08 Jul El drama de la vivienda arrastra problemas de salud a los hogares de centenares de familias
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y el Observatorio DESC han presentado el informe Emergencia Habitacional a Catalunya que alerta de los problemas de salud que conlleva una situación de crisis de vivienda.
CARALP MARINÉ
Paquita Rivas es una vecina de 64 años de Nou Barris que, sin haberlo imaginado, un día se encuentra que el banco le amenaza con echarla de su casa, un pequeño piso de 50m2 donde vive desde muy joven. Su piso constaba como aval para la hipoteca que pidió una de sus hijas, cuando con 35 años decidió emanciparse. Compró un pequeño apartamento, era fisioterapeuta y podía asumir sin problemas este coste. Cuando las cosas empeoraron por la crisis, acabó perdiendo el trabajo y se vio obligada a vender el piso y volver a casa de su madre. «Pensé que era solo avalista, pero no, me hipotecaron el piso íntegro, el afectado era este, mi piso», cuenta con frustración Paquita Rivas a Catalunya Plural, que desde aquel momento, y fruto de esta situación, sufre problemas de ansiedad, angustia e insomnio, y ha empeorado la depresión crónica que ya sufría.
Esta semana la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y el Observatorio DESC han presentado el informe Emergencia habitacional en Catalunya que alerta de los problemas de salud que conlleva una situación de crisis de vivienda. «Difícilmente se podrá disfrutar de una vida saludable si existen problemas de humedad en casa o si la persona no puede afrontar el pago de la vivienda», esta es un de las primeras conclusiones de este estudio, que como explica a este diario Laia Palència, de la Agencia de Salut Pública de Barcelona (ASPB) y responsable del informe, «la salud no es una cosa individual, está totalmente determinada por el entorno y la vivienda es un punto clave de este entorno». «El 90% de las personas que no pueden hacer frente a su hipoteca están en riesgo de sufrir una trastorno mental», especifica. El informe también advierte de que las personas que viven en barrios especialmente afectados por los procesos de ejecución hipotecaria, como es el caso de Nou Barris, presentan mayores tasas de hipertensión y enfermedades cardiacas.
«He llegado a pensar en el suicidio, pero miro a mis hijas y pienso: ‘¿dónde vas? ¿cómo dejarlas así?'» La que habla es Yolanda Yeste, una vecina de Nou Barris, madre de dos gemelas de 15 años y una trabajadora nata. Era vigilante de seguridad en un hospital, hacía jornadas de 12 horas nocturnas, y en 2008 decidió comprar un piso. «Cobraba más de 2.400 euros y pagaba 700 de alquiler, pensé que por 800 al mes podía comprar una casa». Pero fueron recortándole las horas y el sueldo y cada vez tenía más dificultades para pagar la hipoteca a UCI, la entidad del grupo Santander con quien tenía el préstamo. «La deuda aumentó en 2010 a 360.00 euros», explica a Catalunya Plural con mucha entereza. «No me asusté por mi casa, no tenía miedo por esto, sino por perder la casa de mis padres», que era la que habían puesto como aval. Vendió la propiedad en 2010 y se mudaron a casa de sus padres. «Vivimos en un infierno», cuenta, en un espacio de 50m2 con solo dos habitaciones y su madre en silla de ruedas. Ella duerme en la cama grande con su madre, sus dos hijas en una litera en una habitación pequeña y el padre de ella en una cama plegable en el comedor. Fruto de su situación empezó a tener problemas psicológicos, que se manifestaron en el trabajo, cayó enferma y la acabaron echando en 2013, después de 15 años trabajando en la misma empresa. «Me hicieron firmar la baja voluntaria, eso si, me arreglaron el paro», explica a este diario. «He sufrido depresión, angustia, ansiedad», dice, y no solo ella, también sus hijas. Las profesoras la han avisado alguna vez de los ataques de ansiedad que sufren en el colegio, donde por surte, reciben ayuda del psicopedagogo del centro.
«El incremento de ejecuciones hipotecarias va asociado a una disminución de la salud mental y a un aumento de la frecuencia de suicidio». Es otra de las conclusiones del informe que explica la situación de mujeres como Yolanda, o como Paquita. «Tengo una minusvalía crónica por depresión y intentos de suicidio» explica Paquita sin poder retener las lágrimas. Cuenta que su hija sufre repetidos ataques de ansiedad y las dos viven con mucha angustia e insomnio. «Siempre pendiente del buzón y pensando: ‘Dios mío que no me lleve la sorpresa'», dice.
Era 2013 cuando los burofax empezaron a llegar a casa de la familia Rivas anunciando que la deuda con Catalunya Caixa ascendía a 153.000 euros. Su hija vendió el piso por 65.000 euros, menos de lo que costaba cuando lo compró, los ofreció al banco, pero la entidad bancaria no estaba satisfecha. Rebajaron la deuda a 30.000 euros después de que Paquita Rivas y la PAH negociaran y se quejaran día tras día. Eso si, 30.000 euros pero con un alquiler vitalicio, es decir, Paquita debería pagar un alquiler cada mes por vivir en su piso de toda la vida, ellas, Paquita y su hija, no aceptaron. Esta fue la oferta que le hizo Blackstone, el fondo buitre que se quedó con su deuda. Paquita Rivas, con 1.200 euros de pensión, 35 años trabajados y con solo 50m2 de propiedad, teniendo que mantener a su hija mayor y a la mediana, que esta en el paro también, cuando el banco le dijo que era pagar la deuda o irse de su piso, contestó: «¿digame usted cómo se lo pago?».
El informe señala como principales problemas mentales fruto de esta emergencia habitacional la ansiedad, la depresión, el insomnio, los sentimientos paranoicos, la disfunción social, el miedo, el sentimiento de frustración, la vergüenza o el sentimiento de fracaso.
Según el Observatori de Vulnerabilitat Social de Catalunya de Creu Roja un 68% de la personas atendidas confirmó que su situación le provoca trastornos emocionales como tristeza o cansancio y un 20% afirmó que así «no vale la pena vivir».
Un análisis del Instituto Municipal de Investigación Médica de Barcelona y la Fundació Sant Joan de Deu establece que desde el 2007, con el inicio de la crisis, sólo la mitad de los pacientes con trastornos como la depresión y, menos de un tercio de los que sufren ansiedad, han ido a los servicios sanitarios y de estos un 30% no ha recibido ningún tipo de tratamiento. El resto, mayoritariamente, son tratados con medicación en lugar de con terapias psicoterapéuticas o apoyo psicosocial, según este estudio.
Los datos
Según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) entre 2008 y 2014 en Catalunya se han realizado 54.520 desahucios, una cantidad muy por encima de otras comunidades, solo superada por la valenciana. Entre estos años también hubo 115.000 procedimientos de ejecución, muchos negociados y parados gracias a campañas como las que hace la PAH, y en las que Yolanda y Paquita participan ahora, yendo ellas mismas a parar desahucios o a acompañar otros vecinos a negociar con el banco.
El informe también pone de contexto que el 60% de estos desahucios se ha llevado a cabo con personas en régimen de alquiler. Este informe denuncia que con un salario mínimo de 650€ el precio medio del alquiler se encuentre en 600€, un precio en muchos casos inasumible. Con todo, la balanza no cuadra, en Catalunya en 2011 según el Institut Nacional d’Estadística, había 448.356 pisos vacíos, 100.000 en manos de entidades financieras, 80.000 de nueva construcción perdidos por la burbuja inmobiliaria y 270.000 de propiedades particulares.
«He formado un equipo con mis hijas, son ellas las que me dan la fuerza», explica Yolanda a Catalunya Plural, después de años de lucha. Gracias a esta fuerza Yolanda peleó junto con los compañeros de la PAH, que ahora considera parte de su familia, y consiguió un piso de alquiler social por 50 euros al mes, de la misma entidad, y pagar a plazos de 50 euros mensuales los 30.00 euros que quedan de deuda. Por su parte, Paquita, a pesar de todo, se muestra esperanzada: «tengo mucha confianza en la plataforma, menos mal de ellos, confío en que peleando y peleando nos dejen tranquilos», añade. Dos años de luchas, con «esta espada de Damocles encima», lo nombra ella. Dos ejemplos de como el drama de la vivienda afecta a la salud, pero dos ejemplos también de persistencia y lucha frente a la adversidad.
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