17 Sep La teleasistencia ya libra de la soledad a más de 4.000 mayores
Este servicio vigila a los ancianos que viven solos en el municipio con una atención diaria a través del teléfono y las visitas a sus domicilios
FRANCISCO VALERO
El carpintero jubilado Joaquín Hernández (1931) abría en la mañana de ayer la puerta de su casa al alcalde de Murcia, José Ballesta, que se había acercado a su domicilio de la pedanía murciana de Guadalupe para comprobar in situ el funcionamiento del Servicio de Teleasistencia, la unidad que atiende y vela a las personas mayores que viven en soledad. «Buenos días, don Joaquín. ¿Se portan bien con usted? Si no, les damos una colleja,» bromeaba Ballesta en el pórtico mientras se enfundaba en un abrazo con su anfitrión.
Joaquín, acompañado por su hermana Peligros, guiaba al regidor murciano por el pasillo de su casa de la calle San Antonio y también a la concejala de Derechos Sociales, Conchita Ruiz, y a un tropel de fotógrafos y camarógrafos. Todos se agolparon en el pequeño salón, amueblado por Joaquín, quien, sentado en su sillón, le mostraba a su invitado el listín donde tiene los nombres de las operadores de Teleasistencia. «Son todas chicas», le espetaba el regidor.
Para contactar con ellas, Joaquín sólo tiene que pulsar el medallón que lleva en su cuello y del que no se desprende nunca. Es un dispositivo UCR (Unidad de Control Remoto), resistente al agua, conectado al teléfono de su casa y que avisa al Servicio de cualquier incidencia, como demostró Joaquín. Pulsó y tras un tono de llamada contestó Asunción, una de las telefonistas: «Dígame, señor Joaquín, ¿en qué le puedo ayudar?».
Este vecino de Guadalupe es uno de los 4.029 murcianos que reciben la atención del Servicio de Teleasistencia en el municipio; de todos ellos, un total de 2.358 lo hacen a través del ayuntamiento de Murcia y el resto, mediante el Instituto Murciano de Salud (IMAS). Joaquín lo solicitó en 2011 después de que se quedara viudo. Aunque sus cinco hermanas le suelen visitar, vive solo en su casa y no tiene hijos. Pero las operadoras hacen compañía a Joaquín y le cuidan, siempre vigilantes de su salud a través de un servicio que está disponible durante las 24 horas de los 365 días del año.
De hecho, no eran las once de la mañana y la telefonista reconocía que habían recibido hasta el momento un total de 90 llamadas: personas mayores que preguntan y piden ayuda ante cualquier percance, por nimio que resulte. Así, la central de Tunstall–Televida ha atendido desde enero más de 80.000 llamadas y ha llevado a cabo casi 6.000 visitas a los domicilios, ya que, si la situación lo quiere, Teleasistencia cuenta con una unidad móvil para desplazamientos. Además, medio millar de ancianos cuentan con un servicio de custodia de llaves, pues no tienen a quien recurrir en el caso de un apuro.
Muchas personas mayores disponen de un dispositivo que detecta los movimientos en la casa, como es el caso de Joaquín, que lo tiene instalado en su salón. «Si en ocho horas no da señal, nos trasladamos hasta el hogar», explicaba Frank Tavira, el delegado territorial de Teleasistencia en la Región. Hay más de un millar de estos artilugios colocados en los domicilios de los ancianos murcianos: más de la mitad son detectores de humo; y otros menos avisan por gas, monóxido o incluso por caídas. Precisamente, una mujer necesitó ayer la ayuda de Teleasistencia al sufrir una caída en su casa, como contaba Asunción al teléfono.
El calor es ahora la principal preocupación de los trabajadores del servicio. Inmersos en la campaña de verano, las personas mayores son especialmente vulnerables a las altas temperaturas y las telefonistas aconsejan a diario a los usuarios que se protejan del calor. Y es que 806 ancianos están vigilados por riesgo y siete de ellos se encuentran en riesgo extremo. Precisamente, la Vega del Segura estaba ayer avisada por alerta naranja, con máximas que alcanzaron los cuarenta grados y así se lo recordaba Asunción a Joaquín: «Beba mucha líquido y manténgase hidratado», indicaba mientras él asentía. Pese a que está sordo de un oído (lleva audífonos), Joaquín habla con ellas todos los días y las conoce a todas por su nombre. «Las tiene enamoradas», le diagnosticaba Ballesta.
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