“La ‘ventaja bilingüe’ se extiende más allá del dominio de idiomas”

“La ‘ventaja bilingüe’ se extiende más allá del dominio de idiomas”

Procesar más de un lenguaje conlleva aptitudes cognitivas aplicables a otras tareas, según la experta en bilingüismo Mirjana Bozic.

BRUNO MARTÍN

En su estudio del lenguaje humano, la profesora e investigadora de la Universidad de Cambridge Mirjana Bozic (1976, Zenica, Bosnia y Herzegovina) no se interesa por la gramática ni la literatura. Mediante experimentos de comportamiento y técnicas de neuroimagen, estudia las consecuencias cognitivas de conocer idiomas. Bozic, que habla serbio e inglés, busca concretamente los atributos neuronales que diferencian a los cerebros como el suyo: los cerebros bilingües.

La también Directora de estudios de Ciencias de la Psicología y el Comportamiento de King’s College, Cambridge, visitó recientemente Madrid para dar una charla sobre las consecuencias neurocognitivas del bilingüismo, invitada por el British Council en el contexto de su colaboración con el Ministerio de Educación. Ambas instituciones desarrollan el proyecto bilingüe que se imparte en 145 centros españoles. En las últimas décadas, varios estudios neurocientíficos señalan la existencia de una ventaja bilingüe causada por la forma en que procesan información quienes dominan más de un idioma. Según la teoría, en estas personas mejora la capacidad de atender selectivamente a un estímulo e ignorar las interferencias. Aunque Bozic pone en duda la generalidad de los hallazgos, destaca que las consecuencias de este efecto podrían notarse en muchos ámbitos de la vida, no solo al hablar.

Pregunta: ¿Es distinto el cerebro de los bilingües al de las personas que solo hablan un idioma?

Respuesta: Esa es una pregunta muy grande. El bilingüismo es una exigencia al cerebro. El contexto habitual al nacer es que adquirimos un juego de etiquetas para los objetos y conceptos que nos rodean: un idioma. El bilingüismo introduce otro juego de etiquetas distinto para las mismas cosas que ya conoces. En ese sentido, es parecido a otras tareas exigentes con las que debe lidiar el cerebro, como aprender a conducir o a tocar un instrumento. Al investigar los cambios que esto ejerce sobre las redes neuronales subyacentes, se ha encontrado que sí: el bilingüismo altera el cerebro funcionalmente y estructuralmente, afecta a algunas conexiones entre las regiones del cerebro y cómo se comunican.

P: ¿Estos cambios en el cerebro afectan a las capacidades intelectuales de los bilingües?

R: Hay un gran debate en la literatura científica sobre esto. En las últimas dos o tres décadas, se ha empezado a hablar de algo llamado la ventaja bilingüe. ¿Es verdad que a los bilingües se les da mejor ciertas tareas que a los monolingües? Hay datos publicados que demuestran que sí podría ser así. Para entenderlo, tengo que explicar primero el contexto: lo que se ha demostrado de manera robusta es que el cerebro bilingüe activa ambos idiomas en paralelo. Aunque uno de los idiomas sea irrelevante para la comunicación mientras se utiliza el otro, ambos se activan y compiten. Por eso, los bilingües tienen que reprimir el lenguaje que es irrelevante en cada contexto. La hipótesis es que esto hace que a los bilingües se les dé mejor ignorar información irrelevante y que, crucialmente, esto se extiende más allá de los idiomas. Por ejemplo, si alguien te habla y hay ruido de fondo, podrás ignorar la interferencia para centrarte en tu interlocutor. Hay bastantes estudios que sugieren este efecto, pero hay algunas pegas. Yo creo que hay que investigar más.

P: ¿En qué experimentos se basan esos estudios?

R: Un experimento típico es una prueba de control cognitivo o de función ejecutiva, en la que los participantes deben realizar tareas que requieren resolución de conflictos. Por ejemplo, si aparece una caja azul en una pantalla, tienen que pulsar una respuesta con la mano derecha, pero si aparece una caja roja, con la izquierda. Si les presentas la caja azul en el lado derecho de la pantalla, la respuesta es fácil, pero si cambias de sitio los colores y presentas el azul en el lado izquierdo, creas un conflicto. Se ha demostrado en varios estudios que los bilingües pueden resolver ese conflicto y dar la respuesta correcta un poco más rápido: usan la mano correcta aunque los colores aparecen cambiados de sitio en la pantalla. Es un ejemplo del tipo de prueba que se utiliza para estudiar esto.

P: Pero hay problemas con las conclusiones de esos experimentos.

R: Los efectos no se han reproducido consistentemente. Algunos estudios encuentran este efecto y otros no. Puede deberse a motivos metodológicos muy sencillos, como que no haya suficiente poder estadístico o suficientes participantes, es algo que se resuelve fácilmente. Pero también hay un problema a la hora de emparejar monolingües y bilingües de acuerdo a variables contextuales relevantes que pueden afectar a la conducta en una prueba cognitiva. Por ejemplo, se deben ajustar por nivel socioeconómico para garantizar que no se observan diferencias que puedan deberse al acceso a la educación en lugar de la condición bilingüe.

P: ¿Observáis una diferencia socioeconómica entre los bilingües y los monolingües?

R: No, no me refería a que exista una relación directa por eso. Más bien, imagine que tiene que hacer este experimento en Reino Unido, Francia, Estados Unidos o Alemania, los países que más llevan a cabo este tipo de investigación científica: la población bilingüe, estadísticamente, es más probable que sea de gente que llega al país a trabajar. Entonces aparece una diferencia potencial con los monolingües. No es algo tan directo como una correlación.

P: ¿El bilingüismo conlleva alguna desventaja?

R: Sí. Un aspecto bien estudiado es el tamaño del vocabulario. Se ha demostrado sistemáticamente que los niños bilingües tienen un vocabulario más limitado en sus respectivos idiomas que los monolingües en el suyo, aunque pueden ponerse al día cuando son adultos. El motivo es que si solo se usa un idioma, se accede constantemente a las etiquetas que tiene ese idioma para cada concepto. Los que hablan dos idiomas tienen dos juegos de etiquetas para cada concepto y acceden menos frecuentemente a cada una. Los enlaces entre cada etiqueta y cada concepto son más débiles que en los monolingües, por eso pueden tener menos vocabulario en cada idioma y pueden tardar un poco más en acceder a él. También se da el fenómeno de tener las palabras “en la punta de la lengua”. En una conversación, aunque sabes qué palabra es, por qué letra empieza o incluso que es una palabra larga, no recuerdas la etiqueta. Es por lo mismo: no usas esa pareja etiqueta-concepto tan a menudo como lo hace un monolingüe con su único idioma.

Sin embargo, los niños bilingües tienen mayor conocimiento metalingüístico, conocimiento sobre el idioma. Hay estudios muy elegantes que demuestran que los niños bilingües entienden mejor la relación abstracta entre “esto es cómo se llama algo” y “esto es ese algo”. Saben que el mismo concepto puede tener diferentes etiquetas en cada idioma.

P: ¿Se dan las mismas ventajas y desventajas en bilingües nativos que en bilingües que han estudiado un segundo idioma?

R: Esto afecta al resultado. Cuando se compara la actividad cerebral de los bilingües tempranos (que han aprendido los idiomas de pequeños), no hay mucha diferencia entre las redes neuronales que apoyan el procesado de cada idioma. Cuando hablan, escuchan o leen, un escáner cerebral muestra una activación prácticamente coincidente en ambos idiomas. Sin embargo, con la misma tarea en bilingües tardíos (que han adquirido un segundo idioma de jóvenes o como adultos), se observan diferencias en la red neuronal subyacente. Normalmente se ve que el segundo idioma, el que han aprendido más tarde, activa una red más extensa, sobre todo en el lóbulo frontal y zonas del cerebro que apoyan el control cognitivo y las exigencias de la tarea.

P: ¿Pero las personas que aprenden un segundo idioma más tarde en la vida tienen también la ventaja bilingüe?

R: Sí, probablemente sí. Si piensa en el mecanismo de fondo, consiste en reprimir el idioma irrelevante en cada contexto para utilizar solo el que proceda. Se podría argumentar que en el caso de los bilingües tardíos, la competición del idioma nativo es aún más fuerte porque está más arraigado. Habría que aplicar una represión aún más fuerte de ese idioma, lo cual puede ejercitar incluso más [que en los bilingües tempranos] esas capacidades.

P: ¿Las ventajas cognitivas del bilingüismo se ven potenciadas si los dos idiomas son muy distintos?

R: Es una buena pregunta que la gente está estudiando. Por lo que he leído, parece que no importa demasiado la combinación de idiomas: se aprecia el mismo efecto. Incluso, hay estudios recientes que encuentran un efecto positivo al hablar distintos dialectos del mismo idioma. Parece que el tipo de competición cerebral que activa cada idioma es irrelevante. Sin embargo, mi equipo está investigando precisamente esta pregunta, comparando bilingües con una pareja de idiomas similares, como el inglés y el holandés (ambos germánicos) con bilingües que hablan inglés y español (germánico y romance). Hemos estudiado la reorganización de las redes neuronales y se observan diferencias sutiles, pero todavía estamos interpretando los resultados y no quiero especular de momento.

P: ¿El estudio neurocientífico del bilingüismo presta apoyo a la educación bilingüe?

R: Sí, desde luego yo lo argumentaría así. Se han levantado preguntas en algunos círculos, teorías sobre si la enseñanza en dos idiomas puede acabar causando confusión. La investigación muestra claramente que no es el caso. La literatura científica también sugiere que la selección de un lenguaje u otro depende de pistas sociales sutiles, como quién habla o cuál es el tema de conversación. Esto puede hacer que los bilingües sean más receptivos a las señas sociales; se podrían beneficiar más de los métodos de enseñanza interactivos al extraer información más eficientemente en esos contextos. Además, aunque no se consideren los beneficios cognitivos de los que hemos estado hablando, el bilingüismo es útil en el mundo real. El bilingüismo permite hablar con más personas, fomenta la comprensión cultural, la capacidad de comunicación, las expectativas de empleo… todo eso. Aunque haya costes, los beneficios los superan con creces.

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