Las repercusiones del edadismo

Las repercusiones del edadismo

El edadismo es la existencia de estereotipos y conductas discriminatorias hacia las personas en razón de su edad.

E-FAMILIA

El 19% de la población española tiene más de 65 años, y se estima que en 2031, más del 26% de la población estará en esa franja de edad. La OMS calcula que en 2050 más de 2.000 millones de personas en todo el mundo superarán los 60 años, y, por tanto, se enfrentarán a los estereotipos asociados al envejecimiento o edadismo.

El edadismo es la existencia de estereotipos y conductas discriminatorias hacia las personas en razón de su edad. Es un problema extendido e insidioso que afecta negativamente a la salud de las personas mayores.

El edadismo abarca tanto los estereotipos como la discriminación contra personas o grupos de personas debido a su edad. El edadismo puede tomar muchas formas, como actitudes prejuiciosas, prácticas discriminatorias o políticas y prácticas institucionales que perpetúan estas creencias estereotipadas.

Se trata de actitudes que las personas mayores enfrentan a diario. Se les excluye del mercado de trabajo, se restringen los servicios sociales a los que pueden acceder y se les presenta en los medios de comunicación mediante estereotipos. En definitiva, el edadismo margina y excluye a los ancianos de su comunidad.

A pesar de ser un problema omnipresente, es el prejuicio social más normalizado y en muchos lugares no se actúa para combatirlo, como ocurre con el racismo o el sexismo. Lo vemos en los medios de comunicación, cuando presentan a los ancianos como personas frágiles y dependientes.

Influye en las instancias normativas, inconsciente o deliberadamente, cuando deciden reducir los presupuestos en lugar de realizar cambios en los servicios públicos e invertir en infraestructuras para adaptarlas al envejecimiento de la población. Estas actitudes generalizadas pero inadvertidas provocan la marginación social de las personas de mayor edad y afectan negativamente a su salud y su bienestar.

Las personas mayores que se ven como una carga para los demás pueden acabar pensando que su vida tiene menos valor y, como consecuencia de ello, son más proclives a la depresión y el aislamiento social.

¿Es el edadismo un problema real?

Este problema tan extendido parte del supuesto de que todos los miembros de un mismo grupo (en este caso, los ancianos) son iguales. Al igual que el racismo y el sexismo, el edadismo es útil para alcanzar ciertos objetivos sociales y económicos que legitiman y mantienen las desigualdades entre grupos de la sociedad.

No estamos hablando de nuestra apariencia, sino del significado que asocian a ella personas que pueden influir en la opinión pública. En 2014, los países de todo el mundo reconocieron que la discriminación por razones de edad “es la razón común, la justificación y la fuerza motriz de la discriminación de las personas de edad”.

Las actitudes discriminatorias por motivos de edad se dan de forma generalizada en todas las sociedades, y no se limitan a un grupo social o un grupo étnico. Algunas investigaciones indican que, tal vez, actualmente sea una forma más generalizada de discriminación que el sexismo o el racismo. Esto tiene graves repercusiones tanto para las personas mayores como para la sociedad en general. Por ejemplo, hace que se reduzcan las preguntas que se formulan y la forma en que se conceptualizan los problemas; por tanto, puede ser un gran obstáculo para formular buenas políticas.

¿Cuáles son las consecuencias para la salud?

El edadismo tiene efectos nocivos sobre la salud de las personas mayores. En un estudio realizado por Levy et al1 se observó que el promedio de vida de las personas mayores encuestadas que tenían actitudes negativas con respecto al envejecimiento fue 7,5 años más corto que el de las que no tenían actitudes positivas.

La discriminación por motivos de edad provoca menores niveles de autonomía, menor productividad y mayor estrés cardiovascular.

Las actitudes negativas también son muy comunes incluso en los centros de salud y asistencia social, entornos donde los adultos mayores están en la situación más vulnerable.

Algunos de estos prejuicios se basan en el deterioro biológico observable y podrían estar distorsionadas por las ideas acerca de trastornos como la demencia, que a veces se consideran erróneamente como expresiones del envejecimiento normal.

La discriminación por motivos de edad está arraigada en la sociedad y se retroalimenta al promover en las personas mayores los estereotipos del aislamiento social, el deterioro físico y cognitivo, la falta de actividad física y la idea de que son una carga económica.

Las actitudes negativas respecto de la atención crónica dificultan la contratación de cuidadores profesionales remunerados en muchos países. Esta situación puede deberse a la discriminación por motivos de edad en la cultura en general, la tendencia a equiparar los cuidados a largo plazo con condiciones de trabajo de baja calidad o el bajo prestigio asignado a su prestación.

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