15 Dic Mayores que conviven con estudiantes, el mejor antídoto contra la soledad
El programa Convive, de la ONG Solidarios para el Desarrollo, conecta a personas mayores que viven solas con jóvenes universitarios
CARLOTA FOMINAYA
Con Candela, de 21 años, entró de nuevo la alegría en casa de Carmen Marrodán Lodares. Esta anciana decidió poner fin a la soledad que se había instalado en sus días poniéndose en contacto con la ONG Solidarios para el Desarrollo, de cuyo programa Convive le hablaron en el Centro de Salud de su barrio. El primer día que esta estudiante llegó a casa, plantó un huerto en la terraza con lechugas, acelgas, espinacas. «Me hizo gracia, y no le puse ninguna pega. Bueno, que lo cuidase ella y que nos lo comíamos las dos», cuenta con alegría Carmen Marrodán.
Su historia personal es el mejor ejemplo de cómo la convivencia intergeneracional solo aporta beneficios a quienes lo prueban. Candela acude a la universidad por las mañanas, y por las tardes estudia en un mangífico cuarto lleno de luz que Carmen le ha preparado en su casa. La relación es tan buena, que muchos domingos la joven come con los nietos de esta señora. «Ya he pasado a formar parte de la «familia» de esta «abuela de acogida»», comenta la estudiante.
El programa Convive es posible gracias en parte al apoyo del Ayuntamiento de Madrid y de distintas universidades de Madrid. La iniciativa se dirige a personas mayores que, como Marrodán, todavía se valen por si mismas para la vida cotidiana, pero necesitan el apoyo y compañía en su casa para sentirse más vivas. Está mujer en concreto está tan contenta con el programa que Candela es la tercera universitaria con la que convive.
En este sentido es importante señalar, explica Marcos Böcker, de Solidarios, «que el programa Convive no es un programa de «alojamiento gratuito» ni para ofrecer servicios de cuidados personales o domésticos a la persona mayor, sino que implica la apertura a la convivencia, la compañía, el apoyo mutuo, y la solidaridad».
Por eso, añade Böcker, «las personas mayores que quieran formar parte de este programa de convivencia intergeneracional, tienen que por supuesto vivir solas, tener una edad superior a los 65 años, pero, sobre todo, un estado psicofísico que les permita valerse pro sí mismos y una sensibilidad y motivación necesarias para convivir con una persona jóven, como es el caso de Carmen».
Por otra parte, estos programas ofrecen a los familiares de la persona mayor la tranquilidad de contar con una persona de referencia en el domicilio del mayor. «Mis amigas se quedan sorprendidas y recelan cuando les cuento que no conocía a Candela de nada. Pero yo creo que es por desconocimiento. Es una excelente manera de no sentirse sola en casa y de aprender de la juventud», concluye Carmen.
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