Nueve hábitos de las personas emocionalmente inteligentes

Nueve hábitos de las personas emocionalmente inteligentes

La inteligencia emocional afecta a la manera de gestionar las conducta, de pasar por las complejidades sociales y de tomar decisiones personales que consigan resultados positivos.

DR. TRAVIS BRADBERRY

Cuando se presentó la idea de inteligencia emocional por primera vez a las masas, hizo las veces de eslabón perdido de un descubrimiento peculiar: las personas con un coeficiente intelectual promedio conseguían mejores resultados que aquellas con coeficientes más altos en un 70% de las ocasiones. Esta anomalía puso en entredicho lo que mucha gente siempre había asumido como el único indicador de éxito: el coeficiente intelectual. Los resultados de décadas de investigación sugieren que la inteligencia emocional es el factor crítico que diferencia a los que mejores resultados obtienen de los demás.

¿Cuánto impacto tiene la inteligencia emocional en el éxito profesional? La respuesta corta es: ¡mucho! Es un modo de canalizar la energía en una dirección determinada con un resultado extraordinario. De todas las personas a las que hemos estudiado, el 90% de los que mejores resultados obtuvieron tenían un nivel elevado de inteligencia emocional. También se pueden obtener buenos resultados sin inteligencia emocional, pero hay menos posibilidades.

La inteligencia emocional es ese algo intangible que tenemos todos. Afecta a la manera de gestionar la conducta, de pasar por las complejidades sociales y de tomar decisiones personales que consigan resultados positivos. La inteligencia emocional se compone de cuatro aptitudes que van ligadas a dos competencias primarias: la competencia personal y la competencia social.

La competencia personal comprende las aptitudes de la conciencia de uno mismo y de la gestión de las emociones propias; ambas se centran más en el individuo que en las interacciones con los demás. La competencia personal es la capacidad de ser consciente de las emociones propias y de gestionar las conductas y las tendencias propias.

– La autoconciencia es la capacidad de percibir las emociones propias de manera adecuada y de ser consciente de ellas a medida que aparecen.

– La autogestión es la capacidad de ser consciente de las emociones propias para mantenerse flexible y dirigir la conducta propia de manera positiva.

La competencia social se compone de la conciencia social y de las aptitudes de gestión de relaciones; la competencia social es la capacidad para entender el comportamiento, la motivación y el estado de ánimo de los demás para responder de forma eficaz y mejorar la calidad de las relaciones sociales.

– La conciencia social es la capacidad de percibir las emociones de los demás y entender lo que les sucede.

– La gestión de relaciones es la capacidad de utilizar la conciencia de las emociones propias y de las ajenas para gestionar las interacciones sociales.

A pesar de la importancia de la inteligencia emocional, su naturaleza intangible hace que sea muy difícil saber qué conductas son las que se deben imitar. Así que he analizado los datos de más de un millón de personas a las que TalentSmart ha realizado pruebas para identificar los hábitos de las personas con un alto nivel de inteligencia emocional.

1. Son incansablemente positivas. Basta con ver las noticias unos minutos para darse cuenta de que estamos sumidos en un ciclo sin fin de guerras, violencia, economías frágiles, empresas que quiebran y desastres medioambientales. Es fácil pensar que el mundo está abocado al fracaso. Y, quién sabe, quizá lo esté. Pero las personas emocionalmente inteligentes no se preocupan por eso y no se quedan estancadas en las cosas que escapan a su control. Concentran sus energías en las dos cosas que dependen enteramente de ellas: su atención y su esfuerzo. Existen muchos estudios que demuestran que los optimistas están más sanos -física y psicológicamente- que los pesimistas. Y que rinden mejor en el trabajo. Recuerda esto la próxima vez que se te llene la cabeza de pensamientos negativos.

2. Tienen un vocabulario emocional muy sólido. Todo el mundo tiene emociones, pero solo unos pocos pueden identificarlas cuando tienen lugar. Nuestros estudios indican que solo el 36% de las personas son capaces de hacerlo, lo que supone un problema, porque las emociones no identificadas suelen llevar a malentendidos, lo que suele provocar la toma de decisiones irracionales y la realización de acciones contraproducentes. Las personas emocionalmente inteligentes dominan sus emociones porque las comprenden y, para ello, utilizan un vocabulario emocional muy amplio. Mientras que muchas personas simplemente dicen que se sienten «mal», las personas emocionalmente inteligentes pueden distinguir si se sienten «irritables», «frustradas», «pisoteadas» o «con ansiedad». Cuanto más específicas sean las palabras, mejor se comprende un sentimiento, lo que lo ha provocado y lo que se debería hacer al respecto.

3. Son asertivas. Las personas con mucha inteligencia emocional suelen tener buenos modales, empatía, amabilidad y la capacidad para mantenerse firmes y establecer límites. Esta discreta combinación es ideal para gestionar conflictos. La mayoría de la gente responde a los conflictos con un comportamiento pasivoagresivo, pero las personas emocionalmente inteligentes mantienen el equilibrio y son asertivas, por lo tanto, intentan evitar las reacciones emocionales impulsivas, cosa que les permite neutralizar a las personas tóxicas y difíciles sin crearse enemigos.

4. Sienten curiosidad por otras personas. Independientemente de si son extrovertidas o introvertidas, las personas emocionalmente inteligentes sienten curiosidad por los que les rodean. Esta curiosidad es producto de la empatía, una de las vías que llevan a la inteligencia emocional. Cuanto más te preocupes por los demás y por cómo lo están pasando, más curiosidad te inspirarán.

5. Perdonan, pero no olvidan El lema de las personas emocionalmente inteligentes es «si me engañas una vez, es culpa tuya; si me engañas dos, es culpa mía». Perdonan para evitar confrontaciones, pero nunca olvidan. Las emociones negativas que conlleva guardarle rencor a alguien son, en realidad, una respuesta al estrés. Ese estrés puede ser muy perjudicial para la salud, y las personas emocionalmente inteligentes saben evitarlo a toda costa. Sin embargo, ofrecerse a perdonar no significa reconocer la culpa. Las personas emocionalmente inteligentes no se dejan achantar si los demás las tratan mal, pero tampoco se ensañan, son asertivas y se protegen de las posibles situaciones dañinas del futuro.

6. No dejan que nadie limite su alegría. Cuando la sensación de placer y de satisfacción dependen de que te compares con los demás, ya no eres el autor de tu propia felicidad. Cuando las personas emocionalmente inteligentes se sienten bien por algo que han hecho, no permiten que las opiniones o los logros de los demás se lo arrebaten. Aunque es imposible desactivar las reacciones a lo que piensan los demás, no tienes que compararte con nadie y siempre debes tomarte las opiniones ajenas con reservas. De esta manera, sin importar lo que la gente piense o haga, la autoaceptación depende de ti. Independientemente de lo que la gente piense de ti en un momento concreto, una cosa está clara: nunca serás tan bueno ni tan malo como dicen que eres.

7. Le dan un toque divertido a todo. Las personas emocionalmente inteligentes saben exactamente qué es lo que las hace felices, y siempre se esfuerzan por ponerle esa alegría a todo lo que hacen. Convierten las tareas monótonas en juegos, intentan por todos los medios hacer felices a las personas que les importan y se toman descansos para disfrutar de las cosas que les gustan por muy ocupadas que estén. Saben que si le dan ese toque divertido a la vida, reducen el estrés y crean una resiliencia duradera.

8. No se ofenden con facilidad. Cuando sabes quién eres es difícil que alguien haga o diga algo que te saque de quicio. Las personas emocionalmente inteligentes y seguras de sí mismas tienen la mente abierta, lo que significa que son mucho más fuertes.

9. Evitan los monólogos pesimistas sobre sí mismas. Para desarrollar la inteligencia emocional, es muy importante dejar de hablar de uno mismo desde un punto de vista pesimista. Cuantas más vueltas des a los pensamientos negativos, más poder les concedes. La mayoría de nuestros pensamientos negativos no son más que eso, pensamientos; no son hechos. Puedes parar el tren de pensamientos negativos y pesimistas escribiéndolos. Cuando te hayas tomado un momento para reducir el impulso negativo de tus pensamientos, serás más racional y estarás más lúcido para evaluar su veracidad. Puedes estar seguro de que las cosas que se te pasan por la cabeza no son ciertas siempre que sean afirmaciones que contengan las palabras «nunca», «peor» o «siempre». Si te sigue pareciendo que tus pensamientos son hechos verídicos una vez sobre el papel, enséñaselos a un amigo y pregúntale si está de acuerdo contigo. En ese momento, la verdad saldrá a la luz.

En resumen

A diferencia del coeficiente intelectual, la inteligencia emocional es maleable. Si entrenas el cerebro mediante la práctica de conductas emocionalmente inteligentes, acabarán convirtiéndose en hábitos. Antes de que te des cuenta, empezarás a responder a los estímulos de tu entorno con inteligencia emocional sin tener que proponértelo. Y, como el cerebro fomenta el uso de las nuevas conductas, las conexiones que sustentaban las conductas destructivas acabarán desapareciendo.

www.huffingtonpost.es/dr-travis-bradberry/habitos-inteligencia-emocional_b_12894812.html?utm_hp_ref=