Vacunas: elemento primordial en las estrategias de Salud Pública

Vacunas: elemento primordial en las estrategias de Salud Pública

Las vacunas constituyen, junto con la potabilización del agua y la depuración de las aguas residuales, el método más eficaz para disminuir la morbimortalidad de las enfermedades infecciosas, mejorar la salud de las personas y aumentar la esperanza de vida

ABCSALUD.ES

Más de 40 vacunas combaten ya 25 enfermedades y según la Organización Mundial de la Salud (OMS) evitan la muerte de unos tres millones de personas al año -o lo que es lo mismo, 60 fallecimientos cada hora–, 2,5 millones de ellos niños. Las vacunas son un elemento primordial en las estrategias de Salud Pública; las vacunaciones constituyen, junto con la potabilización del agua y la depuración de las aguas residuales, el método más eficaz para disminuir la morbimortalidad de las enfermedades infecciosas, mejorar la salud de las personas y aumentar la esperanza de vida.

¿Qué son?
Las vacunas son productos biológicos complejos y muy sofisticados que estimulan la producción por el organismo de anticuerpos frente a un patógeno o un alérgeno y, en consecuencia, generan inmunidad frente a la enfermedad o alergia causada por dicho patógeno o alérgeno.

¿De qué están compuestas?
Por lo general, las vacunas se componen de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados –debilitados– o de productos o derivados de microorganismos, siendo la inyección la vía más común para su administración (si bien algunas vacunas se administran por vía oral o con un vaporizador nasal).

¿A quién protegen?
Las vacunas no solo benefician a las personas vacunadas –reducción de la incidencia de la enfermedad y, en caso de contraerla a pesar de la vacunación, disminución de la gravedad de la misma–, sino también a aquellas que conviven en la misma comunidad que los vacunados. Y es que, dado que la incidencia de la enfermedad es significativamente menor, el riesgo de que las personas del entorno puedan contraerla también resulta ostensiblemente inferior.

Enfermedades controladas
Además de lograr la erradicación de la viruela, las vacunas han permitido, gracias a las campañas de vacunación, que la incidencia global de poliomielitis se haya reducido en un 99%, por lo que se considera al límite de la erradicación. La vacuna antitetánica, administrada para evitar el tétanos materno y neonatal e introducida en 103 países a finales de 2012, ha protegido frente a la enfermedad a cerca de un 81% de los recién nacidos.

Por otro lado, durante el periodo comprendido entre los años 2000 y 2012, la vacunación del sarampión evitó 13,8 millones de muertes. En 2012, cerca de 145 millones de niños fueron vacunados frente al sarampión, enfermedad cuya incidencia y mortalidad se han reducido respectivamente en un 77% y en un 78% desde el inicio del siglo XXI. Y de acuerdo con las estimaciones de la OMS, en 2016 se habían vacunado frente al rotavirus a más de 70 millones de niños de los 40 países con menor solvencia económica de todo el mundo.

De acuerdo con los resultados de un estudio llevado a cabo por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de Estados Unidos, el uso masivo de las vacunas frente al VPH reduce en hasta un 84% el riesgo de desarrollar cáncer de cérvix en un período de 4 años. No hay que olvidar que el 85% de los tumores de cuello de útero provocados por el VPH se producen en los países desarrollados.

Y a todos estos avances debe sumarse la reducción de las tasas de morbilidad, discapacidad y mortalidad asociadas con distintas enfermedades como, entre otras, la difteria, la tosferina y la meningitis epidémica por meningococo de tipo A.

Seguras
Las vacunas son seguras. Y para evaluar tanto su eficacia como su seguridad, las compañías farmacéuticas dedican más de 500 millones de euros a su investigación y desarrollo (I+D), requiriendo el proceso una inversión media de tiempo de hasta 33 meses.

Campañas de vacunación
El presente de la vacunación viene definido, además de por los numerosos programas de I+D de nuevas vacunas frente a distintas enfermedades, por la necesidad de extender las campañas de vacunación en todas las regiones del mundo. Es cierto que en 2013 el 84% de los niños menores de un año de todo el planeta –esto es, en torno a 111 millones de niños– recibieron vacunas para su protección, un porcentaje ostensiblemente superior al establecido en 1975, de solo un 5%. Pero también es cierto que aún queda camino por recorrer. Según la Alianza GAVI, principal impulsor de programas de vacunación a nivel mundial junto a la OMS y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), “a pesar de los progresos alcanzados en las últimas dos décadas a través del Programa Ampliado de Inmunización (EPI), todavía hay 30 millones de niños en países pobres que no han sido completamente inmunizados; además, la cobertura vacunal no solo se ha estancado en algunas regiones, sino que en otras incluso ha disminuido”.

Futuro
El futuro inmediato de las vacunas también vendrá definido por la aparición de nuevas vacunas. Y no solo por las tradicionales vacunas preventivas, sino también por las novedosas vacunas ‘terapéuticas’. Estas últimas están en investigación para múltiples enfermedades como los cánceres en general, la enfermedad de Alzheimer, la esclerosis múltiple, etc. Además, la comunidad científica internacional ya trabaja en la actualidad en el desarrollo de vacunas para otras enfermedades muy graves y potencialmente mortales como son, entre otras, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), la malaria, determinados tipos de cáncer o el virus del ébola.

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