La esclerosis múltiple es la principal causa de discapacidad por enfermedad entre los adultos jóvenes españoles

La esclerosis múltiple es la principal causa de discapacidad por enfermedad entre los adultos jóvenes españoles

Diagnosticarla y tratarla a tiempo puede cambiar la evolución de la misma por lo cual, consultar de manera precoz, resulta de vital importancia.

GM – MADRID

La esclerosis múltiple (EM) es la enfermedad neurológica crónica más frecuente en adultos jóvenes y la principal causa de discapacidad por enfermedad en este segmento de población en nuestro país. Diagnosticarla y tratarla a tiempo puede cambiar la evolución de la misma por lo cual, consultar de manera precoz, resulta de vital importancia.

“Una de las principales características de esta enfermedad es la heterogeneidad, la variabilidad en aspectos clínicos, radiológicos, respuesta a los tratamientos ya que varía en cada paciente tanto su forma de inicio como en curso más o menos agresivo. Y esta incertidumbre provoca una importante alteración en la vida personal, familiar, laboral y social de los afectados”, señala la Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la Sociedad Española de Neurología, Ester Moral.

Cualquier síntoma atribuible a una lesión del sistema nervioso central puede verse en la EM debido a que las lesiones se pueden producir en cualquier localización de la sustancia blanca o gris -tanto cerebral como medular- y deberse a los diversos mecanismos inflamatorios y neurodegenerativos implicados en esta enfermedad.

Sin embargo, algunos síntomas y síndromes son más frecuentes. Así, los sensitivos (hormigueos o adormecimiento de uno o más miembros) y los visuales, presentes en el 50-53 por ciento (sobre todo pérdida de agudeza visual), son los síntomas más comunes de esta enfermedad, especialmente en su fase inicial. Por el contrario en la EM avanzada o progresiva suelen darse más síntomas motores (40-45 por ciento de los casos) que principalmente se manifiestan en forma de debilidad y/o rigidez muscular. Otros síntomas frecuentes son los cerebelosos (20-25 por ciento), como intestabilidad en la marcha, y los trastornos esfinterianos (10-13 por ciento ) con trastornos de micción. Añadir que aunque, salvo en fases muy avanzadas de la enfermedad, los síntomas evidentes de deterioro cognitivo son muy infrecuentes, en una valoración cognitiva detallada se pueden encontrar fallos desde el comienzo de la enfermedad en parte de los pacientes. Por otro lado, las alteraciones del estado de ánimo como ansiedad o depresión es algo muy frecuente entre los pacientes con EM -bien reactiva o como consecuencia directa de la propia enfermedad- y la fatiga puede llegar a estar presente hasta en un 65-70 por ciento de los pacientes. La edad media de comienzo de los síntomas es alrededor de los 28 años y la relación de afectados mujer/hombre es aproximadamente 3/1.

En un 85 por ciento de los casos, lo más frecuente es que la enfermedad se presente en “brotes”, es decir, síntomas neurológicos nuevos o empeoramiento brusco de síntomas antes presentes, que duran más de 24 horas. “Y lo recomendable es tratar farmacológicamente aquellos brotes que produzcan alguna discapacidad o que repercutan en la calidad de vida de los pacientes. Además, los pacientes pueden padecer otra serie de síntomas, que también pueden influir significativamente en la calidad de vida y que hacen que el abordaje de la enfermedad deba ser multidisciplinar”, señala la Dra. Ester Moral.

Las personas con esclerosis múltiple a veces desarrollan grados variables de discapacidad, y cuando ésta se adquiere es, en general, en casos avanzados de la enfermedad: muchos de los cuales fueron diagnosticados en la época en la que no se disponía de tratamientos efectivos. Por este motivo, un estudio realizado pocos años atrás, señalaba que un 75% de los afectados por esclerosis múltiple cuenta con certificado de minusvalía, un 50% necesita de apoyo para deambular y un 23 por ciento necesita silla de ruedas. Además, un 42% de los afectados afirma que su calidad de vida depende en gran medida del uso de medicamentos o ayudas médicas como la rehabilitación.

“Estas cifras ya han cambiado y sin duda mejorarán en los próximos años a medida que de cada vez haya más personas que hayan sido tratadas en las fases iniciales de la enfermedad con los nuevos fármacos. Los fármacos actuales pueden cambiar el curso de la patología y prevenir la discapacidad pero aún resulta imprescindible continuar investigando para conseguir controlar por completo el avance de la discapacidad y recuperar capacidades perdidas”, apuntó Ester Moral.

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