08 Jun «Mindfulness»: más conscientemente felices
Lissi Sánchez, directora y docente en el Arte de la Realidad, explica el origen y utilidad de esta práctica.
LISSI SÁNCHEZ
El «mindfulness» está de moda, es innegable. Desde hace algo más de una década, causa furor entre los adultos que necesitan reducir el estrés de su vida. Y su eficacia es tal que, progresivamente, ha empezado a enseñarse en los colegios para ayudar a los niños a concentrarse y a lidiar con las emociones conflictivas. Muchos padres y profesores españoles han empezado a interesarse por esta práctica, sobre la que sin embargo aún existen muchos malentendidos y confusión. ¿En qué consiste exactamente y cuál es su origen?
El «mindfulness» (un término anglosajón que ha sido traducido como Atención Plena) es una disciplina de entrenamiento de la mente validada por la neurociencia a través de numerosos estudios. Se trata de una práctica aplicada de meditación o escucha consciente del presente, que nos ayuda a recuperar nuestro equilibrio y a dirigir el foco de nuestra atención.
A veces no nos damos cuenta de que la mente va muy deprisa, y a menudo no disfrutamos del presente porque estamos, por ejemplo, juzgando, experimentando sensaciones desagradables del pasado o preocupándonos por el futuro. El cerebro genera de forma continua pensamientos y emociones que se manifiestan en la mente y en el cuerpo. La práctica de «mindfulness» nos permite sentir de forma directa aquello que está ocurriendo en nuestra vida: constituye una forma de tomar conciencia de nuestra realidad, dándonos la oportunidad de trabajar conscientemente con nuestro estrés o con los desafíos de nuestra vida. En contraposición, una vida en la que no ponemos atención, en la que nos encontramos más preocupados por lo que ocurrió o por lo que aún no ha ocurrido, nos conduce al descuido, al olvido y al aislamiento, y nos lleva a reaccionar de manera automática y desadaptativa.
Esta disciplina ayuda a crear un espacio entre nosotros y nuestros pensamientos y emociones, permitiendo no reaccionar impulsivamente ante ellos sino responder de forma consciente. La capacidad para observar estos procesos en lugar de entenderlos cómo una realidad absoluta, ayuda a responder libremente en lugar de funcionar en piloto automático, haciendo que las decisiones que se toman sean congruentes con lo que uno desea hacer. Los estudios científicos han comprobado que, empleadas correctamente, estas técnicas resultan muy útiles para reducir el estrés y aumentar las emociones positivas, la atención y la concentración.
Orígenes
La práctica de mindfulness no es nueva, sus raíces se sitúan en la meditación budista. Sin embargo, el interés de la ciencia occidental, y más concretamente de la neurociencia, arranca a principios de los años 70 cuando Richard J. Davidson y su equipo de la Universidad de Wisconsin comenzaron a estudiar los efectos de la meditación en los monjes tibetanos. Este catedrático de psicología empleó técnicas de electroencefalografía y técnicas de neuroimagen (escáner cerebral) para medir si ocurría algún tipo de transformación cerebral por medio de la meditación.
Los resultados hallados, junto con los obtenidos por otros equipos de investigación, permiten afirmar que las técnicas de mindfulness llegan a producir cambios beneficiosos y profundos en el cerebro. Por ejemplo, los estudios llevados a cabo por la Universidad de Harvard, el Hospital General de Massachussets y el Instituto Bender de Neuroimagen, han encontrado que con programas de entrenamiento en mindfulness y meditación adaptados, personas sin experiencia previa obtienen transformaciones beneficiosas en sus cerebros en pocos meses.
En 1982, el Dr. Jon Kabat-Zinn, miembro de la facultad de medicina de la Universidad de Massacusetts, desarrolló un programa de ocho semanas basado en un protocolo de mindfulness que se ha convertido en un fenómeno mundial para tratar a pacientes con estrés. Esta intervención psico-educativa, posteriormente denominada Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR), está hoy en día avalada por el Instituto Nacional de Salud de EE.UU., dentro de la denominada Medicina Mente-Cuerpo. El programa enfatiza la capacidad «de parar y ver antes de actuar» para aprender a «responder en vez de reaccionar a los acontecimientos».
El «mindfulness» transformó en primer lugar la esfera de la psicología, pero hoy en día las más relevantes universidades internacionales (Harvard, Stanford, Massachusstes, Cambridge, UCLA) cuentan con centros de investigación especializados en investigar y aplicar estas técnicas a los ámbitos educativos.
Gracias al creciente esfuerzo e interés de las comunidades neurocientíficas, hoy es un hecho innegable que el mindfulness no sólo cambia nuestra mente, sino también nuestro cerebro, esto es lo que sugieren más y más investigaciones. Su práctica aumenta la capacidad de atención sostenida, y las actividades cerebrales ocurridas cuando se piensa en cosas negativas se reducen considerablemente al realizar ejercicios de Atención Plena.
Transformaciones en el cerebro
La práctica regular de mindfulness opera las siguientes transformaciones en nuestro cerebro:
1. La amidgala es la responsable de reaccionar de manera automática a las sensaciones de amenaza y miedo. La práctica de «mindfulness» consigue que su activación se disminuya considerablemente.
2. El hipocampo, responsable de múltiples funciones del aprendizaje y la memoria, se activa y densifica por medio de la práctica de mindfulness.
3. La corteza prefontal, cuya activación es fundamental para la regulación de las emociones y del comportamiento, se potencia por medio del «mindfulness».
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