaldría en Reino Unido a unos 20.000 nuevos casos al año del total de 209.600.

Este porcentaje sería superior al que se atribuye a otros factores de riesgo, como la hipertensión en la mediana edad (5%), la diabetes (3%), el tabaquismo (14%) y el sedentarismo (6,5%).

FACTOR DE RIESGO EVITABLE

Con la diferencia de que actuar sobre la prescripción de anticolinérgicos sería mucho más sencillo que hacerlo sobre factores relacionados con el estilo de vida como la dieta o el ejercicio, apuntan Noll Campbell, Richard Holden y Malaz Boustani, investigadores del Instituto Regenstrief, en Indianápolis (Estados Unidos), en un editorial publicado por la misma revista en el que comentan los resultados de la investigación.

Con todo, estos científicos señalan que aunque tanto ellos como otros autores han identificado «un vínculo sólido y consistente» entre anticolinérgicos y deterioro cognitivo en estudios observacionales, la única vía rigurosa para establecer una relación de causa y efecto la representan los ensayos clínicos.

En este sentido, hacen un llamamiento al desarrollo de este tipo de estudios aleatorizados con el objetivo de determinar el efecto de la deprescripción de anticolinérgicos como factor de riesgo potencialmente modificable y reversible.

Es bien sabido que estos fármacos pueden afectar a la función cognitiva en el corto plazo y que la población anciana es especialmente vulnerable. Aun así, se estima que el 50% de los mayores toman estos medicamentos y no es infrecuente que tomen dos o incluso más a la vez.

Así, según proponen desde el Instituto Regenstrief, entre los objetivos ideales para reducir la carga anticolinérgica están los medicamentos a los que se atribuye un mayor efecto pernicioso, son medicamentos de uso común y tienen alternativas.

ESTUDIO PREVIO EN BRITISH MEDICAL JOURNAL

Hace poco más de un año, British Medical Journal publicaba un estudio muy similar al aparecido en JAMA Internal Medicine, que comparaba los datos de 40.770 adultos con un diagnóstico de demencia con los de 283.933 controles.

En este caso, la asociación entre estos tratamientos y la demencia aparecía incluso dos décadas después de su consumo. También este caso el riesgo se detectó con antidepresivos, fármacos urológicos y antiparkinsonianos, pero no con gastrointestinales y cardiovasculares, a pesar de presentar algunos de ellos puntuaciones altas en la escala ACB de actividad anticolinérgica de los medicamentos.

En España, un artículo español de revisión recogido en 2015 en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental señala que estos fármacos se emplean de forma habitual en población anciana, incluso tras la prescripción de inhibidores de la acetilcolinesterasa para el Alzheimer, cuyo mecanismo de acción es opuesto.

Según comentan los investigadores del Instituto de Salud Carlos III, si el consumo de anticolinérgicos es prolongado, «puede provocar un empeoramiento de la cognición a largo plazo originando falsos diagnósticos de deterioro, o incluso precipitando cuadros de demencia».

«El efecto de los anticolinérgicos sobre el riesgo de demencia es conocido desde hace muchos años y se han publicado muchos trabajos», señala Juan Gibert, catedrático emérito de Farmacología de la Universidad de Cádiz.

Para el farmacólogo, «el que la administración crónica aumenta el riesgo de demencia en personas genéticamente predispuestas es una hipótesis bastante lógica, pero no hay datos que permitan asegurar que predispongan a cuadros de demencia en la población en general».

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